¿Dónde está mi cuerpo? (2019), de Jérémy Clapin – Crítica

 

Por Jaime Fa de Lucas.

El comienzo de ¿Dónde está mi cuerpo?, la nueva propuesta de animación de Netflix, es desafortunado, pues establece un tono excesivamente triste y desagradable que de inicio cuesta digerir. Poco a poco el desarrollo va suavizando sus aspectos más ásperos y uno puede entrar en la película con mayor facilidad y disfrutar la calidad de la animación. Por desgracia, la historia del protagonista está llena de clichés y el arco narrativo es previsible y convencional. La parte de la mano parece sacada de una película de acción de Hollywood, sustituyendo a Steven Seagal por la mano.

No obstante, el mayor problema de ¿Dónde está mi cuerpo? es que por momentos da la sensación de que la historia de la mano es secundaria, como un añadido cuyo fin es enmascarar el romance genérico sobre el que pivota todo. Algo que en el fondo queda demostrado con un final en el que la mano no aporta nada significativo, por mucho que Clapin intente transmitir cierta profundidad, y que acaba siendo un mero ejercicio pseudopoético.

Un aspecto que no me convence del todo –posibles spoilers desde aquí– es que la mano ve. Esto disminuye el impacto de su aventura, ya que no se enfatiza la individualidad del miembro como tal, sino que se humaniza, hasta el punto de que es un accesorio cualquiera que puede ser sustituido por cualquier objeto inanimado con el don de la vista. Y más si tenemos en cuenta ese final sin sentido, en el que la mano llega al cuerpo y no interactúa con él. Jérémy Clapin consigue muchas más cosas en Skhizein, un cortometraje que recomiendo y que es bastante superior a este proyecto.

 

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