Equilibrio y coherencia

FCO. JAVIER CLAVERO CHAMPSAUR  

“Para conservar el equilibrio, debemos mantener unido lo interior y lo exterior, lo visible y lo invisible, lo conocido y lo desconocido, lo temporal y lo eterno”, John O´Donohue.

Equilibrio y coherencia, o el arte de no enfermar. Y aviso a navegantes, no pretendo que quien se sienta en equilibrio y coherencia (en ellas) no pueda caer enfermo. Nos movemos en ámbitos pantanosos y no menos resbaladizos, en los que no se debe ni generalizar ni particularizar. Constatamos hechos que la ciencia y la medicina estudia y corrobora día a día –a la neurociencia y epigénesis me remito—. Sin embargo parten de filosofías y estilos de vida enriquecedores y que nos aportan sino felicidad, sí una dicha interior es decir, paz, armonía y serenidad para afrontar y no menos disfrutar de nuestra existencia sí o sí.

En anteriores escritos he hablado del equilibrio entre cuerpo, mente y alma como elementos diferenciados y que por otro lado hemos de cultivar unidos –en comunión— para sacarnos el máximo partido. Para ampliarlo podríamos sumar palabra por palabra la frase de John O´Donohue que encabeza esta reflexión.

Tender puentes entre lo “interior y exterior, lo conocido y lo visible y lo invisible, lo desconocido y lo desconocido, lo temporal y lo eterno” nos abre un abanico de posibilidades para entender el mundo en que vivimos, al menos hacerlo más comprensible y con ello lo mucho que podemos llevar a cabo, esa apertura de mente proporciona esa tranquilidad de espíritu y pensamientos, permitiendo éxitos amén de fracasos como algo que nos alimenta, nutre y hace más fuertes.

Cuando a ello unimos la, en infinidad mencionada, coherencia… Pensar, sentir, decir y hacer lo mismo. Y qué fácil es decirlo y qué difícil practicarla. Teniendo en cuenta que cada uno tiene su propia coherencia en función de sus propios valores, principios, creencias, condicionamientos, limitaciones y miedos –ahí es nada—. Por lo tanto lo que para unos es coherencia para otros es todo lo contrario, incoherencia en grado superlativo.

Pensemos en lo que debemos evitar a toda costa, como vivir siempre, o casi, en estados de tristeza, angustia, rabia, molestos con todo. Nunca dejes que el mundo de las apariencias te reduzca la autenticidad, sea la que sea es siempre premiada por la mayoría de las personas que se cruzan en nuestra vida.

Deja que tus pensamientos y emociones se manifiesten, todas ellas tienen un origen lícito, al menos para ti, son el efecto de sentirte vivo. Quien ni siente ni padece está muerto aunque lo entierren a los noventa años. Y una consecuencia que puedes convertir en un aprendizaje, una enseñanza que te haga avanzar hacia otro factor relevante para la coherencia y relacionada con la salud… La toma de decisiones con la sana intención de encontrarte con soluciones a tus cuitas. Y que no olvidemos que decidir es simple y sencillo, lleva décimas de segundo, lo que lleva algo más de tiempo es el compromiso de mantenerlas a lo largo del ídem.

Aceptar, asumir y adaptarme al entorno como alguien que no solo quiere sobrevivir sino triunfar –quiero decir, estar en paz consigo mismo— comienza por creer y confiar en uno. Dicho todo lo cual y actuando en consecuencia obtendremos una salud del “Bambú” fuerte, resistente y flexible… Y si no lo es, tal vez sea el momento de mantener una cita con nuestro interior visitando esos lugares a los que no dedicamos ni tiempo, ni espacio, ni atención.

Y para terminar te animo a tararear esa melodía que hace que tu estado de ánimo sea… Ese que realmente quieres y deseas para ti. ¡FELICES FIESTAS!

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