Actos humanos

ACTOS HUMANOS

HAN KANG

RATA_BOOKS

En mayo de 1980, en la ciudad de Gwangju el ejército sofocó una sublevación popular provocando miles de muertos. Actos humanos revive esos terribles sucesos a través de las experiencias de siete personajes diferentes: la tortura, el miedo, la angustia de no encontrar a los desaparecidos, el duelo, el sentimiento de culpa del superviviente, las pesadillas, las heridas, las secuelas, los reencuentros… Y el recuerdo de los muertos, su voz y su luz.

La escritora que se cansó de tanta violencia

Por Álvaro Colomer

La madre de Han Kang ya había tenido dos partos fallidos cuando se quedó embarazada por tercera vez. No quería pasar por la misma experiencia de nuevo, así que se planteó seriamente la opción de abortar. Sin embargo, una noche, cuando ya había tomado la decisión, sintió que el feto se movía y decidió arriesgarse a traer al mundo un bebé que quizá tampoco naciera vivo. De ahí salió Han Kang, una niña a quien, durante muchos años, su madre susurró: ‘No te mueras, simplemente no te mueras’. Era la misma petición que había hecho a su anterior hija, la que pereció pocas horas después de abandonar el útero.

La autora surcoreana más importante del momento acaba de publicar ‘The White Book’ (todavía inédita en España), novela en la que reflexiona sobre esa sensación, la de ser la ‘sustituta’, que le acompañó durante toda su infancia. La crítica anglosajona ha dicho que es su libro más autobiográfico, pero lo cierto es que casi toda la obra de Han Kang habla de ella misma. ‘Es algo inevitable –comenta la autora desde su encierro literario en Seúl-. Yo empecé escribiendo poesía y eso hizo que concibiera la literatura como un proceso que ha de pasar por el filtro de la propia experiencia’.

Han Kang nació en Gwangju, pero su familia se trasladó a Seúl cuatro meses antes de que se produjera la matanza que narra en ‘Actos humanos/Actes humans’ (Rata). ‘Nos mudamos el 26 de enero de 1980, cuando yo tenía nueve años. Mi padre había decidido dedicarse íntegramente a escribir, lo cual implicaba dejar su trabajo como profesor en aquella ciudad, y aunque su decisión nos salvó la vida, también hizo que arrastráramos durante el resto de nuestras vidas una culpa del superviviente difícil de gestionar. De ahí que, tras escribir mi quinta novela, decidiera reencontrarme con la niña de nueve años que vivió aquella masacre sólo de un modo indirecto’.

Han Kang tuvo una infancia plagada de mudanzas y rodeada de libros. ‘Estudié en cinco colegios distintos y mis padres siempre tuvieron problemas económicos. Les encantaba leer y nuestra casa no tenía muebles, sino libros. Las paredes estaban cubiertas de estanterías, dejando sólo espacio a la puerta y a la ventana, y también había libros apilados en el resto de espacios libres. Eso hizo que siempre me sintiera protegida. Aunque cambiara de escuela constantemente, los libros siempre me acompañaban. Uno de los recuerdos más valiosos de mi infancia es el de encender la luz y ponerme a leer’.

Al margen de haber nacido en Gwanju y de haber perdido a muchos amigos durante la masacre perpetrada por el dictador Chun Doo-hwan, hubo otros acontecimientos que incitaron a Han Kang a escribir ‘Actos humanos’. El primero ocurrió cuando tenía doce años y encontró, escondido en una estantería, un libro con imágenes de la revuelta, quedando hondamente impresionada con las fotografías de los cadáveres y de los supervivientes haciendo cola para donar sangre. El segundo se produjo en 2009, durante una manifestación vecinal acaecida en el distrito de Yongsan (Seúl). Los inquilinos de un inmueble afectado por los planes urbanísticos del ayuntamiento se atrincheraron en la azotea del edificio para protestar por la mísera compensación económica que les ofrecían, y el gobierno reaccionó empleando una fuerza desproporcionada. El resultado fue un incendio en el que murieron cinco propietarios y un agente de policía.

Han Kang pudo ver el humo desde la ventana de su casa y, mientras rememoraba la masacre de Gwanju, pensó que su país no había cambiado, que la violencia estatal seguía siendo la misma, que la sociedad no había evolucionado. Y se sentó frente al ordenador.  ‘Mientras escribía esta novela, sufrí una transformación. Entendí que mi obra no abordaba un momento político o histórico de Corea, sino todas las situaciones en las que la violencia y la dignidad humanas han coexistido. Por esta razón, no restringí mi investigación a Gwanju, sino también a lo que ocurrió en las Guerras Mundiales, en Bosnia, en la conquista del Nuevo Mundo…’.

Con todo, en la bibliografía de Han Kang hay un título que, según afirma ella misma, no contiene elementos autobiográficos. Se trata de ‘La vegetariana’ (Rata, 2017), una novela que ha sido interpretada como una oda al feminismo, como un alegato político o incluso como un grito contra cualquier forma de violencia, y que convirtió a su autora en una escritora de proyección internacional. De hecho, cuando el libro salió publicado en su país, la crítica le dio la espalda. Eran tiempos de una literatura más realista, más anclada a los hechos históricos (la guerra civil coreana, principalmente), más comprometida con la memoria. Sin embargo, en 2016 Han Kang recibió el Man Booker International Prize por ‘La vegetariana’ y, de la noche a la mañana, se convirtió en la autora más importante de Corea del Sur.

‘La vegetariana’ es una novela muy distinta a ‘Actos humanos’, aun cuando ambas compartan la misma temática: la violencia y la dignidad humanas. En la primera, la autora nos mostraba a una mujer que decidía dejar de comer carne, provocando con este gesto una auténtica tormenta a su alrededor. Su marido y sus propios padres se irritaban tanto ante su tozudez que incluso llegaban a internarla en un manicomio, mientras que su cuñado experimentaba una repentina atracción sexual hacia ella, siendo su hermana la única que parecía comprender el simbolismo oculto tras ese rechazo a la carne.

Con este argumento tan sencillo, Han Kang reflexionaba sobre el dominio que la sociedad tiene sobre el cuerpo femenino, al tiempo que lanzaba un grito de hastío contra la violencia que configura nuestro mundo. ‘Aunque las dos novelas son muy distintas, conforman una dupla: ambas hablan de la violencia del ser humano. Pero me gustaría aclarar que ‘La vegetariana’ no trata únicamente sobre la violencia que se ejerce contra la mujer, sino también sobre el intento de una persona de rechazar cualquier tipo de violencia. La protagonista deja de comer carne porque no quiere seguir perteneciendo al género humano, porque necesita alejarse del modo en que los humanos nos comportamos. Y ‘Actos humanos’ no habla solamente de la resistencia contra la dictadura, sino que además aborda una pregunta que me hice hace treinta años: ¿Qué es  el ser humano? Fue la pregunta que vertebró toda mi infancia’.

(Publicado en Cultura/s, La Vanguardia, el 31 de marzo de 2018).

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