«Fiesta, fiesta, fiesta»: una emocionante función basada en hechos reales

Por Horacio Otheguy Riveira

«Es la segunda vez que viene a Madrid y vuelve a agotar las entradas mucho antes del estreno. Y así en todas partes. Cada vez lo ve más gente con muy poca publicidad». Es lo que me dijo gente allegada a la producción en noviembre 2018 y me di prisa para presenciar una de sus funciones en su reaparición del 14 al 18 de noviembre. La sorpresa fue absoluta. Las ovaciones han sido continuas desde entonces en muy diversas salas de España, que ahora regresa a Madrid por pocos días en el renovado Teatro Galileo.

Sin duda se trata de un acontecimiento teatral, llevado a cabo con tanta imaginación y talento escénico como vocación social, ya que está basado en hechos reales, una frase propia del cine —rara vez presente en el teatro—, pero en este caso resulta de esencial importancia porque la autora y directora Lucía Miranda ha grabado numerosas entrevistas con cuyos audios los intérpretes han elaborado sus personajes en una sucesión de escenas a cual más significativa.

Acentos y culturas en una España cada vez más mestiza por mucho que desde sectores reaccionarios culpabilicen de todos los males a los extranjeros. De esas voces, surgen historias de adolescentes y profesores comprometidos con la causa de educar, acompañar, resolver grandes conflictos en el seno de familias desestructuradas. El resultado es muy emocionante. La caricatura de algunos personajes se integra en planos también realistas, dentro de un enfoque de puesta en escena viva, vibrante, que en más de dos horas (con muy interesantes encuentros con el público al término de cada función) exhibe una panorámica tremenda en cuanto al sistema educativo nacional, la indiferencia de la Administración, el esfuerzo de una minoría de docentes que lo dan todo, así como de conserjes con un alto valor humano en la lucha cotidiana por la supervivencia de jóvenes chinos, ecuatorianos, marroquíes, musulmanes de diversos comportamientos, ante la necesidad de sus hijos de educarse, de ser ellos mismos en un mundo diferente dentro de la España en que viven.

Con gran sentido del humor y férrea disciplina, los cinco intérpretes de diversas etnias cuentan con una  actriz española en un personaje que funciona como hilo conductor, además de componer, fugazmente, otros por el camino. Un camino de reconciliación con la imprescindible solidaridad hacia la lucha de estos chicos y chicas por abrirse camino con muchos vientos en contra. Lo más sobresaliente del resultado final es la selección de Lucía Miranda entre tantas entrevistas al servicio no sólo de una denuncia específica de la situación general de la educación y de las luchas individuales que pujan por hacerse oír ante la Administración del Estado, sino sobre todo la muy admirable conciencia de un «Yo soy de aquí», venga de donde viniere, cualquiera sea el origen, y es ese tesón el que permite que en la dura lucha de cada día algunos puedan aprovechar las manos tendidas, la sonrisa diáfana de gente dispuesta a decirles a todos los jóvenes:  ¡Vamos a por todas!

Nunca he querido tanto a unos personajes. Quizás porque nunca había creado de una manera tan integral una obra de teatro documental. En este espectáculo Nate, Xirou, Farah, Mustafá, Ionut, Hugo, Kamila son reales. Tienen otro nombre pero existen. Los conocí en un Instituto de Secundaria y fueron tan generosos que me contaron su historia. También sus madres, sus profes, el personal no docente… durante un mes me vieron pasear por los pasillos y convivir con ellos preguntándose qué haría con esas entrevistas que les hacía.

El resultado es una obra de teatro documental verbatim, donde el reggaeton se mezcla con Verdi, las chicas con velo son galácticas, las flautas no suenan, a Mustafá le gustan las cristianas, los siete magníficos nunca son siete y todos los adultos guardan un secreto. El conflicto de esta obra es un conflicto presente que se nombra en futuro. Fiesta, Fiesta, Fiesta habla de la educación y del sistema educativo, de la adolescencia, de la migración y sobre todo, sobre todo de la identidad, la individual y la colectiva: ¿De qué estamos hechos? ¿de qué somos? #YoSoyDe un instituto público que se abrió en canal y me contó su vida, y después me dijo: ahora cuéntalo bien. #YoSoyDe quiero que el mundo entra en las aulas, porque las aulas están llenas de mundo. Y tú, ¿tú de qué eres?

Palabras de Lucía Miranda, directora y dramaturga también de un espectáculo muy interesante que aplaudimos en el Teatro Valle Inclán en 2015, un brillante ejercicio acerca del clásico de Ibsen, Casa de muñecas: Nora, 1959.

 

Al final de cada función, y antes de conversar con el público se entrega a los espectadores tizas para que escriban en el suelo del escenario su «Yo soy de…». Un abrazo fraternal que muchos aceptan con lágrimas en los ojos.

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También en CULTURAMAS, críticas de otros espectáculos que tratan conflictos en el campo de la educación:
Iván, texto y dirección de Javier de Dios
La edad de la ira, de Fernando J. López. Dirección: José Luis Arellano
Tiza, de Susana Prieto y Lea Vélez. Dirección: Blanca Oteyza
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REPARTO: Anahí Beholi, Huichi Chiu, Saturna Barrios, Ángel Perabá, Efraín Rodríguez
Con la colaboración de Laura Santos como la voz de Funcionaria y Esther Sánchez como intérprete de la viola
Texto y Dirección Lucía Miranda
Diseño de Luces Toño Camacho
Escenografía Javier Burgos
Vestuario Paz Yáñez
Espacio sonoro Nacho Bilbao
Coreografías Ángel Perabá
Taller de Sombras chinas Carlos Nuevo
Ayudante de dirección Belén de Santiago
Administración Carmen Miranda
Producción Helena Ordóñez / Natalia Salazar
Jefe técnico Braulio Blanca
Una producción de The Cross Border Project con la colaboración de Junta de Castilla y León, Comunidad de Madrid, Lava de Valladolid y Bruno Galán.

 

Teatro Galileo: 16, 17, 18, 23, 24 y 25 de enero 2020.

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