“Fascista” es una palabra que se utiliza con mucha soltura y ligereza en nuestros días: aplicado como una especie de “insulto culto”, se dice que alguien o algo es un fascista cuando trata de imponer leyes o normas arbitrarias a otros. En la historia reciente, el fascismo fue una brumosa ideología y un movimiento político fundado por Benito Mussolini en Italia durante el periodo entre las dos guerras mundiales, y por extensión se ha utilizado la palabra para referirse al nazismo y otros movimientos totalitarios. ¿Qué tienen en común los casos de “fascismos” contemporáneos con los históricos?

Esta pregunta fue retomada por el recientemente fallecido novelista y semiólogo italiano Umberto Eco, quien se zambulló en la palabra “fascista” para esclarecer algunas de sus implicaciones. Eco lo diferencia, por ejemplo, del nazismo hitleriano, aunque concedió que el “juego fascista puede jugarse de muchas maneras, y el nombre del juego no cambia”.

En un ensayo publicado en la New York Review of Books, Eco destila los 14 elementos típicos del “Ur-Fascismo o Fascismo Eterno”, a la vez que advierte que éstos “no pueden organizarse en un sistema; muchos se contradicen con otros, y también son típicos de otros tipos de despotismo o fanatismo. Pero es suficiente con que uno de ellos esté presente para permitir que el fascismo coagule a su alrededor”.

1. El culto a la tradición: “Uno sólo tiene que mirar el silabario de cualquier movimiento fascista para encontrar pensadores mayormente tradicionales. La gnosis nazi se nutrió de elementos tradicionalistas, sincréticos y ocultistas”.

2. El rechazo del modernismo: “La Iluminación, la Edad de la Razón, es vista como el principio de la depravación moderna. En este sentido, el Ur-Fascismo puede definirse como irracionalismo”.

3. El culto a la acción por la acción misma: “Al ser la acción bella en sí misma, debe emprenderse antes o sin ninguna reflexión previa. Pensar es una forma de emasculación”.

4. El desacuerdo es traición: “El espíritu crítico realiza distinciones, y distinguir es un signo de modernismo. En la cultura moderna la comunidad científica celebra el desacuerdo como una vía de mejorar el conocimiento”.

5. Miedo a la diferencia: “El primer atractivo de un fascista o un movimiento prematuramente fascista es un llamado contra los intrusos. Así, el Ur-Fascismo es racista por definición”.

6. Apelación a la frustración social: “Una de las características más típicas del fascismo histórico fue el llamado a una clase media frustrada, una clase que sufría de una crisis económica o sentimientos de humillación política, y atemorizada por la presión de grupos sociales inferiores”.

7. La obsesión con una trama: “Los seguidores deben ser acosados. La manera más sencilla de resolver la trama es apelar a la xenofobia”.

8. El enemigo es tanto débil como fuerte: “Por un cambio continuo del enfoque retórico, los enemigos son al mismo tiempo demasiado fuertes y demasiado débiles”.

9. El pacifismo está aliado con el enemigo: “Para el Ur-Fascismo no existe lucha por la vida, sino más bien, la vida se vive para luchar”.

10. Desdén por los débiles: “El elitismo es un aspecto típico de cualquier ideología reaccionaria”.

11. Todos son educados para convertirse en héroes: “En la ideología del Ur- Fascismo, el heroísmo es la norma. Este culto al heroísmo está estrictamente vinculado con el culto a la muerte”.

12. Machismo y arsenal: “El machismo implica a la vez desdén por las mujeres e intolerancia y repulsa de hábitos sexuales no estandarizados, desde la castidad a la homosexualidad”.

13. Populismo selectivo: “Existe en nuestro futuro un populismo de la TV o de Internet, en donde la respuesta emocional de un grupo selecto de ciudadanos puede ser presentado y aceptado como la Voz del Pueblo”.

14. El Ur-Fascismo tiene el vocabulario de un presentador de noticias: “Todos los libros de textos de los nazis o los fascistas utilizaban un vocabulario empobrecido, y una sintaxis elemental, de manera que pudieran limitarse los instrumentos de razonamiento crítico y complejo”.

Al leer estos puntos es difícil no pensar en las actuales “teledictaduras”, donde los políticos ejercen ciertamente un populismo selectivo instigado por la xenofobia, y donde la misma clase política es elegida de entre una élite de individuos carismáticos y fotogénicos, pero sin preparación alguna para el pensamiento crítico y el arte de gobernar. Por fortuna, el levantamiento de una forma de poder totalitario siempre ha venido de la mano de la renovación de formas de resistencia en la cual predomine la diferencia y la colaboración (en lugar de la indiferencia y el colaboracionismo). Esperemos estar a tiempo de aprender del pasado para no repetir sus errores en el futuro.