Álvaro Tato propone una nueva mirada al Siglo de Oro en «Todas hieren y una mata»

Por Ana Riera

Todas hieren y una mata es una obra escrita por el actor, músico, dramaturgo y poeta Álvaro Tato que nace como una aventura escénica, como un homenaje literario a los autores del Siglo de Oro en clave de arte barroco. El objetivo era escribir una comedia en verso, al estilo de la comedia nueva de Lope de Vega, pero en pleno siglo XXI. En palabras del propio autor, “la primera comedia en verso del siglo XXI, salvo que alguien diga lo contrario”. El sugerente resultado puede verse hasta el 24 de febrero en la sala principal del Teatro Fernán Gómez.

Se trata de la última aventura de Ay Teatro, un proyecto teatral en el que participan el propio Álvaro Tato, que en los últimos tiempos ha sido responsable de un gran número de adaptaciones para la Compañía Nacional de Teatro Clásico, Yayo Cáceres, director escénico y musical, y Emilia Yagüe, productora y distribuidora.

El argumento es propio de una comedia de “capa y espada” del siglo XVII. Don Daniel y su criado Pico huyen a todo correr de la casa de la bella Aurora perseguidos por un corregidor. Durante la huida, recalan en un bosque, donde conocen a una extraña mujer que resulta ser una bruja. Gracias a sus hechizos consiguen viajar en el tiempo. Pero en lugar de lograr lo que pretendían, acaban aterrizando en el siglo XXI, donde descubren a una misteriosa profesora que se muestra dispuesta a ayudarles. En definitiva, enredos, duelos, amores no correspondidos, aventuras, magia y, sobre todo, entretenimiento y humor.

Como explica Álvaro Tato, la obra “está escrita en redondillas, romances, décimas. sonetos y octavas reales”, es decir, usando las formas literarias propias de la poesía dramática barroca. Y nos habla de temas tan dispares como lo difícil que es para una mujer escapar de los estereotipos y conquistar la libertad, lo caprichoso que es el amor o el shock que supondría para alguien del siglo XVII viajar de repente al siglo XXI.

En cuanto al trabajo actoral, destaca el buen equilibrio entre el trabajo de actores veteranos y de larga trayectoria, como Sol López (bruja/criada), Carlos Lorenzo (corregidor) y Diego Morales (criado Pico), y la juventud y frescura de figuras emergentes como Alba Banegas (Aurora/Alba, misteriosa profesora)) y Antonio Hernández (Don Daniel, el galán), que están perfectamente a la altura. Me fascinaron especialmente Sol López, que está encantadora y cautivadora como bruja y graciosísima como criada. Y Diego Morales, al que daba gusto escuchar, tanto cuando recitaba como cuando cantaba.

La música constituye un buen recurso,ya que ayuda al público a viajar en el tiempo y a sumergirse en ese teatro que lo fue todo hace unos siglos y que en este experimento consigue renacer con renovada energía. De algún modo, le da un toque de autenticidad añadida.

El resultado convence y entretiene, demostrando que lo que funcionó hace tiempo de la mano de maestros como Lope de Vega, sigue funcionando en la actualidad. Que no se trata tanto del estilo como del trabajo bien hecho, y que a la postre, lo que realmente importa es saber llegar al público, ya sea en prosa fluida o en poético verso.

 

TEATRO FERNÁN GÓMEZ. Sala Jardiel Poncela. Del 7 al 24 de febrero 2019

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