Diego Prado, 'Sopa de fauno'

Por Ricardo Reques.

Titulo: Sopa de fauno
Autor: Diego Prado
Ilustradora: Lola Castillo
Editorial: Adeshoras (2017)
Género: Cuentos
Páginas: 146

Diego Prado (Mahón, 1970) tiene ya recorrido un amplio camino literario cargado de aciertos con varios libros de relatos, un par de novelas y numerosas participaciones en antologías de cuentos. Además, colabora en diferentes medios como crítico literario y organiza talleres relacionados con el mundo escrito. La editorial Adeshoras acaba de publicar su último libro de relatos: Sopa de fauno, en una cuidada edición que ha sido ilustrada por la cordobesa Lola Castillo.

Son diez piezas hiladas por la irrupción de elementos que cambian la percepción de la realidad de los personajes, la aparición en momentos inesperados de un extraño libro —y que da título a este volumen― y algún personaje obsesivo que transita por más de un cuento. Toman el protagonismo de estas páginas hombres y mujeres angustiados, desmembrados, neuróticos, cercanos a su propia destrucción mientras intentan dar algo de sentido a lo que sucede para liberarse de la pesadilla en la que se han sumergido. Lo más humano o, parafraseando a Barthes, la humanidad en lo que tiene de desgarrador, se une a lo menos humano como puede ser una planta, una lamia, una nevera o una máquina de cigarros que representan una carencia de afectos o la necesidad de creerse amados. La falta de empleo, los problemas familiares, el fracaso vital y la soledad son algunos de los temas que trata Diego Prado y que consigue cohesionar a través de la dualidad de la realidad y la ficción, el juego en el reflejo de los espejos o la contingencia como fundamento de la trama que mantiene la tensión hasta el final. En casi todos sus cuentos nos encontramos con dos lógicas narrativas que conviven simultáneamente: la que podría entrar dentro de una realidad cotidiana y la que pertenece a lo absurdo que desafía a toda lógica.

Son memorables cuentos como Planta de interior, con el que abre el libro, En el refugio o Cuentistas, por citar algunos. Prado nos deleita con relatos de corte clásico, con una estructura cerrada, con una sorpresa agazapada en sus últimos párrafos y en los que no falta el humor. En sus páginas se pueden escuchar ecos de grandes cuentistas y, a la vez, quedar deslumbrados ante determinados hallazgos y originales y lúcidas metáforas. Son historias que se alejan de lo convencional; lo que podría ser una anécdota toma el protagonismo hasta adquirir la mayor parte del peso de lo narrado. Pero, como ocurre en los grandes cuentos, hay otra historia que subyace, una historia no narrada que nos muestra el perfil psicológico de sus personajes, casi siempre abatidos, desilusionados, víctimas de una sociedad que no les presta cobijo.

Y acompañando a estos relatos de Diego Prado que tiene la virtud de desplegar todo su talento narrativo en unas pocas páginas, aparecen, como destellos, las ilustraciones de Lola Castillo que captan de forma perspicaz momentos clave de la narración.

 

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