Humor negro y negrísimo en el show de Favio Posca

Por Horacio Otheguy Riveira

El golpe de efecto no llega al final, sino al comienzo, «un travesti feo como yo» medio desnudo y deslenguado, en realidad un seudotransexual al que le han operado, «me han puesto una concha, bueno un coño», y lo han hecho de tal manera que tiene erecciones como si siguiera siendo varón. La expansión de su historia tiene la catadura de un chico-chica ya maduro, donde las felaciones y otros juegos sexuales se interpretan —y cantan a ritmo de folclore de Argentina— como si el show ocurriera en la cocina de su casa, despatarrado y verborreico y verborrágico a más no poder. Así se presenta el humorista argentino Favio Posca en Madrid, después de años de éxitos y no pocas polémicas y traspiés por la virulencia de su muy elaborada progresión en el humor negro. Un show sorprendente y admirable.


 

El mencionado comienzo de impudicia desaforada que para muchos resulta sumamente divertido, y para unos pocos suficiente para desaparecer de la sala, es sólo el comienzo de un desfile de personajes muy distintos, a través de los cuales Posca es —entre otros—  Pitito, paciente crónico de un psiquiátrico, y Angelito, entusiasta borracho y drogadicto. Ambos personajes reflejan con impresionante dominio de los temas que trata: psiquiatras y pacientes por un lado, y por otro el huracanado ambiente de las drogas que alcanza a todos los estamentos sociales. Eso sí, arropado por un humor negro impecable que va a más, a medida que avanza el espectáculo: el actor solo en escena pero con bastantes canciones por él mismo interpretadas y una desenfadada relación con el público, espectadores a los que al final dedica la canción más breve, una que les señala, cálido y formal, que no le olvidarán fácilmente. Y con razón.

Hay varios lemas, pero hay uno que da especialmente en la diana de la dimensión escénica con la que se va a encontrar el público: «La locura no existe. Y la normalidad tampoco».

El propio Pitito es un esquizofrénico que habla de sus enanos en la cabeza y de las voces de sus compañeros, lúcido, poético y rebelde, capaz de enfrentarse a su psiquiatra, la misma que lo atiborró de pastillas durante veinte años para nada, pues está igual que al principio; una profesional indiferente que interrumpe la conversación para atender su móvil; mas Pitito la pone verde, pero como está loco nadie le hace caso, y él pasa entonces al «La quiero muchísimo, doctora».

Angelito, por su parte, se da unas fiestas alucinantes de cocaína y whisky, y mientras representa su «milonga», no sólo le vemos ir de una cima a otra donde se encuentran médicos y toda clase de fugaces personajes, sino que entre carcajadas le seguimos de cerca en su indudable pasión por la autodestrucción cuanto más colgada mejor.

Pero hay más criaturas, incluido un desternillante caso de muchacho con los brazos pegados al cuerpo. Mientras se prepara para un nuevo personaje fuera de escena se escuchan diálogos con una voz femenina muy formal, serena y educada:

— No, el doctor Posca no puede atenderlo. No se puede poner, lo siento. Está muy ocupado. Imposible. Le está haciendo una mamada un chico que acaba de conocer…

Dr Posca es un show sorprendente y admirable en la unión del humor negro/negrísimo con emocionantes paisaje de rebelión a mucha de la habitual hipocresía social. Y si no se soporta el humor soez, por demás obsceno, recomiendo paciencia, pues a partir del segundo personaje la cosa cambia, y el actor distribuye su talento por teclas más refinadas, aunque sin perder en ningún momento su desfachatada e impactante manera de enfrentarse al mundo al orden establecido.

Teatro Príncipe Gran Vía de Madrid. 

Fechas: Viernes: 12 y 19 de enero. Sábado: 13, 20 y 27 de enero. Jueves: 25 de enero. Sábado: 3 y 10 de febrero

Horarios: Viernes y sábados a las 23.00 horas. Jueves a las 22.30 horas.

 
 

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