SEXO, DROGAS, POESÍA Y ROCK & ROLL, el latido emocionante de una generación


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Sexo, drogas, poesía y rock & roll, 103 páginas en las que Javier Vayá Albert se quita el sombrero y se despliega y rinde, entre versos y acordes, en un, como él mismo define, apócrifo homenaje, una travesía de temblor a través de piezas/personas fundamentales que forman el imaginario y los cimientos de muchos de nosotros. Héroes de extrarradio que bebíamos de las mismas fuentes inagotables y que aún nos sacian y emocionan, encontraremos en este libro la necesidad de hurgar, una vez más, en la herida fresca de esa época en la que nos creímos invencibles. Vayá mezcla el opio y las canciones/ poemas en una habitación del Chelsea Hotel de la cual no querremos salir. Se inspira en lo que esos dioses elegidos nos ofrecieron y ofrecen y lo remata con su brutal pulso del verso que atraviesa. Una primera parte de poemas que radiografían vértebra a vértebra, esa columna necesaria que nos hizo vibrar, correr y volar y que van desde Rimbaud a Félix Francisco Casanova, para seguir con esos tándems amorosos, únicos y venerados, en los que muchos quisimos reflejarnos, desde Pam y Jim Morrison hasta Courtney y Kurt, entre otros. Y finalmente nos somete y abraza en una jukebox diabólica de temas para escuchar en bucle a los que honra mediante poema de su puño, Space Oditty, Wish your where here y Love will tear us apart sólo son algunos de ellos.
Un poemario al que volver una y otra vez y una bitácora para los que llegan ahora. Imprescindible.
 
 
Sexo, drogas, poesía y rock & roll – Javier Vayá Albert
Col. Piel de poesía
El Petit Editor
 
 
POESÍA URGENTE
«…porque no oculta
la desesperada distancia
que lo separa de la gente.»
Sam Shepard
 
Decidme pues
cómo puedo hacer de la poesía
algo urgente.
Yo que habito la desesperada distancia.
Ahora que los hombres son llamados a filas y fobias.
Ahora que las mujeres elogian la ablación de las sirenas.
Solo veo comprensión en los pies
que se balancean colgando de los puentes.
Solo veo hermanos en los ojos enajenados de los caballos.
Solo son mis hijos los hijos de perra.
Solo mis madres las zorras y rameras.
Yo que habito la desesperada distancia.
Decidme pues
cómo puedo hacer de la poesía
algo urgente.
Algo que lama un instante la espina dorsal
de los arrodillados.
Algo que endulce el vino robado en los urinarios
de los supermercados.
Algo que extirpe de raíz los penes en misión humanitaria
de los soldados.
Poesía urgente y airada rayo de tierra puntería certera
en la frente justo entre los ojos de los santos
de los corderos degollados y sus monturas de plata y oro
si ellos son los buenos nosotros los malos y locos.
Poesía urgente para que jamás se sientan a salvo
los poderosos machos
cada letra hormiga en su mugrienta boca
mordiendo la excrecencia de su legado.
Poesía urgente que porte el escalofrío último
hasta el más infecto cubil en el reverso del tiempo.
Que devore la palabra y escupa hasta sus cimientos
y se alce con ella todavía palpitando
como un corazón eviscerado
todavía caliente.
Decidme pues como puedo hacerlo;
poesía urgente que desaparezca de inmediato
que no deje rastro huella pistas
como el más hermoso y perfecto de los crímenes perfectos.
Sin refugio sin papeles negro en la orilla del gran blanco.
La posteridad es el onanismo del espectro.
Y yo tan solo habito la desesperada distancia.
Javier Vayá Albert
 
 
 
 
 
 

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