Teodora: del burdel a Palacio

por Kika Sureda

Teodora, emperatriz bizantina (Constantinopla, 501 – id., 548). Hija de Acacio, un domador de osos y de madre actriz y bailarina, empleo que en aquella época era de la más baja condición social. Se crió en una situación de pobreza total y al fallecer su padre el asunto empeoró. Su madre la llevó a ella y a sus hermanas al Hipódromo para pedir que les dieran trabajo como suplicantes. Allí conoció las más bajas pasiones humanas, las niñas pobres no tenían muchas opciones: teatro o prostitución, ambas muy ligadas a la ciudad de Constantinopla. Con diez años empezó a trabajar en el teatro. Al parecer perdió la virginidad con un comediante.

En sus actuaciones se presentaba con muy poca ropa, realizaba movimientos sensuales y contaba chistes subidos de tono. Siempre hacía algo especial en sus actuaciones para tener excitado al público masculino y ser uno de los espectáculos más demandados.

En uno de sus espectáculos apareció con menos ropa de la habitual, se tumbó en el escenario y abrió las piernas mirando hacia los espectadores; mientras unos esclavos esparcieron sobre su sexo, muslos y senos granos de cebada. Al instante entraron gansos hambrientos y comenzaron a comerse el grano entre los gestos espasmódicos de placer de Teodora. Este espectáculo le hizo alcanzar gran fama y comenzó a ser invitada principal de las fiestas comunitarias de nobles y ricos. Su fama de excelente meretriz le precedía solo con dieciséis años. Era la prostituta mejor pagada y más solicitada en Constantinopla.

Abrió junto a Antonina, su mejor amiga, una casa de meretrices, la más acreditada de la ciudad. Conoció a Ecebolo, gobernador de Pentápolis y decidió ser su amante, cansada ya de la vida de meretriz. La relación con Pentápolis resultó ser muy tormentosa. Tuvieron una hija.

Después de tres años fuera de Constantinopla, con una hija y la relación fracasada, regresó a la ciudad y volvió al burdel con Antonina. Ésta era por aquel entonces amante del general Belisario. Fue a través de él como conoció a Justiniano un hombre culto y ambicioso que esperaba la muerte de Justino para ocupar el trono. La vida de Teodora había sufrido un cambio, ya no era la que fue, no aceptaba compañía de hombres, se deleitaba en la lectura y el hilado de la rueca. Se cree que este cambio se produjo por el contacto durante su tiempo fuera de Constantinopla con la secta monofisita.

Mujer dotada de gran belleza, inteligencia y energía, cautivó desde el primer momento a Justiniano, que la hizo su amante y a las pocas semanas la instaló en su residencia. La ley impedía que Teodora fuera esposa de Justiniano pues prostitutas y artistas de teatro no podían contraer matrimonio con nobles.

Justiniano derogó la ley para convertirla en emperatriz. Teodora tuvo un papel fundamental en la resolución de la revuelta de Nika (532). Gracias a ella también se legisló a favor de la mujer: derechos de las madres sobre sus hijos, prohibió la prostitución forzosa, mejora de los derechos respecto al patrimonio en el divorcio, instituyó la pena de muerte por violación y prohibió el asesinato de mujeres por adulterio.

Vivió y reinó junto a Justiniano dieciséis años. En el 548 murió de un cáncer de mama.

 

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