Bettina Von Arnmin, derechos de la mujer en el Romanticismo alemán

Por Pilar Martínez Manzanares. @pilar_manza

El Romanticismo alemán marcó un antes y un después en el mundo de la literatura. Este movimiento alcanzó su máximo grado en el país centroeuropeo, aupando el sentimiento sobre la racionalidad y la técnica. Bettina Von Arnim se convirtió en una de sus máximas exponentes, aunando su amor por la escritura y la lucha por los derechos de la mujer.

La familia de Bettina era originaria de las orillas del lago Como, en Lombardía, en el norte de Italia. Era hermana del poeta Clemens Brentano y su abuela era Sophie von La Roche, una escritora talentosa amiga de Wieland y Goethe; estas relaciones la llevaron a conocer a numerosos escritores y poetas, entre los cuales destacaba su amiga, la poetisa huérfana Caroline von Günderrode.

Se casó en 1811 con un amigo de su hermano, el poeta Achim von Arnim, del que tuvo siete hijos; llevó un matrimonio no demasiado acorde con los supuestos tradicionales y, dado que su marido prefería la vida tranquila del campo a la de la ciudad, al contrario que ella, deseosa de intervenir en la activa vida cultural de Berlín, se instaló en 1818 en la ciudad con sus hijos, aunque pasaban las vacaciones todos juntos y cultivaban una intensa correspondencia. Tras la muerte en 1831 de su marido se instaló definitivamente en Berlín, donde se convirtió en activista de los derechos de la mujer.

Gran parte de su obra se desarrolló a raíz de su inmersión en las novelas epistolares, textos en su mayoría ficticios dedicados a su hermano y algunos compañeros de profesión. En dicho género encontró la autora un alto grado de confianza para escribir su primer libro a los cincuenta años. Intercambio epistolar de Goethe con una niña (1835), iniciado en 1807. Esta relación se fraguó después del trágico suceso del suicidio de su amiga, la poetisa Caroline von Günderrode; entonces Bettina había buscado la amistad con la madre de Goethe y a través de ella inició una activa correspondencia con un escritor al que admiraba y al que visitó además bastantes veces en Weimar.

La actitud feminista de Bettina incluía una activa vida política que se expresó en Este libro pertenece al rey (1843). Dedicada al monarca de Prusia, era una sátira social en forma de diálogo entre una mujer y la madre de Goethe y un cura y un alcalde, representantes de la Iglesia y del Estado. Se reúnen para hablar de la situación del país y Bettina pone en boca de la madre de Goethe sus propias opiniones, muy críticas sobre las irregularidades de la administración y la política restauradora que se llevaba entonces.

La vida de Bettina no solo giró en torno a la escritura y al activismo por los derechos de la mujer y búsqueda de la igualdad, muchos historiadores han considerado a la escritura una auténtica musa del socialismo. Esto último debido a sus encuentros con Karl Marx, su correspondencia con el rey de Prusia y su defensa de los judíos y los tejedores de Silesia.

Su obra y vivencias posicionaron a Bettina Von Arnim en la primera línea de la literatura. Un talento que Milan Kundera nos recuerda una y otra vez en su obra La inmortalidad. Von Arnim ascendió a lo más alto, y desde ese olimpo observa la persistencia de su legado.

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