José Madrid desvela los secretos de la 'Titanicmanía' en su nuevo libro

Por Aashta Martínez.

Titanic es un fenómeno de masas. Al poco tiempo de estrenarse en cines, a finales de 1997, la cinta la producción más cara de Hollywood hasta ese momento se convirtió en la película más taquillera de todos los tiempos y cerró el pico a todos aquellos que preveían un estrepitoso fracaso.

El periodista José Madrid ha escrito, con motivo del veinte aniversario de su estreno, Titanic: historia de un fenómeno (T&B Editores), un libro dedicado a la célebre película —el primero en castellano—, bastante ameno y repleto de datos curiosos que hará las delicias, no solo de los fans de la películas, sino de cualquier buen cinéfilo que se precie.

Culturamas ha charlado con Madrid acerca del manual y de la ‘titanicmanía’.

¿Cómo fue el proceso de elaboración del libro?

Escribir el libro me llevó relativamente poco tiempo: unos siete u ocho meses. Eso sí, me tuve que documentar bien y mirar entre cientos de publicaciones que dieron cuenta del rodaje, como esa columna diaria de Variety que hablaba de desastre histórico o presupuesto desorbitado, y del fenómeno en sí. Quería recopilar todo lo que convirtió a la película en un hito cultural en todo el planeta y dejar constancia de ello, ya que no se había hecho en castellano.

En el libro habla de lo mucho que le costó a James Cameron, director de la película,  convencer a los actores protagonistas, especialmente a Leonardo DiCaprio, para que aceptasen. ¿Por qué cree que fue así?

En el caso de DiCaprio, está claro que le costó entrar en una superproducción porque había crecido en un ambiente contracultural. Su padre, por ejemplo, es un reconocido dibujante de cómics. Además, había interpretado a adolescentes marginales en películas de carácter independiente. Es normal que tuviese miedo de ser el héroe romántico de una superproducción de Hollywood.

¿Cree que Titanic, ganadora de 11 Oscars, hubiese sido tan exitosa de haber contado con dos actores distintos a Winslet y DiCaprio?

No me imagino a otros protagonistas. Cameron quería a actores jóvenes que no fuesen estrellas y creo que acertó de lleno. Leo y Kate tienen una química que traspasa la pantalla y están por encima incluso de la obviedad de los diálogos, uno de los puntos débiles del film.

Su libro está repleto de datos y anécdotas desconocidas para el gran público. ¿Cuál fue el detalle que más le llamó la atención a la hora de elaborar el manual?

Sería difícil elegir una anécdota entre todas las demás, pero me sorprende, por ejemplo, que Gloria Stuart, la anciana Rose, grabase un videoclip para los Hanson, un grupo adolescente. Eso te demuestra hasta qué punto Titanic fue un fenómeno intergeneracional. Cualquiera, desde un niño a un anciano, encontraba algo en ella.

¿Y con qué anécdota del rodaje se quedaría?

De las anécdotas del rodaje me quedaría con los diarios de Kate Winslet. He incluido algunos extractos en el libro y me parece divertidísima la forma que tuvo, con apenas 21 años, de relatar su experiencia en aquel estudio gigantesco de México que albergaba la producción.

A pesar de que han pasado veinte años desde su estreno, la película sigue siendo hoy día la segunda más taquillera de la historia del cine. ¿Por qué cree que la gente ha elevado a la categoría de leyenda la película? ¿Cómo explica ese fenómeno que usted llama en el libro la ‘titanicmanía’?

Para mí hay varias razones para intentar explicar el éxito. Por una parte, creo que era una cinta con un inmenso poder emocional gracias a la forma en la que está construida, la banda sonora, la pureza de la interpretación de los actores… Hacía décadas que el público no iba al cine a ver algo así, alejado del cinismo que ha caracterizado al cine de los últimos cuarenta y tantos años, y aquí tenían un melodrama espectáculo como los del viejo Hollywood, como Lo que el viento se llevó. También es una película gigantesca con algo para todo el mundo: acción, aventura, drama… Por eso es una obra maestra del cine popular.

¿Y cuál ha sido su relación personal con la película?

Titanic forma parte de mi educación como cinéfilo. Recuerdo todos los detalles de cómo la vi en un cine de Granada el primer fin de semana de su estreno en España, en enero del 98. Sobre mí tiene un poder adictivo y siempre la consideraré una de mis veinte películas favoritas, junto a otras que me han conmovido y que seguramente no tienen nada que ver como Amarcord o La noche del cazador. No me importa la enorme popularidad de Titanic. Para mí está a la altura de las grandes obras maestras de la historia del cine, desde Griffith a Douglas Sirk. De hecho, ellos se habrían enamorado de la película, estoy seguro.

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