10 escritores que detestaron las versiones que el cine hizo de sus libros

Por Alejandro Gamero (@alexsisifo)

Uno de los debates más habituales a cuento de las relaciones entre literatura y cine es el que hace referencia a las adaptaciones cinematográficas de libros. Partiendo de la misma historia, ¿qué es mejor, el libro o la película? Es muy probable que los lectores se inclinen hacia el libro por infinidad de motivos, pero es innegable que existen versiones cinematográficas que nos han marcado en la visión que tenemos de una historia tanto o más que su original de papel.

 Antes que nada hay que aclarar algo muy obvio en ese constante afán comparativo: un libro y una película son productos muy distintos, tanto en forma como en extensión. A pesar de eso, uno de los argumentos que se suelen exponer para defender la superioridad del libro es la falta de fidelidad de la película, como si esta última tuviera que ser una copia exacta del original y no algo distinto. Esa falta de fidelidad puede enervar no solo a los lectores sino también a los propios autores de esos libros. A continuación hacemos una recopilación de diez escritores que odiaron las versiones que el cine hizo de sus libros.

J.D. Salinger con Mi loco corazón

Existe un poderosa razón para que nunca se haya hecho una adaptación cinematográfica de El guardián entre el centeno, a pesar de haber despertado el interés de todo tipo de cineastas, desde Billy Wilder hasta Harvey Weinstein. A finales de los años 40, Salinger permitió que su relato corto «Uncle Wiggly in Connecticut» fuera adaptado. El resultado fue Mi loco corazón, con guion de Julius J. Epstein y Philip G. Epstein y dirigida por Mark Robson. La película convirtió la historia de Salinger en un melodrama al uso de la época, y esa falta de fidelidad enfureció tanto al escritor que juró que sus obras nunca volverían a ser traicionadas de nuevo. En una carta a uno de esos directores que le insistieron para que cediera los derechos de El guardián entre el centeno Salinger escribió: «veo mi novela como una novela y solo como una novela. Si cambiara de opinión en el futuro, lo que es extremadamente dudoso, probablemente me ocuparía yo mismo de las tareas de dirigir y elaborar el reparto». El nivel de exigencia de Salinger era muy alto y es muy probable que aunque se hubiera hecho algo más digno con su relato tampoco hubiera estado satisfecho.

Pamela Lyndon Travers con Mary Poppins

Si una película ha conseguido eclipsar por completo al libro en el que se basa es la adaptación que Disney hizo de Mary Poppins. ¿Cómo resistirse a sus coloridos efectos especiales, sus canciones pegadizas o las entrañables interpretaciones de Julie Andrews o Dick Van Dyke? Pues la propia autora lo hizo. A pesar de que Travers fue asesora de la producción, el personaje de Mary Poppins en la película difiere mucho de la concepción original de la escritora, más arraigado en la realidad. Travers detestó las secuencias animadas de la película y consideraba que Mary Poppins, al contrario de lo que pretendía mostrar Disney, era enemiga del sentimiento y de la fantasía. Tras varias reuniones polémicas, Travers aceptó la nueva visión a regañadientes, pero en el estreno se pasó la mayor parte de la película llorando. Tan decepcionada quedó que decidió no autorizar la adaptación de las cuatro secuelas siguientes de la novela, a pesar de los intentos de Disney por persuadirla. Muchos de los personajes de Mary Popins se inspiraban en el pasado de Travers y el trabajo de producción activó recuerdos dolorosos que ella sentía que estaba traicionando. Ese enfrentamiento entre Travers y Disney aparece reflejado en la película Al encuentro de Mr. Banks.

Roald Dahl con Charlie y la fábrica de chocolate

También hay un motivo para que no se adaptara Charlie y el gran ascensor de cristal, secuela de Charlie y la fábrica de chocolate, después del éxito que había tenido su predecesora en 1971. Roald Dahl pensaba que la adaptación de su libro tenía muy poca calidad, que Gene Wilder en el papel de Willy Wonka resultaba pretencioso y que el director Mel Stuart carecía de talento. Al igual que Salinger, Dahl también acabó con cualquier posibilidad de que se volvieran a arruinar sus libros.

