Novela y teatro en «Nada», de Janne Teller: adolescentes que imitan el sadismo de los adultos

Por Horacio Otheguy Riveira

Primero sucedió en Dinamarca, modelo de sociedad bien organizada, sin conflictos sociales destacados, cuando Janne Teller publicó su novela «Nada», y levantó la ira del democrático gobierno que inmediatamente prohibió su publicación, la retiró del mercado, y lo mismo sucedió en otros países. La violencia allí desplegada por un grupo de estudiantes de instituto no era nueva en la literatura, pero resultaba excepcional sin la excusa de la marginación y la criminalidad de un ambiente carente de recursos económicos, o arrastrado a la delincuencia, sin paliativos. Esta juventud no tenía problemas, pero ante la presión de un líder obsesivo con que la existencia no sirve para nada, se organizan en una ceremonia espeluznante donde prevalece el mismo sadismo con que los adultos elaboraban falsas democracias que desembocaban en destructivas tiranías. Sucedió ayer, sucede hoy. Y el teatro se nutre de renovada imaginación en manos de una Compañía excepcional: Ultramarinos de Lucas.

 

Una novela censurada durante más de diez años que ya se tradujo a numerosos idiomas y se recomienda como lectura para bachillerato en muchos institutos. Nada nace como novela escrita por una mujer con amplia experiencia en «gestión de conflictos» en países como Bangladesh y Tanzania, y elevó su preocupación al idílico modo de vida de su país donde, sin embargo, también se cuece la angustia existencial y la manipulación violenta hacia la intolerancia y la endogamia de grupos de adolescentes.

De esa base, esta recreación teatral sumamente eficaz con tres actores y una actriz interpretando varios personajes. Adultos que representan a jóvenes estudiantes en un esfuerzo muy interesante desde el punto de vista de técnica actoral con la que consiguen transportarnos a una serie de situaciones que comienzan con la ligereza de una comedia costumbrista que se transforma en una creciente sesión de sadismo con el objetivo de obtener un extraño poder ante el vacío del compañero que les abandona, convencido de una teoría nihilista. El creciente suspense y la crueldad que va carcomiendo sus vidas tiene el color de una corrupción muy veraz entre adultos con abuso de poder.

Una cotidianidad internacional a través de una manipulación moral que oscila entre la corrupción de ayuntamientos y grandes guerras, fomentadas por el negocio de las armas. Al final de la representación, un  coloquio con el público. Una conversación entre los artistas y los espectadores con sus variadas perspectivas ante la Nada y el Todo que representan estos personajes ciertamente temibles que brotan en sociedades satisfechas de sí mismas y en otras, como la nuestra, proclives a desigualdades sociales que siempre facilitan las situaciones extremas de rebelión al sistema.

Un espectáculo forjado en una Compañía con estilo muy personal, que recorre colegios e institutos y cada tanto aparece en teatros, y con cada suma de espectadores construye su hogar en el que el teatro tiene una vitalidad cotidiana donde lo social y la imaginación, la creatividad y el peso de la cotidianidad son capaces de unir fuerzas y lograr la gran fusión de la acción con el pensamiento. Reflexiones montadas sobre una notable catarsis escénica.

Antón abandona el aula el primer día de clase, y decide no volver nunca más al instituto. Ha descubierto que nada importa, así que no merece la pena hacer nada.

Antón se sube a un ciruelo que hay en el jardín de su casa y desde ahí vocea sus pensamientos, increpando a sus compañeros cuando van a clase. Les hace ver que la vida no significa nada, que nada tiene sentido, les habla de su insignificancia comparados con el universo y el devenir de la historia, y les invita a que tampoco hagan nada, y se queden, como él, mirando el cielo.

Sus compañeros, agitados por las ideas de Antón, deciden demostrarle que se equivoca, que sí hay cosas que tienen un significado en la vida, cosas importantes. Así, irán acumulando objetos con un gran valor personal para cada uno de ellos, hasta crear un auténtico «montón de significado». Poco a poco, este propósito se va convirtiendo en un juego temerario que les lleva a cuestionarse las normas, los valores y la moral, hasta ponerse en peligro ellos mismos.

ULTRAMARINOS DE LUCAS

Autora: Janne Teller

Dramaturgia y dirección: Jorge Padín

Intérpretes: Marta Hurtado, Juan Monedero, Juan Berzal, Jorge Padín

Producción: Ultramarinos De Lucas

Ultramarinos de Lucas es Premio Nacional de Artes Escénicas para la Infancia y la Juventud 2015.

La compañía nace en Guadalajara en 1994 y la formación de sus integrantes proviene de prestigiosas escuela como La École International de Jacques Lecoq en París o La Abadía en Madrid. «Somos un grupo de imprudentes que persistimos al cabo de los años, empeñados en hacer teatro como lo hacíamos cuando empezamos: sin prejuicios, con entusiasmo, con pasión, trabajando juntos, aprendiendo juntos, disfrutando y sufriendo juntos. Insistimos en hacer lo único que sabemos: jugar. Desde que fundamos Ultramarinos de Lucas, hemos creado casi una veintena de espectáculos para público adulto y familiar que hemos mostrado en todo el territorio nacional y en un buen número de países, participando en todo tipo de festivales y ferias. Entre los autores que hemos llevado a escena destacan Samuel Beckett, Shakespeare o Harold Pinter.»

TEATRO CUARTA PARED. Del 6 al 21 de junio, jueves y viernes, 21 horas

En su 25 aniversario la misma Compañía ofrece los sábados a las 19 horas: Romeo & Juliet, y a las 21 horas: La sombra de Lear, ambas interpretadas por un solo actor, Jorge Padín.

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Otras obras con adolescentes en acción:

La edad de la ira, de Fernando J. López

El señor de las moscas, de William Golding

Mata a tu alumno, de Carles Mallol

Iván, de Javier de Dios

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