Enrique Krauze: personas e ideas. Conversaciones sobre historia y literatura

Por Ricardo Martínez.

Debate, Barcelona, 2016.

ensayista-liberalCita Enrique Krauze -este periodista de cultura que nos ha transmitido a través de sus revistas y publicaciones buena parte de las polémicas ideológicas y políticas que han atareado nuestro siglo- que “la cultura es conversación”. La frase la toma de Gabriel Zaid pero en ello incluye las largas charlas con su abuelo, con quien repasó críticamente “las ideas rectoras de su tiempo: marxismo, socialismo, sionismo, liberalismo…”

Y el libro que nos presenta cumple, a fe, con esta premisa dividiendo el tema de sus conversaciones en grandes apartados, para los cuales ha elegido significados conocedores o teóricos de la materia: Heterodoxia, Profetas de Oriente, Orbe hispano…

Tomo, para mi lectura interesada, dos ejemplos que me parecen reveladores. De una parte al poeta Yehuda Amijai, de quien nos dice que, con frecuencia, Amijai corrige los textos sagrados: “El hombre no tiene tiempo para todo. Y no tiene tiempo de tener el tiempo para todo afán. El Eclesiastés no tuvo la razón cuando dijo aquello” Luego recoge algunos versos llenos de sugerencias de amor a propósito del rey David (‘el más humano de los héroes de la Biblia’) en las palabras de su amante: “Yo lo cuidé, sobé sus cicatrices de batalla y sus cicatrices del amor yo lo ungí con aceite, no por su realeza, sino por cuidarlo” En su poesía, nos dice Krauze, no sólo reviven, transfigurados desde una óptica moderna, temas, pasajes  y personajes de la Biblia, sino también sus diversos géneros –plegarias, parábolas, profecías, lamentos, himnos, enseñanzas, proverbios- dichos de nuevo con un estilo libre de afectaciones, como un relato mágico que explora las mayores profundidades y densidad del alma con la llave del candor y la generosidad. Un lujo, pues, de interlocutor para abordar el tema genérico ‘Las vetas del pasado’

De otra parte, para el apartado genérico ‘Orbe hispano’ tomo la charla con el profesor Elliott: “Los reveses del siglo XVII han marcado la historia de España: una sociedad acostumbrada al éxito se vio condenada al fracaso, y ese fracaso ha pesado tanto en estos últimos tres siglos que, como resultado, se ha reforzado aquella leyenda negra que el resto del mundo había forjado. Se fue instalando una tendencia a denostar lo propio que pervive todavía incluso en la España posfranquista, aunque se va superando poco a poco”

Tanto en uno como en otro caso –y el interés podría extenderse a cada uno de los interlocutores restantes- concita en sus ideas una transformación, un interés analítico de lo significativo social, política y literariamente considerado, y tal aportación, emanada además de una manera tan virginalmente dialéctica como la conversación, nos ayudan a situarnos en nuestro propio entorno actual, en los avatares de una sociedad cambiante que necesita recordarse permanentemente para conocer de sí, para eludir los errores más groseros, si acaso, pues los otros subsistirán ya que el hombre reiterado es el hombre, siempre, equivocado. Más dialécticamente; sea.

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