Ken Kesey con Alguien voló sobre el nido del cuco

Además de ganar numerosos premios internacionales, Alguien voló sobre el nido del cuco arrasó en los Óscar obteniendo los cinco principales premios de la Academia ‒a la mejor película, al mejor director, al mejor actor, a la mejor actriz y al mejor guion adaptado‒ y más tarde volvería a recibir esos mismos premios en los Premios Globo de Oro. Ken Kesey, sin embargo, no opinaba lo mismo que la crítica. En un principio Kesey iba a participar en la producción, pero parece que la falta de acuerdo en las decisiones le hizo abandonar en un par de semanas. Durante mucho tiempo el escritor afirmó que no quería ver la película y que estaba molesto sobre todo porque la adaptación no hubiera respetado el punto de vista narrativo de Chief Bromden. Tiempo después la esposa de Kesey dijo que el escritor en realidad estaba contento de que se hubiera hecho la película.

Anthony Burgess con La naranja mecánica

La producción de Stanley Kubrick sitúa el concepto de adaptación a un nuevo nivel. No es que la película que se basa en La naranja mecánica sea poco fiel a la original, es que Kubrick hizo en ella un verdadero catálogo de experimentaciones extremas tanto formales y narrativas como estéticas que poco tenían que ver con el libro. A esto hay que añadir que el guion se basaba en la edición estadounidense, que carecía del último capítulo en que el protagonista se regenera, y que cambiaba por completo el mensaje final de la obra, centrado en la libertad para elegir el bien. Sobre la película Burgess escribió lo siguiente: «El libro por el que más se me conoce o por el que solo se me conoce es una novela que estoy dispuesto a repudiar: escrito hace un cuarto de siglo en tres semanas, fruto de la necesidad económica, se hizo famoso como la materia prima de una película que parecía ensalzar el sexo y la violencia. La película hizo que se malinterpretara el libro y este malentendido me perseguirá hasta que muera. Nunca debería haber escrito el libro para evitar este malentendido».

Stephen King con El resplandor

No sorprende demasiado volver a ver una película de Kubrick en esta lista. De hecho, Kubrick rechazó la versión inicial, escrita por el propio King, por considerarla demasiada literal a la novela, y optó por escribir él mismo el guion en colaboración con la bescritora Diane Johnson. Johnson, por su parte, no sentía un gran aprecio por la literatura de King. Después de decir en una entrevista que El resplandor no formaba parte de la gran literatura y que era malo y pretencioso, añadió: «también es cierto que se tienen menos escrúpulos al destrozarlo: una es consciente de que no se está destruyendo una gran obra de arte». Así que aunque El resplandor se ha convertido en una película de culto, de enorme influencia en la cultura popular ‒Martin Scorsese la incluyó entre las once mejores películas de terror de todos los tiempos‒, King nunca ocultó su rechazo hacia el resultado final del proyecto, y acusaba a Kubrick de no entender bien las reglas del género de terror. Sobre esto escribió King: «Yo había admirado a Kubrick durante mucho tiempo y tenía grandes expectativas para el proyecto, pero me decepcionó profundamente el resultado final. Kubrick no pudo comprender la maldad pura e inhumana del Hotel The Overlook. En cambio, quiso que el mal estuviera en los personajes y convirtió la película en una tragedia doméstica con una vaga connotación sobrenatural. Ese fue su defecto más importante: como no podía creer,no pudo hacer que la película fuera creíble para los demás». También estaba descontento con la actuación de Jack Nicholson porque su actuación daba a entender que el personaje estaba loco casi desde el principio y en el libro de King Jack Torrance no estaba loco hasta llegar al hotel. King describió la película como «un Cadillac grande y hermoso sin motor dentro». Opinión distinta tuvo King de la producción que la ABC lanzó en 1997, en la que el escritor trabajó mano con mano con el director Mick Garris.

