Eva Rufo y Jesús Noguero en cuatro personajes y un «Espejo de víctima»

Por Horacio Otheguy Riveira

Eva Rufo y Jesús Noguero en dos personajes cada uno. Título del espectáculo: Espejo de víctima, una metáfora que engloba dos obras cortas: La lástima y La odiosa.

Muy interesante el género de teatro breve que conforma una función de duración larga. Hay una gran tradición muy olvidada, ya que últimamente abundan las representaciones de una sola hora, o el microteatro de minutos. En este caso, los temas y personajes funcionan mejor en la primera pìeza, en la segunda hay promesas que no se cumplen, echándose de menos un desarrollo más potente, mayor esfuerzo en el dramaturgo. El conjunto tiene, sin embargo, el aroma inconfundible del envolvente placer propio de un teatro intimista tan intenso que nos involucra a todos, sin movernos de la butaca.

La producción es muy buena, y los intérpretes, espléndidos. Jesús Noguero, acostumbrados nos tiene a composiciones de profundo arraigo, transiciones limpias, creaciones muy completas en todos los aspectos de las personalidades que le toquen en juego (Kafka enamorado, Festen, Consentimiento…). Aquí se ocupa de un sobrado enamorado de sí mismo que se topa con una monstruosidad de infancia que creía olvidada, y luego interpreta a un desesperado, tan atacado de rabia y desconsuelo que puede transformarse en el hombre más violento… o el más inesperadamente enamorado.

Eva Rufo ha despuntado a partir del nacimiento de la Joven Compañía Clásica en 2010 con una versión inolvidable de Las bizarrías de Felisa, de Lope de Vega, dirigida maravillosamente por el mismo responsable de esta puesta en escena, Eduardo Vasco. Desde entonces ha dado muestras de mucho talento en constante evolución (Kathie y el hipopótamo, Penal de Ocaña, La geometría del trigo…). En este Espejo de víctima, primero es una fría periodista sumergida en una situación personal tortuosa que se va desvelando poco a poco, y luego una diva del dolor que convierte en impúdica rebelión un atentado terrorista sobre su cuerpo maltrecho.

Personajes y situaciones muy atractivos en manos de intérpretes que, con el público muy cercano, dan rigurosas muestras de dominio técnico y palpitante interés en conmovernos con el despliegue de sus turbulencias emocionales.

En La lástima, el desarrollo tiene mucha tensión y el final abierto tiene fuerza, dejándonos con un «No me fío» acompañado de una puerta que se cierra, y un cuerpo femenino armado de paciencia. Inmóvil. Esperando el regreso de quien parece que ya no estará tan convencido de cada uno de sus pasos. Buenos diálogos, feliz puesta en escena y armónico espacio sonoro para un vigoroso drama; estupendamente expandidos los vértices de una psicopatía ligada a los favores de la lástima y la excitación sexual que puede producir la fantasía de ser víctima o de amar al verdugo…

En La odiosa, los buenos elementos en juego que avanzan de manera cautivadora, envolvente, combinando alta tensión y violencia física acaban despeñándose por un tono inverosímil de tan artificial; al armado de las situaciones se le ven las costuras, incluido el lamentable golpe de efecto final. Aquí no ayuda el espacio sonoro, pues distrae de manera muy desagradable en lo mejor de la obra, en la escena más importante. Algo que suele ocurrirle a Eduardo Vasco cuando se deja llevar por su pasión de musicólogo/compositor (así en Hedda Gabler con piano en escena o en El malentendido, con viola de gamba y acordeón). Se producen acompañamientos musicales que no dejan escuchar con atención a los actores, y además alteran la riqueza expositiva de su propia puesta en escena.

En ambas piezas, Lorenzo Caprile firma un vestuario espléndido como suele suceder (por ejemplo, recientemente, Entre bobos anda el juego); las prendas que llevan los personajes expresan por sí mismas mucho de su mundo interior en este Espejo de víctima donde se bosquejan aproximaciones serias a temas muy complejos.

Primera obra, La lástima: un político y una periodista. Un pasado siniestro. Un presente inquietante. Un futuro de pronóstico reservado.
La odiosa: un hombre aparentemente tímido, una mujer malherida aparentemente infranqueable, ambos atrapados por las consecuencias de un atentado provocado por otra mujer.

Texto Ignacio del Moral

Dirección Eduardo Vasco

Escenografía Carolina González
Iluminación Miguel Ángel Camacho
Vestuario Lorenzo Caprile
Espacio sonoro Eduardo Vasco
Ayudante de dirección Álvaro Nogales
Fotos marcosGpunto
Diseño cartel Javier Jaén
Producción: Centro Dramático Nacional

Teatro María Guerrero. Sala de la Princesa.

Del 20 de marzo al 21 de abril de 2019. De martes a domingo a las 18:00 horas.
Encuentro con el equipo artístico, martes 2 de abril de 2019, al finalizar la función.

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