Cine en el teatro: Las películas de «Hitchcock», parodiadas por dos personajes que Hitch también mataría

Por Horacio Otheguy Riveira

El gran asesino del cine, también llamado Mago del suspense, tenía un gran trauma que reflejaba en el cine con historias en las que determinadas mujeres eran asesinadas por hombres desalmados o simplemente trastornados. Sir Alfred Hitchcock, el inglés imperturbable que triunfó en Estados Unidos, nunca escribió un guión pero se pegaba a los guionistas y no los dejaba en paz hasta que cualquier historia tuviera su sello, su atmósfera, su terror propio de una Psicosis o la cautivante sensualidad con una misma mujer dos veces asesinada en Vértigo, o divirtiéndose con un pobre tipo acosado injustamente en Con la muerte en los talones, o creador de los besos más fantásticos de la historia del cine entre Cary Grant e Ingrid Bergman (Encadenados)/Eva Marie Saint y Cary Grant (Con la muerte…), James Stewart y Grace Kelly (La ventana indiscreta), James Stewart y Kim Novak (Vértigo) o Sean Connery y Tippy Hedren (Marnie la ladrona) o incluso el más difícil todavía: Paul Newman y la entonces muy angelical Julie Andrews (Cortina rasgada).

Photo by: NBCU Photo Bank

Y todo esto viene a cuento porque hay quienes se toman a chacota tanto beso y tanto crimen. Como la pareja de cómicos que ahora nos visita, y a quienes Hitch se cargaría sin moverse de la silla. Son dos personajes entrañables que por eso mismo no suscitan piedad alguna. Se trata de dos personajes que aterrizaron en Madrid desde su triunfal Barcelona para presentar Hitchcock, la comedia.

El maestro movería las manos y los atraería a su vera para darles a elegir cómo les gustaría sucumbir ante la insolencia de meterse con él, de caricaturizar sus escenas de damas en peligro, de cruces de calles, de pesadillas y cuchillos de cocina blandiendo la piel de una mujer hermosa. Y ellos, sorprendidos ante la novedad de que el fantasma del genio les proponga semejante aventura no saben qué decir, tartamudean… y mientras tanto insisten en presentar un espectáculo que se ofrece sólo los jueves y viernes a las 22,30 horas, y así las cosas, el temido fabulador de crímenes acaba riendo como uno más, pero eso sí… sin que nadie lo vea…

En el exótico Soho Club Teatro de la primera planta de un gran edificio (en la segunda un restaurante chic con recepción que hace de taquilla), el limpiador de un cine y su novia actriz se encargan de realizar un corto sobre las célebres películas del genio para participar en un certamen. A continuación, torpeza va, torpeza viene, jugando mucho con características voces de doblaje español, el histrionismo de ella (autora también del texto, Mónica Pérez) y la sobriedad de él (Jordi Ríos) se explayan en una sucesión de escenas dislocadas a base de un humor directo, lindante con la revista popular, el sainete y el chiste, aunque con algunos sorprendentes gags gestuales, como el del sonido de un tren antiguo blandiendo periódicos… o el disloque inesperado que se produce cuando de pronto el galán cae víctima de una reacción alérgica…

En definitiva, el bueno de Hitch (1899-1980) puede seguir descansando intranquilo, imaginando nuevas maneras de matar como una catarsis que ya no es la misma desde que nos dejó, y sobre la que también rió maravillosamente Mel Brooks en 1977, con el gran mérito de que Sir Alfred todavía estaba vivo: Máxima ansiedad (High Anxiety).

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Ver también

Los besos de Hitchcock

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