En cuerpo y alma (2017), de Ildikó Enyedi

 
Por Jaime Fa de Lucas.
Ildikó Enyedi nos brinda esta magnífica En cuerpo y alma donde dos compañeros de trabajo de un matadero, mujer y hombre, establecen una relación romántica cuyo origen es del todo inusual –es casi imposible hablar de la película sin caer en el spoiler, aviso–. Su relación empieza porque comparten el mismo sueño: son dos ciervos que están en un bosque nevado. Pero este sueño no sólo se repite la misma noche y tiene las mismas características, sino que es algo en lo que los dos participan e interactúan en tiempo real.
Si uno empieza hablando del sueño que comparten los dos protagonistas es porque es el elemento principal de la película y el que la eleva por encima de otras películas románticas de sobriedad similar. La magia que rodea a la relación, a pesar de la relativa frialdad de los dos protagonistas, es suficiente para que la historia se quede en la memoria. La originalidad de la idea así como la sensibilidad que demuestra Enyedi para los detalles hacen de En cuerpo y alma una gran película. Además de esto, tiene momentos genuinos de humor absurdo –que recuerda a algunas obras de la nueva ola griega–, composiciones metafóricas con cristales y reflejos que intentan representar esa frontera entre realidad y sueño, y un uso de la música muy cuidado.
Aunque estamos ante una película de mucha calidad, no es del todo redonda. La parte inicial que se desarrolla en el matadero, con sus entresijos del comedor, el nuevo empleado y el robo, poco tiene que ver con la magia que embriaga a la película gracias a esa extravagante historia de amor. Este es uno de sus pequeños defectos: estructuralmente está desequilibrada y desorienta. Empieza mostrando la realidad de un matadero y parece que nos va a llevar hacia una crítica ecologista, sin embargo, acaba convirtiéndose en una historia romántica poco convencional. En este sentido, se podría achacar que deja demasiados cabos sueltos como para ser una obra maestra. No hay un tejido consistente que conecte el sueño, los ciervos, lo ecologista, el matadero, el robo… De hecho, si por momentos da la sensación de que sobra metraje, es debido a que la parte inicial se podría haber simplificado bastante más, haciendo que la película fuera más compacta.
Megaspoiler: No obstante, las durísimas imágenes del matadero tienen un fin narrativo: presentar la realidad de un proceso que no vivimos en nuestro día a día, pero del que dependemos para sobrevivir. Así, se enlaza con esa idea de «realidad vs sueño» que rodea a En cuerpo y alma. Y es que al final vemos cómo la realidad se impone, para mal. Cuando están desayunando, después de haber tenido su primer contacto físico real, él apaga la radio con la canción que ella estaba escuchando y ella recoge rápidamente las migas del pan que él acababa de partir. Y acaban preguntándose qué han soñado y se dan cuenta de que, esta vez, nada.

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