José Manuel Seda y Javier Collado ante la amenazante mirada de «Faraday»

Por Horacio Otheguy Riveira

En el reciente verano madrileño José Manuel Seda y Javier Collado fueron Marlowe y Shakespeare en La estancia, de Chema Cardeña, y ahora, como quien dice a la vuelta de la esquina, vuelven a enfrentarse en un thriller de hoy en el que la tensión y el suspense tienen el aire criminal de la avaricia y el abuso de poder ligados a la supremacía de Internet. Informática y ambiciones cruzadas cuando todos estamos siendo vigilados… cada vez con mayor precisión.

Un espectáculo bien interpretado con aroma a cine de barrio, cuando la intriga y la acción se devoraban en programa doble. Todo el tinglado está acompañado de imágenes de vigilancia que, cuando no alertan sobre situaciones precisas, informan sobre hechos que ayudan al desarrollo de la trama. Faraday, de Fernando Ramírez Baeza, va directo a la yugular de lo que más nos atañe: nuestra dependencia de los móviles y su directa conexión con las redes facilita un sistema de vigilancia sumamente peligroso al que todos nos entregamos con una inocencia rayana en la estupidez.

Felices de la amplia comunicación a la que accedemos no somos conscientes de que entregamos nuestra vida entera al uso de nuestro comportamiento, nuestra intimidad, al servicio del consumo, los intereses políticos y económicos de la clase dirigente, manipuladora de ingentes cantidades de millones de euros dentro de lo que ya es una industria muy poderosa. Tanto que dictaduras como la de China exportan a otras similares (en África, por ejemplo) técnicas de censura y control para acallar la invasión de otras culturas, posibles revoluciones e incluso meras interferencias culturales.

En nuestro sistema es un arma valiosa también para nosotros como “víctimas” de un engranaje cada vez más potente de vigilancia y provocación, ya que a través de las redes se ha generado un mundo paralelo al de los medios de comunicación para dar a conocer nuevas corrientes sociopolíticas cuyos mensajes son implacablemente alterados en la Prensa habitual o en la televisión generalista.

El espectáculo tiene buen ritmo, llevado a cabo por buenos profesionales que se entregan a un juego dramático nada habitual en nuestros escenarios con especial relieve en la acción física. Entre otros atractivos, la función tiene un detalle especialmente simpático para los faranduleros, ya que en una gran fotografía se ve, dentro de la ficción, a un niño como hijo del personaje de Javier Collado, un descubrimiento que modifica su situación dentro de la trama. La realidad, ciertamente emotiva para quienes conocimos a su familia, es que en la foto que se utiliza está él mismo, de niño, junto a su madre, la gran actriz María José Goyanes.

Al margen de este y otros guiños, Javier Collado y José Manuel Seda se enfrentan con soltura, verbal y físicamente, rabian y se emocionan de diferente manera en la primera y segunda parte del espectáculo, mientras que Alicia Montesquiu y Ana Turpin asumen perfiles opuestos, y todos giran detrás de un noble veterano como Pedro Miguel Martínez en la piel de un tipo ambicioso de mucho cuidado.

Un invento que va a revolucionar el mundo de Internet está escondido en una central de seguridad en la que Linda y Matt pasan la noche, vigilando las calles de Nueva York. La que parece ser una rutinaria noche más, acaba convirtiéndose en una frenética jornada en la que sus vidas están en peligro… Un invento con un origen oscuro, perseguido por la mayor empresa tecnológica del mundo y la CIA, y que ataca de forma directa la privacidad de las personas en Internet.
La jaula de Faraday es un efecto electrofísico descrito por el científico inglés del mismo nombre que hace que las ondas electromagnéticas no pasen. Se ha puesto de moda porque sirve para evitar que funcionen los teléfonos móviles o las señales digitales.
(…)
Lo que hacemos está en Facebook, lo que decimos está en Twitter, y lo que pensamos está en Google. Goggle es el mayor conocedor de la verdad de este mundo porque cada vez que buscamos, cada vez que entramos en esa caja de apariencia inocente y damos a “buscar”, estamos preguntando. Y la mentira habita en las respuestas pero uno no pregunta de mentira, pregunta de verdad. Llevamos más de quince años preguntando a diario a Google. Nos conocen mejor que nuestras parejas. Conocen a los hijos mejor que a los padres. Nos conocen, quizás, más y mejor que nosotros mismos.
Pero ¿qué pasaría si esa información privada estuviese al alcance de todo el mundo? ¿Qué ocurriría si todos esos datos de nuestro vecino con el que no cruzamos palabra en el ascensor (mirando a la pantalla del móvil, por supuesto) nos fuesen accesibles a todos a golpe de click? ¿Cómo miraríamos a ese vecino después de saber su vida entera, su lado oscuro, sus defectos? ¿Cómo cambiaría nuestra vida si todo fuese un Gran Hermano al cubo y la vida privada dejara de existir?
De esta realidad aparentemente ajena y lejana nos habla Faraday. Pero no es ajena cuándo la curiosidad forma parte de nuestro ser e Internet es una barra libre para la curiosidad. Tampoco tan lejana. A propósito del escándalo que Snowden destapó, dijo algo que parece ciencia ficción: “Un niño nacido hoy no sabrá lo que es tener un pensamiento no grabado”. ¿Y si no fuera ciencia-ficción? (Fernando Ramírez Baeza)

Autor Fernando Ramírez Baeza
Dirección Paco Maciá
Intérpretes (por orden de aparición): Pedro Miguel Martínez, José Manuel Seda, Alicia Montesquiu, Javier Collado, Ana Turpin
Escenografía Ángel Haro
Contenido audiovisual Manstudio
Iluminación José Manuel Guerra
Espacio sonoro Alberto Ramos
Vestuario Miguel Ángel Milán
www.faradayteatro.com
Teatro Galileo. Del 13 de septiembre al 14 de octubre 2018

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