Crates de Tebas

por Kika Sureda

Este filósofo figura en la historia de la filosofía al lado de Diógenes y de Antístenes en la escuela cínica. Era natural de Tebas, hijo de un tal Asconio y gozando de rica fortuna se hizo discípulo, ora sea del mismo Diógenes el Cínico, ora de Brisón de Acaia; lo que le condujo a dejar sus riquezas y familias para seguir a aquellos filósofos mendigos. Según Antístines, lo que habría dado el golpe de gracia para determinar su filosófica vocación, sería haber visto representar en una tragedia la manera de vida que escogió. Se cuenta, que vendió su patrimonio, distribuyendo doscientos talentos entre sus conciudadanos; pero también se dice, que siguió un consejo no tan generoso que le dio Diógenes, de que dejase simplemente incultos los campos que poseía, a merced de los animales, y que el dinero que tuviese lo echase al mar. En todo caso fue famosísimo su ejemplo de desprendimiento, y sin igual, tal vez entre los filósofos paganos. Es famoso que al desprenderse de todos sus bienes puso una corona en señal de haber triunfado sobre las  riquezas, conquistando la libertad, presentándose luego como un pordiosero, pero celebrando su nueva vida con mucha risa,  muestra de su alegría. Rico, pues, con su zurrón y con un harapiento vestido, comenzó Crates a gozar de la libertad propia de los cínicos, que consistía en prescindir de todas las conveniencias sociales. Contribuía en éste su estado a atraerse los desprecios del vulgo, el ser feo de rostro y contrahecho de cuerpo, cojo y jorobado por añadidura. No solían los cínicos contraer matrimonio; Crates fue, en esto una excepción, pues, requerido por Hiparquia la tomó por perpetua compañera, a condición, no obstante, que ésta se acomodase en todo a su género de vida, lo cual hizo, por modo muy singular, adoptando hasta su vestido, y manteniéndose en todo a la altura de la escuela de su marido. Por otra parte, se habla de hijos de Crates, que éste educó y casó por modo también extraño. Entre los discípulos y continuadores de la obra de Crates se cuenta Metrocles, a quién siguió Cleómenes. Crates murió anciano y fue sepultado en Beocia, según concluye Diógenes Laercio. Aunque afeado por las extravagancias del cinismo, había en Crates un fondo de filosofía natural, no despreciable. Se puede afirmar que Zenón, junto con este filósofo, sirvieron de transición de la escuela cínica a la estoica. De Diógenes a Crates el carácter cínico ha variado en extremo. Diógenes en sus correcciones del vicio no hace más que burlarse del género humano; mientras que las reprensiones que Crates dirigía a sus conciudadanos, merecían a éste la benevolencia y estimación pública, hasta el punto que por lo abiertas que encontraba todas las puertas adonde llamaba, fue apellidado según Plutarco, thurepaunoiktes, como si tuviese en su mano las llaves de los corazones. Pues es famoso que sus consejos lograban hasta restablecer la paz en el interior de las familia. Se le atribuyó a Crates un libro de epístolas filosóficas y se dice que su estilo igualaba a veces al de Platón. También escribió, según algunos, tragedias llenas de altísima filosofía. Cita su historiador Diógenes Laercio, para muestra, los siguientes versos:

Non turris una patria, tectum unum mihi,

Sed universae terras domus et oppidum

Quodcumque mobis mansio et caenaculum,

que hacen referencia a su vida propia sin patria y sin hogar.

Las sentencias de este filósofo que nos ha conservado el citado historiador, con Plutarco, Simplicio y Estobeo, se hallan coleccionadas en Fragmenta Philosopherum Graecorum, vol II (París, 1867). Las más frecuentes, como era de esperar, en estos fragmentos, son las críticas dirigidas contra los ricos que hacen mal uso de sus riquezas. Juntamente resalta un gran aprecio de la frugalidad hermosamente expresado en estos versos:

Salve, dea domina, honorum hominum deliciae

Frugalitas, inclytae Temperantiae progenies,

Tuam virtutem colunt, quicumque justitiam exercent.

En ocasiones apunta el vicio capital de la virtud sin entrañas del futuro estoicismo que en Crates se presiente, como en los consejos que da para dominar la pasión del amor, aconsejando en último caso el suicidio.

Fames amorem sedat, aut sed at dies:

Quod si nec istis flamma cedat contumax,

Medicina restat laqueus extreme loco.

También, según Plutarco y Estobeo, recomendaba mucho Crates la modestia en la mujer, como su mejor ornato, aunque no parece que hiciese adelantar en esta virtud a su discípula Hiparquia. Por fin, enseñó muy bien con sus obras y palabras, que no hay que creer que la felicidad de la vida haya de consistir en la muchedumbre de los goces de los sentidos, que como él mismo encontraba analizando la vida del hombre, en toda edad se hallan ser muchos más los quebrantos que los halagos, hasta llegar a la vejez, en que se vuelve a desear la primera edad en que tan poco se había disfrutado.

 

 

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