“Un cadáver exquisito”: homenaje a Chaplin en una brillante comedia basada en hechos reales

Por Horacio Otheguy Riveira

“Un cadáver exquisito”, de Manuel Benito, aborda el tema actual del racismo y la creciente injusticia social con las nobles armas de un hecho real que fue portada internacional en 1978: el secuestro del ataúd donde yacía en Suiza Charles Chaplin, aquel Charlot tan querido por millones de personas de diferentes lenguas y culturas, símbolo del superviviente pícaro, ingenioso y solidario, se había marchado unos meses antes con 88 años, en la Navidad del 77. Su célebre viuda, Oona O´Neill le había dado ocho hijos (de los once que tenía), y contaba en ese momento con 52 años.

El buen polaco que aspira a casarse con la novia que le espera, y el búlgaro “feroz”, padre de familia sin un duro. Una pareja dispareja sobre la que gira un drama que da risa interpretado por Guillermo G. López y Jacobo Muñoz.

Gran parte de la comedia maneja información perfectamente contrastable con aquellos acontecimientos (1) en el marco de una obra articulada a la manera de las películas de Chaplin, divirtiendo como él mismo se hubiese divertido ante la hazaña de dos desgraciados ambicionando el Gran Golpe. Y allá donde la realidad se oscurece, Manuel Benito la ilumina con un desarrollo imaginativo que aborda el suspense con hallazgos estupendamente desplegados por la puesta en escena de Juan Pastor, un director de probado talento para un tipo de teatro muy distinto, más ligado a la melancolía y el drama psicológico. Sin necesidad de encasillarlo, porque en su larga trayectoria hay muy variadas “exquisiteces”; este cadáver tiene en sus manos el justo ritmo de un singular vodevil policiaco. Todo se presenta aquí con una precisión que el público disfruta con largo alcance, ya que para cinéfilos hay muchos guiños de cine negro clásico, y también para lectores entusiastas, por ejemplo de Simenon, ya que Felipe Andrés compone a un comisario con pipa en ristre a la manera del célebre Maigret, aunque bañado en las torpezas del Clouseau de Peter Sellers, y a su vez con un toque perverso de racista à la page. Un personaje muy rico, modélico antagonista que, muy bien planteado en el texto y ajustado con talento en la dirección, cuenta en Andrés con un actor disciplinado, riguroso, a quien he visto en toda clase de empeños y que en esta misma sala destacó ampliamente, lo menos en dos ocasiones: Verano Chéjov, El fantástico Francis Hardy, y en otros teatros, Cuando fuimos dosPánico. Esta vez borda el finísimo resplandor de un ser miserable que va de la inocente simpatía del idiota a la ruindad máxima con la distinción de un caballero.

Cristina Palomo, inflexible Oona O´Neill, entregada a la defensa de los inmigrantes, aquí despreciando al Comisario que interpreta Felipe Andrés.

Ante el predominio de los medios de comunicación, el miedo ancestral a la muerte, y la arrogante riqueza de una viuda  enigmática (una mujer de la que se sabe poco y nada —ninguneada por su padre, con quien nunca tuvo un trato afable, y luego despreciada porque el insigne escritor detestaba el cine y por tanto a Chaplin—), Manuel Benito ha tenido el acierto de crear personajes atractivos con un punto de humor negro y muchas referencias de la época, aportando un desenlace  de su cosecha, que levanta la función cuando parece estancarse. La levanta y ya no se detiene hasta alcanzar un final estupendo que rinde tributo a Chaplin y Oona, dejándonos con el radiante talento del primero, a quien no vemos en ningún momento, pero lo sentimos muy cerca, y en Cristina Palomo encontramos la notable interpretación de una mujer severa, altiva… y aquí deliciosamente irónica y justiciera, aunque no todo lo generosa que pretende ser.

Jacobo Muñoz y Guillermo G. López interpretan eficazmente a los ladrones del Este que aspiran a pillar algo de las grandes fortunas del país. Personajes muy divertidos por lo opuestos entre sí, compinches de una aventura disparatada “que hubiera hecho mucha gracia a Chaplin”. Actores de encantadora comicidad con la suficiente sensibilidad para dejar traslucir la tragedia que se agazapa en sus andanzas por el frío paisaje suizo, robando latas de conserva en chalets de lujo desocupados, mientras esperan el millonario resultado de su delito.

(1) El País: ¿Quién robó el cadáver de Chaplin?

De izquierda a derecha. Atrás: Jacobo Muñoz, Juan Pastor, Manuel Benito, Felipe Andrés. Delante, Guillermo G. López, Teresa Valentín-Gamazo y Cristina Palomo.

Texto Manuel Benito

Esta obra fue escrita dentro del V Laboratorio de Escritura Teatral de la Fundación SGAE.

Dirección Juan Pastor

Intérpretes Jacobo Muñoz, Guillermo G. López, Cristina Palomo, Felipe Andrés

Diseño de iluminación Sergio Balsera

Espacio escénico Juan Pastor

Vestuario/Ambientación Teresa Valentín-Gamazo

Ayudantes de escenografía Sara Hita/Toni Altamira

Fotografías Susana Martín/Eva París/Manuel Martínez

Prensa y Comunicación Raquel Berini/Manuel Benito/Pilar Valero

Ayudante de dirección Jorge Tejedor

Ayudante de producción Sara García

Producción Guindalera Teatro S.L.

Con la colaboración de MICROMECENAS que han respaldado este proyecto.

Espacio Guindalera. PRORROGADO 16, 17, 23 y 24 de febrero
Sábados a las 20:30h. Domingos a las 19h.

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