‘Duet for one’: apasionante duelo emocional a vida o muerte

Por Horacio Otheguy Riveira

Extraordinaria creación de María Pastor en un personaje con esclerosis múltiple que se confiesa a un psiquiatra muy duro, interpretado por el padre de la actriz, Juan Pastor, a su vez director de la función.

Diez años después de inaugurada esta pequeña-gran sala del Teatro Guindalera se produce el mayor acontecimiento de la temporada. Una temporada donde todo son lágrimas entre la mayoría de la gente de teatro, tan castigada como toda la cultura por impuestos a años luz de los que se aplican en Europa. La revolución permanente de los creadores apechuga, saca fuerzas para evitar la derrota. Siempre se vuelve a empezar con el bagaje del trabajo bien hecho. Aquí están intentándolo de nuevo los Pastor, familia de cómicos, de maestros de teatro, actor-director el padre, actriz la hija, jugando fuerte con obras complejas de profunda intimidad, de arabescos intelectuales, indagando, probando, evolucionando. No juegan al psicodrama, intentando emular fenómenos ajenos; son artistas a los que tampoco les va el panfleto político, más bien les va la poesía dramática que destila tragedia y esperanza en la melancolía “natural” del ser humano, siempre en busca de un camino diferente al lugar común, a los convencionalismos; siempre enfrentándose a los castradores recursos de la sociedad que necesita uniformarse.


 

Duet for one

Una década de trabajo esperanzador  

A lo largo de diez años, muchas perlas aparecieron en la pequeña sala con un escenario raro que a veces parece ínfimo y otras muy grande, generoso en amplitud y luminosidad. Aquí he disfrutado mucho de gozosas novedades como por ejemplo el formidable teatro de Brian Friel (1929), irlandés descubierto por esta sala en varios títulos, especialmente valioso el montaje de El fantástico Francis Hardy curandero con Bruno Lastra, María Pastor y Felipe Andrés: antológica celebración de la soledad, el alcohol que cree compensarla y el amor perdido en un mar de imaginación desbordada.

Y ahora esta joya del teatro del siglo XX con traslación en el XXI, traducida, adaptada, dirigida e interpretada por Juan Pastor, el director de casi todas las funciones de la casa, muchas de las cuales fueron interpretadas por su hija: una relación creativa como nunca se ha dado en el teatro español, tan intensa y continua, tan variada y lanzada a la búsqueda de una evolución cada vez mayor en el ámbito teatral, con el éxito indudable de lograr atraer gente a un barrio sin teatros, y cuando arreciaron los recortes y la subida de impuestos consiguieron apoyos del propio público asistente. Una maravilla que ahora festeja su décimo aniversario con la representación de una obra genial nunca antes estrenada en España.

Tom Kempinski estrenó Duet for one (Dúo para uno) en 1980 con moderado éxito, resultó muy impactante el planteamiento inspirado en una violonchelista con esclerosis múltiple que aún vivía: la inglesa Jacqueline du Prés, joven esposa del director de orquesta Daniel Barenboim. Ya se había retirado de los escenarios por su dolencia, y moriría varios años más tarde.

En 2009 se estrenó en Londres una nueva versión sobre la que ha trabajado Juan Pastor. El resultado es apasionante. Un cara a cara con una dimensión de la palabra teatral de gran aliento: palabras y situaciones en diálogos que avanzan circulares para romper el agobio y crear puentes profundos de comunicación.

Cada una de sus escenas discurren con una fascinante coreografía emocional sin desmayo, en un escenario que parece enorme porque cuenta con una iluminación muy rica en matices, una escenografía en grises que lo amplía y enriquece, y un juego de vestuario lleno de detalles que comentan y desarrollan el de por sí importante juego escénico.

 

Duet for one

La silla de ruedas eléctrica y el chocolate espeso

Un juego escénico que parte de la impoluta sala del doctor Feldman: un mundo armónico, de orden preciso, comandado por un psiquiatra que no hace psicoanálisis, pero utiliza de éste sus raíces: los traumas claves del pasado como motor de toda una vida, y luego va deprisa; con una fuerte terapia de choque ataca las zonas débiles de la paciente para que saque de su interior los sentimientos que la ahogan: una vitalista que se encuentra incapacitada para tocar su instrumento pero que al principio de la función ignora la rabia, el resentimiento y el dolor que ahoga a golpe de neurosis depresiva.

La eximia concertista Stephanie Abraham (alter ego de Jacqueline du Pré) irrumpe con su silla de ruedas eléctrica en la consulta del doctor Feldman “porque me lo ha pedido mi marido”. Será la primera de 6 escenas en las que, junto a los espectadores, indagará en las figuras principales de su pasado, en la influencia de su madre y su padre, y en el maremágnum de sus emociones. Algo a lo que se resiste, pero que el psiquiatra de 200 dólares por sesión se encargará de impulsar:

“¿Cuál es el significado de la vida? El significado de la vida es la vida misma.”

El dinero está muy presente en el trasfondo de lo que aquí sucede, ya que el poder pagar esa cifra es lo que permite que ella indague en sí misma y encuentre cauce a sus demonios interiores, a su deseo de matarse y a su lucha interior entre vivir y no vivir. Ella y su marido son ricos. Están padeciendo una gran crisis, pero pueden pagarse los tratamientos adecuados. Y esto es especialmente importante porque la falta de dinero estuvo muy presente en el pasado de la protagonista, en la obsesión familiar por colocar a la hija fuera de la música —lo que más le importaba—, para colocarla en un mundo económicamente más seguro, “con las cosas claras y el chocolate espeso”.

La vida es un viaje. ¿Lo hacemos juntos?

Duet for one se mantiene en pie con una concepción teatral de gran fluidez y poderosa capacidad de síntesis: en el orden estricto del médico estallan las pasiones de su paciente en una sucesión de cuadros con bien graduadas conmociones. El espectador comparte con los dos personajes la novedad de sus discursos, se entera de todo lo que les pasa a la par de ellos, y se siente comprometido con la mujer desesperada, así como  guiado por la mano experta del odioso “comecocos” que todo lo sabe hasta que confiesa sus propias debilidades, y el doloroso recorrido por las zonas más oscuras —y por tanto más temidas— salen a la luz en un último intento de recomposición o destrucción definitiva:

La vida es un viaje, señora Abraham. ¿Lo hacemos juntos?

Duet for one es una representación sublime casi mística, pero sobre una base existencialista, en la que el Dúo para uno del argumento de la obra se convierte en un Dúo completo, perfecto, entre sus creadores, María Pastor componiendo las seis mujeres que habitan a la principal, adorable, irritante, feroz y dulcísima, pudibunda e impúdica, ante un Juan Pastor que contiene sus emociones para dar unas pocas con calibrada densidad creativa.

Psiquiatra y paciente y padre e hija, gente de teatro admirable que se ha lanzado a una búsqueda interior y artística también plena y difícil, a su vez dolorosa, que tienen la generosidad de compartir con cuantos se acerquen con la intención de disfrutar de gran teatro y de saber un poco más de sí mismos.

Duet for one 

Duet for one

Espectáculo financiado con la generosa entrega del equipo artístico, el de gestión y con espectadores convertidos en Micromecenas.

Autor: Tom Kempinski.

Traducción, espacio escénico y dirección: Juan Pastor.

Intérpretes: María Pastor, Juan Pastor.

Vestuario y ambientación: Teresa Valentín-Gamazo.

Iluminación: Sergio Balsera.

Lugar: Teatro Guindalera.

Horarios: Jueves y viernes, a las 20.30h.

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