Hebe Uhart, a su modo.

María Elena Sofía

Le gustaba viajar. Viajar sola. El 11 de octubre último inició el viaje definitivo, misterioso. Motivo de este recordatorio. Si pudiésemos verla, con sus ojos pequeños e inquisidores, sin embargo mansos, buscando por todos los rincones los temas simples para hilar, y los grandes temas para deshilachar. El ejercicio continúa. Detenerse en los detalles, trabajo y perseverancia. Superar el pudor de escribir en primera persona, mantener el secreto. Tomarse todas las libertades, en la vida real y en la ficción. En las reuniones, estar con los jóvenes, contarles la historia de un novio ebrio que tuvo y sobre un gato que se murió. Tomar nota sobre todo. Y cada tanto, irse de viaje. “Viajar sirve para darte cuenta de cómo sos”… Recordar que la docencia rural la hizo salir del autocentrismo, reconocer los sacrificios ajenos, vislumbrar desde dónde nace la idea de la independencia. Vivir la época del terror y sobrevivir. “Una cosa es saber, tener la información, y otra cosa es saber con toda el alma”. Saber mirar, saber escuchar. Tener una disciplina en la vida, en la escritura. Ahuyentar la vanidad, de otra manera sería imposible encontrar tesoros en los árboles, en los animales, en los viajes… Y qué hacer con eso que se encuentra. Encontrar el condimento literario en la vida cotidiana, hilar la nada. Entrenarse en la mirada y en el lenguaje.

  Dicen los críticos que en la mirada encontró un modo, un estilo. Dijeron sus colegas que es la mejor escritora argentina. A ella eso no le importaba, no lo creía. Era una incredulidad sincera, despojada de orgullos vanos. Ella dijo que en su casa no había libros, pero su madre le contaba historias. El pasado como una gran casa de familia, con sus habitaciones, cocina, zaguán, patio, jardín… Y en cada espacio está algún familiar con su historia. Situaciones mínimas, breves. Dijo a la revista Ñ: “Lo que pasa es que yo tenía muchas casas para ir: la de mi abuela, la de mi tía Teresa, la de los vecinos de ellas. Ahora estuve escribiendo sobre mi barrio y los otros barrios y viendo cómo una nena de diez años procesa las cosas que le cuentan.”

   Ella supo quitarse los zapatos y atravesar el terreno anegadizo de la escritura. Del otro lado la esperaban sus lectores y el reconocimiento.

 

Hebe Uhart nació en Moreno (Buenos Aires, Argentina), el 2 de diciembre 1936. Falleció el 11 de octubre de 2018. Cuentista, novelista y narradora. Profesora de Filosofía egresada de la UBA. Trabajó como docente primaria, secundaria y universitaria y colaboró con el suplemento cultural del diario El País de Montevideo. Escribió notas de viajes, crónicas de personajes y situaciones.

Premios y distinciones:
2004 – Premio Konex, Diploma al Mérito por «Cuento: quinquenio 1999-2003».
2011 – Premio Fundación El Libro al Mejor Libro Argentino de Creación Literaria, por su libro Relatos reunidos, publicado por Alfaguara en 2010.
2014 – Premio Konex, Diploma al Mérito por «Cuento: quinquenio 2004-2008».
2017 – Premio Iberoamericano de Narrativa Manuel Rojas en 2017.
Libros publicados:

  • “Dios, San Pedro y las almas”, ed. Menhir, Rosario, 1962(cuentos)
  • “Epi, Epi, Pamma sabhactani”, ed. Goyanarte, Buenos Aires1963(cuentos)
  • “La gente de la casa rosa”, ed. Fabril, Buenos Aires1970(cuentos)
  • “El budín esponjoso”, ed. Cuarto Mundo, Buenos Aires, 1976(cuentos)
  • “Memorias de un pigmeo”, Buenos Aires, 1992(relato)
  • “La luz de un nuevo día”, ed. Centro Editor, Buenos Aires, 1983.
  • “Camilo asciende”, ed. Torres Agüero, Buenos Aires, 1987(novela corta)
  • “Mudanzas”, ed. Bajo la luna nueva, Buenos Aires, 1995(novela) Reedición en ediciones de la Banda Oriental, Montevideo, 1996, y en Editorial Mondadori, Buenos Aires, 1998.
  • “Guiando la hiedra”, ed. Simurq, Buenos Aires, 1997(cuentos)
  • “Señorita”, ed. Simurq, Buenos Aires, 1999(novela breve)

 

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