La cara oculta del Mundial (The Workers Cup) (2017), de Adam Sobel – Crítica

 
Por Jaime Fa de Lucas.
La cara oculta del Mundial pone el foco en un grupo de inmigrantes africanos y asiáticos que se han desplazado hasta Qatar para trabajar en las obras previas al Mundial de 2022 –el documental está grabado en 2015–. Adam Sobel captura las malas condiciones en las que viven estos empleados, así como la trayectoria de este grupo en la Copa de Trabajadores –Workers Cup–, el torneo de fútbol que enfrenta a las distintas empresas que participan en el desarrollo de la infraestructura para el Mundial.
Las condiciones de estos trabajadores son evidentemente malas. Se habla de jornadas de 12 horas, 6 o 7 días por semana, con el sueldo más bajo cercano a los 200€ al mes, aunque el alojamiento es gratuito. Sin embargo, lo peor de todo es que no tienen libertad, están encerrados en un campo –y se acerca peligrosamente la palabra “concentración”– y sólo pueden salir para trabajar, entrenar y jugar el torneo. Tampoco pueden dejar el trabajo ni volver a su país, ya que están atrapados por su contrato.
Lo más destacado de La cara oculta del Mundial son los momentos en los que los trabajadores opinan respecto a su situación y el entorno. Alguno desliza la expresión “esclavitud moderna”, pero en general no se deciden a llamarlo esclavitud ya que muchos de ellos no saldrían adelante en su país. Qatar se beneficia de ese territorio liminal, ya que por un lado está dando trabajo a mucha gente que ganaría menos en su tierra, pero por otro lado los sueldos son irrisorios en comparación con la riqueza del país.
En ese territorio fronterizo también se encuentra el documental, ya que Adam Sobel se centra tanto en el torneo de fútbol, en los sucesos positivos, las celebraciones, la pasión por ganar… y da un enfoque tan poco dramático a lo negativo, que por momentos parece que a los trabajadores apenas les importa sufrir esas condiciones; de hecho uno de ellos dice «si esto es el infierno, prefiero estar aquí antes que en el cielo de Ghana». Este punto de vista es conflictivo, ya que un documental de estas características, aparte de intentar buscar resquicios de luz entre la oscuridad –eso lo hace bien–, debe ser riguroso y crítico con los aspectos negativos que observa, algo que desafortunadamente no sucede y hace que la obra pierda fuerza.
Sí que hay cierta ruptura de la ilusión –aviso de spoiler– cuando el equipo sufre la eliminación en el torneo. Todo ese optimismo desaparece y uno de los líderes del equipo dice que el torneo es una farsa para contentar a las autoridades Occidentales y que parezca que Qatar sí que se preocupa por los trabajadores. Esa crítica tímida se agradece, pero no es suficiente. Creo que estos casos son bastante sensibles y la reivindicación debería ser mucho más potente.
Observaciones:
– Tiene momentos agradables y graciosos, sobre todo cuando los miembros del equipo de fútbol bailan y celebran.
– La actitud de los qataríes es tan ruin que a un jugador que ha metido muchos goles, como premio, le regalan vales de compra.
– Un trabajador se ve obligado a hacer daño a otro con un cuchillo para poder volver a su país. Así la policía le deporta pensando que está loco.
 
*La cara oculta del Mundial se puede ver en el Atlántida Film Fest a través de Filmin.

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