Chicago El Musical: reparto con mucho talento para interpretar a unas delincuentes encantadoras

Horacio Otheguy Riveira.

Historia real que da la vuelta al mundo. Todo empieza cuando una periodista descubre crímenes femeninos que enaltecen un derecho de justicia por defensa propia ante la permanente manipulación masculina. Ellos se sacian alegremente y ellas se vengan sin miramientos.

Maurine Dallas Watkins trabajaba para el Chicago Tribune, por ello pasó fugazmente por un juzgado, cubriendo un suceso de actualidad. Lo que le interesaba era concentrarse en el teatro como dramaturga y en el cine como guionista. Pero fue ese episodio el que le dio fama hasta hoy, a partir de su obra Chicago, estrenada en 1926, que finalmente se adaptó al musical de Broadway del mismo nombre en 1975 , que luego se llevó al cine en 2002 y ganó seis premios de la Academia, incluyendo Mejor Película. Desde luego, película formidable. Pero nunca es comparable a la experiencia teatral, donde a poco de empezar nos introducimos en un circuito de cabaret excepcional como si fuéramos partícipes directos del informe criminal, acompañados por contagioso ritmo de jazz años 20, entre hermosas mujeres y vigorosos muchachos para integrarnos en una fantástica nube donde el crimen, el deseo sexual y el arte del musical consolidan un triángulo perfecto.

Ya sucedió en el comienzo de todos los comienzos, desde los relatos orales, pueblo a pueblo, calle a calle, los grandes episodios de las aventuras colosales hasta el amplio caudal de novelas y películas de serie negra: la inmensa mayoría criminales en potencia, fascinados con quienes rompen las barreras de la buena educación y toman la justicia por su mano. Hasta bien entrado el siglo XX en que se consolidaron las leyes de convivencia democrática así se regaron de sangre los ríos del mundo. Aún quedan, y sin duda no es necesario (¡rediós! que dirían nuestros clásicos) volver a ello, pero a veces, y solo algunas ¿pocas? veces empatizamos con audaces justicieros —aquí justicieras— que hacen de la seducción un arte de poca o ninguna competencia, pero quien las traiciona, por muy bien que las haya enamorado, caerá por su propio peso, precisamente cuando, por ejemplo, una de ellas tenga un cuchillo de cocina en la mano y a él no se le ocurra mejor cosa que echarse sobre él… ¡diez veces! Así lo cuenta una de las seis asesinas en el Tango de la Prisión, uno de los números más atrevidos, divertidos y bien concertados dentro de un espectáculo con excelentes 14 músicos en escena, frente al público, y entre ellos, debajo y alrededor, una pléyade de formidables actores-cantantes-bailarines creados en 1975 por Bob Fosse, un crack fallecido a los 60 años en 1970, con las mismas cualidades que todos ellos, además de coreógrafo, director y guionista, a la sazón autor de este libreto. Su estilo coreográfico —tan peculiar en films como Cabaret o Sweet Charity o el póstumo All that jazz— está muy defendido por cada estreno de Chicago en cualquier país del mundo, gracias a una supervisión ejemplar de los productores estadounidenses..

En este caso, cuanto se ve en escena es un puro estallido de Fosse, como si lo estuviera viendo entre las butacas, fumando sin parar, y eso significa un montón de maravillas con cuerpos que se desdibujan constantemente para volver a armarse en un vendaval de sensaciones, con su aire erótico, canallesco, y enorme sentido del humor.

Bob Fosse en uno de sus ensayos. [Chicago, 1927-Washington D.C. 1987).
En el centro, el trío protagonista: Ela Ruiz, Iván Lavanda y Silvia Álvarez: en cada cuadro, una feliz demostración de talento.
Primera escena del abogado Bylly Flynn (Iván Lavanda) en su cínica canción melódica: Lo que importa es el amor. Se le conoce como “el abogado de los oprimidos”, y es verdad, siempre y cuando paguen 5000 dólares, “no importa de dónde los saquen”. Eso sí, les asegura triunfo total en los juzgados, marrullero como ninguno.

Formidable Inma Cuevas, como la temible Mama Morton, funcionaria de prisiones corrupta, que cobra extras a las temibles asesinas para ayudarlas en los tribunales, gran cómplice del abogado estelar.

 

SOM Produce en asociación con Barry & Fran Weissler
presentan

Idea original: 

Traducción: Víctor Conde, Alicia Serrat

Adaptación: David Thompson

Libreto: Fred Ebb & Bob Fosse

Ayudantía de dirección: Víctor Conde

Dirección artística: Carmen Márquez

Dirección musical: Andreu Gallén

Dirección técnica: Alexis Carlesso

Escenografía: John Lee Beatty

Iluminación: Ken Billington

Vestuario: William Ivey Long

Coreografía: Bob Fosse

Música: John Kander

Letras: Fred Ebb

Producción: SOM Produce y Berry & Fran Weissler

Producción ejecutiva: Marcos Cámara, Juanjo Rivero

Recreación de la Dirección de la Producción Original de Nueva York TÂNIA NARDINI

REPARTO

Silvia Álvarez  Roxie Hart

Ela Ruiz Velma Kelly

Iván Labanda  Billy Flynn

Inma Cuevas Mama Morton.

A. Bolea Mary Sunshine, Alejandro Vera Amos Hart , Ángel Saavedra alternante Amos Hart.

Elenco: Teresa Abarca , Álvaro Cuenca, Diana Girbau, Briel González , Mario Hornero, Valeria Jones, Sara Martín, Paula Miessa, Gerard Mínguez, Graciela Monterde, Jose Montero, Esteban Provenzano y Marc Sol, Urko Fernández Marzana , Víctor González, Beatriz Mur y Rebeca O’Neill.

TEATRO APOLO

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