Natalia Dicenta-Ramón Langa, puta y cliente rico en las antípodas de Pretty Woman

Por Horacio Otheguy Riveira

En La puta de las mil noches, de Juana Escabias, una mujer está viviendo un comienzo de madurez deseable, con simpatía y buenos recursos de profesional forjada en los más duros campos de batalla del sexo de alquiler. El que la contrata es un tipo frío, burlón y pendenciero. Natalia Dicenta asume toda la dignidad que su personaje necesita para ser espléndida y dejarse humillar ante una suculenta cantidad de dinero. Es todo lo cándida, resignada y fascinante que reclama un ser desprotegido ante la codicia de un tipo sin escrúpulos que Ramón Langa interpreta con un punto de ironía, como quien se sabe desgraciado en su perversión.

Tras el desasosiego de la trama se plasma una puesta en escena que simula las elegantes maneras de una comedia burguesa, con atractivos juegos cinematográficos pero en exceso fría, demasiado distante. Esta decisión del director Juan Estelrich quita densidad dramática a un texto minado de información ya conocida, que reclama mayor intensidad en el escenario. Sin embargo, entre todos se la juegan con entereza porque son los portavoces de un ser humano humillado que necesita, más que nunca, hacerse oír.

La pulcritud de la concepción escénica tiene un toque sórdido en la notable iluminación de Nicolás Fischtel, quien logra conmover donde la acción no lo hace: en las penumbras, los focos de gran crudeza, la caída de la noche y en el amanecer: sutilezas y matices que parecen recorrer los rincones de un cuerpo femenino que lo resiste todo ante la esperanza de que al fin la suerte le sonría:

El espanto es saber que si te niegas a lo que él te pide, él te despedirá y que tendrás que volver a hacer la calle, que estabas ilusionada con tu trabajo, que habías pensado que podrías reconducir tu vida pero que todo va a derrumbarse de golpe, que el mundo está colmado de oportunidades pero ninguna de ellas es para ti.

En esta función se plantean dos aspectos muy interesantes, por un lado la necesidad económica que hace posible que algunas mujeres se decidan a prostituirse, y por otro lado la capacidad de tomar esa decisión en una sociedad que basa gran parte de su estándar de vida en el abuso de poder y la humillación:

EL CLIENTE:
Leí un reportaje sobre unas mamarrachas que apoyaban a las putas: “Colectivo de solidaridad con las hetairas.” Reivindicaban la dignidad laboral de las putas. Es una profesión más. No me jodáis, es el trabajo más asqueroso que uno pueda imaginar. Un individuo introduce su lengua maloliente en tu boca, esos tipos a quienes se les va acumulando en la comisura de los labios una extraña masa blanca, los que apestan a sudor, los que desuellan tu piel con su barba de cinco días, los que traen el culo sin lavar… Y la señoritinga dice que como cualquier otro trabajo. (Bebe.)
LA PUTA:
(Desde el baño.) Podría ser barrendera y recoger de las calles las mierdas de los perros y los vómitos de los borrachos por un sueldo miserable, o limpiawáteres, o la mujer de un alcohólico que soporta sus palizas y su cuerpo maloliente.

De repente, aparece ella, cambiada totalmente, sugerente, con una peluca que agranda su cabeza, un corpiño ajustado, transparente, excitante, guantes y liguero con medias negras. Está muy sexy. Da media vuelta exhibiéndose, diciendo:

LA PUTA:
¡Voilá!

 

La película Pretty Woman fue un bombazo estrenado en 1990, único gran éxito popular que torna romántico al borde de lo sublime el encuentro de puta y millonario. Nunca se dio nada parecido, aunque hay numerosas películas, novelas y obras de teatro que exaltan las bondades de la prostitución y/o convierten a la profesional del sexo en una mujer noble, sufriente o alegre que sólo puede ser rescatada por un buen hombre. La película es una idealización escrita por un hombre, como todas las otras creaciones, con la particularidad que aprovecha la libertad de expresión imperante y la bella Julia Roberts  cobra por adelantado y luego se arrodilla para entretener al guapo de Richard Gere en una habitación de hotel de lujo, pero tiempo después se convertirá en una señora distinguida con alto ceremonial incluido.

