Luciano de Samósata

por Kika Sureda

Luciano de Samósata fue un escritor griego del siglo II d.C. Nace en la Siria del Norte, hacia el año 125 y muere poco antes del año 192, coincidiendo con el reinado de Commodo. Sus padres, gente pobre, le dedicaron a un trabajo manual, y como de niño demostró cierta habilidad en modelar figurillas de cera, lo pusieron de aprendiz en un taller de escultor de un hermano de su madre. Una escena violenta con su tío, por haber roto una tabla de mármol que le mandaron desbastar, decidió su porvenir, pues obtuvo de sus padres el beneplácito de poder estudiar, algo que coincidía con sus ambiciones. Se ignora quienes le iniciaron en el helenismo, pues solo sabemos que terminó sus estudios en las escuelas de retórica de Jonia, en donde el joven bárbaro, que al empezar sólo conocía el siriaco, se transformó en uno de los escritores que escribieron el griego con más elegancia, gracia y pureza. Debía tener alrededor de unos veinticinco años cuando en Antioquía empezó a ejercer de abogado, pero no debía tener grandes aficiones cuando abandonó este oficio al poco tiempo para dedicarse a viajar y dar conferencias, como hacían en aquella época de decadencia de la literatura griega los sofistas. Pronunció discursos en Asia Menor, Grecia, Macedonia, Italia y las Galias, y obtuvo en una ciudad semigriega del valle del Ródano una cátedra de retórica con grandes emolumentos, que abandonó al poco tiempo para regresar a Grecia. Al principio del reinado de Marco Aurelio, entre 161 y 164, se le encuentra en Oriente, marcha a Jonia y a Antioquía, donde estaba cuando en el año 163 el emperador emprende la guerra contra los Partos, debió regresar después a Samósata, hasta que tomó la resolución de establecerse, con todos los suyos, en Atenas. Allí vivió unos veinte años, entre los cuarenta y sesenta y allí fue donde se afirmó su originalidad de escritor, abandonó la retórica, renunció a los tribunales y a la sofística para entregarse a la sátira. De un carácter satírico y humorístico, compuso los diálogos, libretos y relatos burlescos que le dieron fama entre sus contemporáneos y le han hecho pasar a la posteridad. Al acercarse la vejez volvió a emprender sus viajes, y después de recorrer diversos países leyendo las sátiras que le habían hecho célebre en Atenas, aceptó cerca del gobernador romano de Egipto la alta dirección de los asuntos judiciales. Desde este punto se le pierde de vista, lo cual hace suponer que murió ejerciéndola. El escritor griego Suidas, a quien debemos algunos datos biográficos de Luciano, supone que murió a consecuencia de las mordeduras de unos perros, pero es posible que tomara por perros a los cínicos a quienes Luciano había atacado cruelmente repetidas veces; otros creen que murió de gota, ya que le dedicó una de sus composiciones a ese tema. Debido a la falta de datos no es posible clasificar sus escritos en un orden cronológico rigurosos, podemos, sin embargo, establecer ciertas épocas en la vida de Luciano. A la primera pertenecen todas sus obras puramente retóricas: El tiranicida, El desheredado, los dos Phalarés, Elogio de la mosca, Del ámbar o de los cisnes, De las dípsadas, De una sala, El juicio de las vocales, y, por último, El elogio de la patria, Hippias o el baño, y El pseudosofista, en el supuesto que estas tres últimas sean suyas; todas ellas son espirituales y a veces agradables, pero ligeras. Entre estas brillantes futilidades, debemos incluir, quizá, un escrito de más trascendencia, el Nigrino o las costumbres de un filósofo, donde nos hace sentir la emoción viva, aunque pasajera, producida por la visita que hizo en Roma al filósofo Nigrino. Esta primera serie de obras termina con El sueño, donde, al regresar a su país, relata a sus paisanos los primeros años de su vida, Los Retratos y Sobre los retratos, y la hermosa sátira Cómo debe escribirse la historia. En una segunda etapa que comienza en el año 165 , genera una nueva serie de escritos de carácter filosófico. Comienza con el diálogo acerca de la Pantomima, el Anacarsis o la gimnasia. Dentro de su extensa producción de esta época, destacan El Cínico, Timón o el Misántropo, El banquete, Diálogos de los dioses, entre otros. En algunos de los diálogos, Luciano, con rasgos vivos y a veces cínicos, señala ciertos aspectos generales de la humanidad, con una incredulidad ligera y disimulada, y a veces descubierta y francamente agresiva. Pero no se dedicó solo a la forma dialogada; su ingenio e imaginación recorrieron todas las formas, novela, biografías, parodias, disertaciones satíricas, diatribas personales y libelos. Algunas de estas composiciones se refieren a su vida literaria, El falso razonador; otras, con pretexto de consejos útiles, parecen destinadas a satisfacer venganzas personales, Contra un ignorante bibliómano; y otras son verdaderas instrucciones morales, donde siempre abunda el elemento satírico, Que no debe fácilmente darse crédito a la maledicencia. En una tercera y muy corta serie de obras comprende las que escribió durante la vejez. Entre ellas, primero dos prólogos de conferencia: Prefacio a Baco y Prefacio a Hércules, Apología de los salariados, Sobre una falta cometida al saludar; a las que se puede añadir las parodias trágicas como La Tradofopodagra. Los Epigramas, en total , fueron escritos a lo largo de su vida. Luciano, como otros muchos, también ha tenido imitadores cuyas obras han sido confundidas con las suyas. Su estilo mantiene una mezcla de imitación y espontaneidad. Las continuas lecturas de los clásicos, de donde el joven siriaco aprendió el griego, y su gran facultad para asimilar, le convirtieron en un verdadero ático, no intolerante y de espíritu estrecho. Y aunque deba el vocabulario a los autores clásicos, lo maneja de un modo elegante y con gran facilidad, y es la delicadeza una de las características más notables de su estilo. Como filósofo no se le puede filiar a escuela alguna. Estuvo cautivado primero por los sofistas, y a la madurez se dio cuenta de la falsedad de sus doctrinas y se separó de ellos. Como moralista, aunque haya sufrido la influencia del cínico Menipo su tendencia general le inclinó hacia el epicureísmo en su forma más inteligente y moderada. En su libre pensamiento, Luciano llega a atacar a la credulidad, hasta el mismo epicureísmo, a la negación de la providencia divina. Los cristianos, lejos de prohibir la lectura de sus obras, las han tomado como argumento contra el paganismo. Las ediciones hechas de sus obras son en número extraordinario como la príncipe de Florencia (1496) y la de texto greco-latino de Basilea (1563). Posteriormente y ya en el siglo XIX se llevaron a cabo otras ediciones sobre todo alemanas y francesas.

 

Para saber más:

Luciano de Samósata (2018). Relatos Verdaderos (Mariana Franco San Román y Roberto Jesús Sayar, trads.). Walden Futura. Walden Editora.

Luciano de Samosata en España (1500-1700). Vives Coll, A. (1959). Valladolid-La Laguna. 

Lucían of Samosata in the two Hesperias. An essay Literary and Culture traslationZappala, M. O. (1990).  Potomac (Maryland).

Orígenes de la Novela. Menéndez y Pelayo (t.I, Madrid, 1905).

 

 

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