Winston Groom con Forrest Gump

Forrest Gump es una de esas historias que es prácticamente más conocida por el cine que por la literatura. No en vano, la película cosechó un éxito sin precedentes: se convirtió en la película más taquillera de 1994 en Norteamérica y recaudó en todo el mundo 677 millones de dólares, fue premiada con el Óscar a mejor película, al mejor director, al mejor actor, al mejor guion adaptado, a los mejores efectos visuales y al mejor montaje, además de recibir muchas otras nominaciones y premios ‒los Globos de Oro, los premios People’s Choice o los Young Artist‒. A pesar de este éxito la productora afirmó en su momento que los beneficios habían sido muy escasos y Groom tuvo que entrar en litigios con ellos para reclamar el 3% de los beneficios que se le había asegurado por contrato. El autor estaba furioso, además, por la depuración que Hollywood había hecho de su libro en lo que a lenguaje y a sexo se refería. Tan enfadado estaba que la secuena de Forrest Gump, titulada Gump & Co., empieza con la siguiente línea: «Nunca dejes que nadie haga una película de la historia de tu vida».

Anne Rice con Entrevista con el vampiro

De todos los desencantos de esta lista, el de Anne Rice con la adaptación de Entrevista con el vampiro es el único que tiene un final feliz. Cuando se anunció que Tom Cruise iba a protagonizar a Lestat la autora no disimuló su decepción y sus dudas. Concretamente dijo que «Tom Cruise era Lestat tanto como Edward G. Robinson es Rhett Butler», es decir, nada. En general todo el reparto le pareció bastante cuestionable. Estas críticas públicas crearon una brecha entre la escritora y el estudio, que no mantuvieron ningún tipo de contacto durante la producción. Durante un tiempo Rice se negó a ver la película, hasta que David Geffen le envió una cinta VHS. Al ver el resultado la autora cambió inmediatamente de opinión y declaró que había estado encantada con la adaptación ‒aquí hace una crítica bastante pormenorizada‒. Otra historia distinta es su opinión sobre La reina de los condenados de 2002, pero no se puede negar que esa película destrozó los libros originales.

Bret Easton Ellis con American Psycho

Los argumentos que Bret Easton Ellis ofreció en su día para cuestionar la adaptación de American Psycho en realidad podrían ser válidos para muchos libros ‒y también lo usó Salinger con El guardián entre el centeno‒. Dijo Ellis: «American Psycho es un tipo de libro que no era necesario convertir en película. El problema de American Psycho es que fue concebido como novela, como obra literaria contada desde la perspectiva de un narrador muy poco fiable y que a la mitad de la película exige respuestas. Puedes ser tan ambiguo como quieras con la película, pero no importa porque lo estamos viendo. Se nos responde visualmente». Ellis tampoco estuvo de acuerdo con la adaptación que se hizo de Los confidentes en 2009 aunque participó en la producción. De ella dijo:«La película no funciona por muchas razones, pero no ninguna de ellas es culpa mía». La única película que a Ellis pareció gustarle fue Las leyes de la atracción, adaptada en 2002.

Richard Matheson con Soy leyenda

A Richard Matheson nunca le ha gustado ninguna de las adaptaciones que se han hecho de su novela Soy leyenda. Sobre la versión que Vincent Price protagonizó en 1964 escribió: «Me sentí decepcionado con El último hombre sobre la Tierra a pesar de que más o menos fueron fieles a la historia. Me encanta Vincent Price pero no era el actor más adecuado para el papel». La siguiente versión, El último hombre vivo, protagonizada por Charlton Heston, era tan distinta del original que Matheson prácticamente la ignoró. A ver la última adaptación, protagonizada por Will Smith, el autor comentó: «No sé por qué Hollywood está tan fascinada por mi libro cuando nunca se preocupan de rodarlo como lo escribí». Esta adaptación, por cierto, cambia por completo el final del libro de Matheson porque se consideró que no tendría una buena aceptación entre el público.

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