'Solenoide' de Mircea Cărtărescu

Por Adriana Bittel

Solenoide

Mircea Cărtărescu

Traducción de Marian Ochoa de Eribe
IMPEDIMENTA
 
Fuente: Formula As, nr. 1199, enero 2016
 

No puedo incluir en este espacio ni la centésima parte de los argumentos por los que habría que leer este libro-acontecimiento, una obra de una complejidad imaginativa y compositiva sin precedentes en nuestra literatura.

Les advierto que su lectura no es siempre fácil (literalmente: cuesta sostener el volumen en las manos). Pero si consiguen acompañar a Cărtărescu para explorar sus mundos conocidos y desconocidos, físicos y metafísicos, se verán plenamente recompensados, pues este texto, que recorre en espiral soberbios y pavorosos paisajes mentales, les transportará a la búsqueda de respuestas para las grandes preguntas que plantea la condición humana y que él persigue en “la realidad de la lucidez, del sueño, del recuerdo, de la alucinación”. Centrado en sí mismo al igual que en el resto de su obra, Mircea Cărtărescu escribe también este libro sobre el sufrimiento de vivir, viviseccionándose y colocando bajo la lupa “la atrocidad de estar en este mundo, mi miedo animal a la nada de nuestras vidas”. Para ello elige un yo virtual y otro destino posible, en un mundo tan concreto como el del escritor famoso que lleva su mismo nombre. Este alter ego renuncia, tras un primer fracaso, a la afirmación pública de su vocación, pero no renuncia a la escritura. Por una chanza del destino, se convierte en un insignificante profesor de lengua rumana para alumnos de quinto y séptimo curso, en la escuela de una barriada popular del Bucarest comunista. Este individuo solitario y anónimo anota en su diario su vida diurna en la sala de profesores y en las aulas de la escuela de las afueras de Colentina, entre maestras, profesores y rebaños de niños amargados, pero también su vida-sueño nocturna, fantasmagórica y alucinatoria, que le abre puertas a otros mundos.

El abúlico errante por los laberintos escribe ese anti-libro solo para entenderse a sí mismo hasta el fondo: “La única palabra que importa: yo (…) Yo, la sección a través del tiempo de la imposible cuarta persona”. Su obsesión es huir de las dimensiones limitadas de la existencia humana y es a través de la escritura como intenta abandonar el campo de la condena y dirigirse a lo desconocido. Sus anotaciones taquigráficas –a diferencia de las novelas de ficción, que él considera engañosas puertas dibujadas en las paredes para el deleite o la ensoñación del lector- quieren atrapar la vida misma, la anomalía trágica del espíritu revestido por el cuerpo: “Al escribir sobre mi pasado y sobre mis anomalías y sobre mi vida traslúcida, a través de la cual se ve una arquitectura inmóvil, intento esclarecer las reglas del juego en el que me encuentro, distinguir las señales, ordenarlas para poder comprender qué dirección indican y dirigirme hacia allí”.

El título provisional del libro fue, por lo demás, Mis anomalías. Eligió sin embargo el más misterioso Solenoide –un término técnico aplicado a una bobina electromagnética a la que el escritor atribuye el fantástico poder de hacer viable la superación de los límites, de abrir el acceso a otras dimensiones, teóricamente descubiertas por geniales físicos y matemáticos.

Uno de los seis solenoides que existen en Bucarest –al igual que el resto de los nudos energéticos descubiertos a lo largo del libro por el anodino profesor de lengua rumana tras el cual se esconde Mircea Cărtărescu- se encuentra en su propia casa y es capaz de producir no solo levitaciones y laberínticos estiramientos en el espacio, sino incluso regresiones a la infancia, invocaciones, con una intensidad máxima, de unas secuencias ya conocidas por otras prosas cartaresquianas (sobre todo de Cegador), pero rebobinadas de otra manera en el eje de Solenoide y con unos efectos magnéticos mucho más intensos. Las más banales experiencias de la infancia –las visitas al médico, las inyecciones, el sillón del dentista, las radiografías- le provocan, por la exacerbación del miedo, unas imágenes y sensaciones de matices inexplicables. Rodeado por misterios aterradores, por señales y cifras, exasperado por la imposibilidad de recibir una respuesta a su grito de socorro, el narrador devana historias a partir de historias en una urdimbre de mundos micro- y macroterrestres cósmicos, realistas y surrealistas, como no se había producido antes entre las cubiertas de un libro. Pero lo que resulta más sorprendente aún es que esa materia supra dimensional está construida de forma armónica, las ideas visionarias, los acontecimientos, los lugares e incluso los objetos están unidos por espirales comunicantes y campos de sentido. De tal manera que solo al final descubres cómo se engarzan, al cabo de cientos de páginas, las sensacionales historias de la vida de la autora de El tábano, Ethel Lilian Voynich, la de su padre, el matemático George Boole, la de sus hermanas y su genial cuñado, C. H. Hinton, el explorador de la cuarta dimensión, con el misterio del manuscrito Voynich y con la necesidad del profesor de lengua rumana de escapar de los barrotes de lo conocido. Por no hablar del talento del autor para conseguir que sigas su rastro, hipnotizado por la belleza o por el espanto, olvidando que estos están construidos con frases. Con Solenoide, Mircea Cărtărescu se aleja, en vertical, del meritorio grupo de escritores rumanos contemporáneos.

https://www.culturamas.es/blog/2017/09/17/luz-en-las-grietas-de-ricardo-martinez-llorca/

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