Astrid Hadad y el irresistible encanto de su insólito cabaret

Por Horacio Otheguy Riveira

México no abunda en Madrid, apenas unos pocos entendidos tienen acceso a su cine y su literatura. Un silencio que durante los años 80 y 90 se subsanó con apariciones estelares y estrenos importantes de compañías teatrales. Llega ahora una gran artista fuera de serie por sólo dos días, dentro de un Festival de Cabaret muy importante: el Internacional Nu-Cabaret, una inmejorable ocasión para asombrarse y divertirse con una estelar actuación de quien se atrevió a protagonizar la versión de la ópera de Mozart adaptada al sexo femenino como ente deliciosamente tóxico y depredador: Donna Giovanni, de Jesusa Rodríguez y Liliana Felipe. A partir de allí desarrolló su propio estilo musical y de expresión plástica al fusionar el canto popular, el teatro y las tradiciones mexicanas con la música Ranchera, el Bolero y el Son  cubano, entre otros géneros musicales —reinterpretando, actuando y creando las canciones—. Un imaginativo estilo que se ha denominado “Heavy Nopal”.

Astrid Hadad nació en la ciudad de Chetumal, en el Caribe mexicano, hija de inmigrantes de origen libanés. Nos trae un humor que oscila entre lo blanco de las mejores intenciones y lo negro dulzón de recuerdos de muertos y sangre entre aztecas y españoles. Diga lo que diga, cante lo que cante, refleja las pasiones del único país del mundo que come calaveras de azúcar el día de los muertos. Encantadora en su plática escénica, en cada canción porta vestidos realizados expresamente, inspirados en el arte popular mexicano y en el barroco español que habita las 365 iglesias de Puebla. Todo en ella es historia y presente revulsivo contra el abuso de poder y a favor de la mayor energía posible en defensa de la libertad y la hermandad.

En su entrañable repertorio hay melodías conocidas pero todos los tgemas estás reescritos por su puño y letra y su voz grave, a ratos rota, es un dechado de alegría y compenetración con las fuerzas telúricas que unen indefectiblemente a México con España, relación especialmente fructífera cuando fueron recibidos numerosos exiliados republicanos cuando la terrible guerra civil. Astrid Hadad nos viene a cantar y a dar un abrazo donde la hermandad de su arte brilla con luz propia.

Los días 11 y 12 de mayo a las 20,30 en el Teatro Fernán Gómez.

 
Nadie mejor que la propia Astrid Hadad para hablar de sí misma, en 30 años de actuaciones por Hispanoamérica, Europa y parte de Estados Unidos:

Familia: 
Padres comerciantes: para la niña que fui, el mundo tenía la forma de una miscelánea. Dormía envuelta en las telas que se vendían, entre mis sueños en la tienda, pasaban las quejas de amor y desamor, las risas, los llantos, los pedidos y las bromas. Se vendía de todo, se escuchaba de todo y se regalaban palabras de consuelo, de ánimo, de buen humor. En la tienda entendí que a veces lo que es mas alto es lo que menos sirve y lo que esta abajo es lo fundamental.

Hermanos: 
Siendo 11, tenía mi público. Podría vivir en autarcía: aunque mi audiencia sea reducida, siempre la voy a tener. Cuando estoy ante diez mil personas, siento que mi familia se incrementó de una manera espectacular. Nunca me faltó el reconocimiento, el amor, el apoyo, y si cada uno de mis parientes me lleva a alguien, tengo la seguridad de llenar una sala.

Escenografía: 
La llevo puesta, dando tributo a la rica historia mexicana, el sincretismo, el arte: popular, clásico, contemporáneo, la actualidad surrealista e híper-realista de nuestro país.

Fusión: 
La ingerí desde niña, la comí con abuelos mexicanos, libaneses, mayas. Eso me hizo conocer naciendo el sabor de las mezclas. Seguí con ese apetito frente al mundo, la música hacía parte de esos sabores. La música, el canto, el baile, las palabras se mezclaban al humo del comal, el mundo era un sin fin de colores, olores, sabores, sensaciones, amores.

Pasión: 
La clave de todo, lo que me inspira, lo que me hace crear, gozar. No podemos permitir que nos arruinen el tiempo que tenemos para vivir con pasión cada instante de nuestras vidas pasajeras.

Política: 
Estudié en la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM. Me provocó una deformación profesional brutal que me llevó a hacer un cóctel molotov mezclando el comentario político, los ídolos del cine mexicano de la época de oro y la canción ranchera.

Síndromes: 

De la Malinche: siendo mexicana, tuve que exportarme para poder después importarme.

De presidente mexicano: aunque no me las piden, las doy.
Astrid en cifras: 30 años de carrera, 10 discos, 25 espectáculos presentados en los 5 continentes y 28 países, 1000 proyectos y una sola vida para realizarlos.

«Subversiva, impúdica, divertida, Astrid Hadad es cabaretera. La más mexicana y a la vez más crítica con su país. Especialista en articular sarcasmos y sonrisas, su show estalla en la cara del espectador. Una bomba de mujer». (Revista de arte «Matador», España).

«Con su peculiar honestidad y sencillez, Hadad lamenta que muchos crean que su propuesta es intelectual, sin embargo sí la define popular e inteligente. `Muchos creen que lo inteligente es tener a una cantante de ópera, que eso es lo cultural, cuando la cultura también puede ser popular, es un arte y es inteligente`.

Siempre ha sido modesta, pero el domingo al mediodía se hinchó de orgullo y no pudo dejar de presumir algo que la tiene bastante contenta: Philippe Decouflé, coreógrafo considerado como uno de los máximos exponentes de la danza-teatro contemporánea francesa, dedica su más reciente espectáculo titulado Sombrero a la “reina del cabaret político mexicano”, o sea ella. `Es mi coreógrafo favorito… yo no sabía que me conocía, yo nunca me he ganado un premio pero fue como si me hubieran dado el Premio Nobel cuando me mandaron el programa donde decía eso`». (Revista El siglo de Torreón, Ciudad Lerdo, Durango, México).

Astrid Hadad, genio y figura

«Visite Estados Unidos antes de que Estados Unidos lo visite a usted”.

«Si yo fuera tú, me enamoraría de mí”.

“En México reciclamos todo, hasta los políticos en comediantes…”.

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