En La puta de las mil nochesJuana Escabias —que ha escrito varias obras con gran protagonismo femenino (1)—, le da la vuelta al idilio, dice que es imposible, y afirma su propuesta presentando una visión árida, profundamente dolorosa, en la que una pretty woman que se acerca a la madurez es burlada por un ser repelente, a lo largo de una noche llena de trampas. Son figuras planas al servicio de una idea: el deseo de humillar de quien ha fracasado en la relación con las mujeres y puede permitirse todos los caprichos, incluidos los más sádicos, como un asesino en serie con odio ancestral hacia el sexo femenino. Esta vez cuenta con una profesional que es, sobre todo, atractiva y capaz de dejarse llevar y hasta canta estupendamente un tema de jazz. Figuras lineales, no en plan buenos y malos, sino nacidas para ofrecer testimonio y dar una imagen certera de uno de los temas sociales más complejos de todos los tiempos.

Hay trampas en el propio encuentro de los personajes, y en el artificio teatral que los sostiene al estilo de La huella, la ya clásica pieza que en los 70 estrenara Anthony Saffer (llevada al cine en dos ocasiones), puesto que se suceden muchas capas de falsas verdades y embustes entre lo inverosímil y la pura escenificación del sadismo de quien posee el tan deseado «maldito dinero, siempre el maldito dinero». El mismo esquema se ofrece en la pieza británica, pero entre un escritor millonario y el joven actor amante de su esposa. En esta Puta de las mil noches que transcurre en cualquier parte del mundo, la virulencia del planteamiento radicaliza la situación de dominio masculino sobre una mujer indefensa, impidiendo todo romance posible.

EL CLIENTE:
¿Tienes amor en tu vida? ¿Novio o marido? ¿Cuando te acuestas con él también finges los orgasmos?
La mujer sonríe cínicamente y exige más dinero.
LA PUTA:
¿Y tú?, ¿tienes amor? ¿Alguna vez en tu vida lo has tenido?
Hombre y mujer se miran mutuamente a los ojos sin contestar. Él bebe wisqui.

En síntesis, un espectáculo recomendable más por sus aspiraciones que por sus resultados, y en todo caso muy saludable en su propuesta ideológica sobre la prostitución, tan de actualidad en España donde un importante sector feminista lo quiere prohibir todo, enfrentándose a mujeres que se asocian y aspiran a pagar impuestos y sindicarse como profesionales autónomas, al margen de proxenetas.

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CITA AL MARGEN:

Una prostituta extranjera, con estudios a un cliente español habitual:
-¿Por qué me has elegido a mí y has rechazado a otros que te envié?
-Porque tú no me desprecias. Los hombres de aquí pagan para follar con mujeres a las que desprecian, En realidad más que el servicio sexual, creo que pagan para despreciar impunemente y que ese es el verdadero placer.
Todo lo que no te pude decir, novela de Cristina Peri Rossi, Menoscuarto Ediciones, Palencia, 2017.

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(1) Algunas obras de Juana Escabias ya editadas: La vida secreta de Ángela B, Endymion, 2009; Historia de un imbécil: interiores, Huerga y Fierro, 2010; Adúlteras, Huerga y Fierro, 2011; Apología del amor, Ediciones Irreverentes, 2011; Dramaturgas del siglo de oro: guía básica, Huerga y Fierro, 2013; Nueve mujeres infieles, Ediciones Irreverentes, 2013.
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Otras putas, otros ámbitos

Gibraltareña: carismática puta con Elisa Matilla
La ramera de Babilonia, de Ramón Paso
La oscuridad en la penumbra, poética unión de la prostitución con la búsqueda de la felicidad
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LA PUTA DE LAS MIL NOCHES


TEXTO: Juana Escabias
DIRECCIÓN: Juan Estelrich
REPARTO
Natalia Dicenta
Ramón Langa
Diseño de iluminación Nicolás Fischtel
Música original Raúl Gama
Diseño de escenografía Juan Estelrich
Ayudante escenografía y vestuario Elisa Marinas y Alba Espinosa
Dirección audiovisual Juan Estelrich
Fotografía Leticia Hueda
Maquillaje África de la Llave
Peluquería Ana Honrubia (Pompa)
Producción ejecutiva Pepe Claudio
Una producción del Teatro Español, Picueño S.L. y Teatro Sonámbulo
El encuentro con el público tendrá lugar el día 13 de diciembre tras la representación. Podrá asistir cualquier persona interesada (entrada gratuita hasta completar aforo). Presenta y modera Almudena Grandes.
Teatro Español. Sala Margarita Xirgu. Del 22 de noviembre al 23 de diciembre 2018

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