La paradoja que vertebra ‘Entre visillos’, de Carmen Martín Gaite

GASPAR JOVER POLO.

Esta es una novela importante, premiada, reconocida; este libro nos habla de la sociedad española de la época franquista, de una ciudad de provincias en la que la mayoría de sus habitantes no es consciente de la penosa situación en que se encuentra, de un tema serio por tanto, de un tema existencialista; la autora describe con gran verosimilitud y con pincelada certera la rigidez, el agobio, la opresión, la tristona realidad de los años cincuenta en España. Pero est potente tema, con ser muy importante en el libro, no es lo que más llama la atención.

Sucede también que Entre visillos consigue algunas veces ladearse del tema principal y obsesivo, aparta el foco de luz del asunto transcendente para hacer surgir por aquí y por allá, durante algunos renglones, momentos de vida que imponen su presencia en el texto por su propio valor literario, por su poesía, que son como piedras preciosas engastadas en el material narrativo general: “Antes de llegar a la catedral”, describe Pablo, uno de los dos narradores y a la vez personajes, “se pasaba por tres placitas desiguales que parecían huecos dejados por casualidad. Una tenía una fuente, otra un gran farol. En la tercera, la más pequeña de todas, apenas un espacio triangular delante del esquinazo de dos casas, había una frutería iluminada en el bajo de una de las fachadas. Del techo colgaban fardeles, hueveras y cosas confusas, y estaba la dueña asomada a la calle, en alto, sobre unos escalones, con un gato, debajo de una bombilla. No hacía nada, solo mirar afuera, ni se movía”. Van paseando los dos personajes narradores Pablo y Natalia (Tali), y pocos renglones después, pocos metros más allá en el desarrollo del mismo paseo por el casco antiguo, brilla otro momento: “Pasamos también al lado de la fachada de la catedral, por una callecita que es como un pasillo, y ella miró para arriba pegada a la pared y respiró muy fuerte. Dijo que le daba vértigo verse las piedras tan cerca y miedo de que se le cayeran encima, y la aplastaran”. Tali se asusta del contacto con la impresionante mole arquitectónica, pero, al mismo tiempo, cuando Pablo le pregunta: “¿Entonces por qué mira?”, ella responde que porque le gusta, “sobre todo así casi de noche, tan misterioso”.

La que tiene miedo de pasar por el estrechamiento y a la vez disfruta con el roce de la pared es Tali, el personaje que a lo largo de la novela alterna con Pablo en la función de narrador. Tali es la protagonista más joven de este relato coral y es la única que parece capaz de resquebrajar el asfixiante modo de vida franquista, de abrir las brechas por donde puedan penetrar la luz y el aire frescos. Tali es el personaje encargado de demoler, de desjarretar, de hacer palanca para que todo salte aunque solo se trate de una chica joven, de una adolescente que todavía va al instituto, y de que se vea envuelta por una sociedad abrumadoramente machista y controlada por el sistema de ideas. Tali parece la única que todavía no está contaminada y deformada por el todopoderoso medio social. 

Pablo, el otro personaje narrador, disfruta de una sólida preparación académica, ha vivido en el extranjero varios años y es ya un hombre. Pablo es consciente de todas las deficiencias, de todas las miserias de la ciudad provinciana en la que vive y trabaja; pero, al contrario que Tali, no es capaz de dar un solo paso práctico para mejorar la vida de los que le rodean. La joven Natalia es la única capaz de mantener la esperanza en el cambio aunque solo tenga a su favor el entusiasmo de la adolescencia. 

Esta es la única salida o solución que plantea Carmen Martín Gaite en su libro Entre visillos. Y por eso precisamente, porque el peso de la transformación radical e imprescindible parece recaer sobre el personaje a simple vista más débil, estalla la paradoja con una potencia fuera de lo común, Tali es un David femenino que se enfrenta a un Goliat de múltiples cabezas. Esta salida única y muy arriesgada es lo que más llama la atención en la novela. Creo que el valor que demuestra el personaje más joven e inexperto es lo que más dentro nos llega y lo que más nos puede conmover.

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