Educación y calidad humana

F. JAVIER CLAVERO CHAMPSAUR

“La obra humana más bella, es la de ser útil al prójimo”, Sófocles.

El otro día conversando con un buen amigo, aunque recién conocido… Alguien se preguntará cómo puedes saber si es un buen amigo, si lo acabas de conocer. Respuesta: en ocasiones cuando a una esmerada educación, ya sea desde la cuna o aprendida, se le suma la calidad humana, como en este caso, la conexión es inmediata y por supuesto desinteresada —en el término material de la palabra—. De ahí el poder considerar a un recién conocido y por ende desconocido buen amigo. Nada pido, nada me pide, solo compartir un buen rato de conversación sin más pretensiones. La calidad de la conexión es más que suficiente y en cualquier caso el tiempo será quien determine las características de nuestra incipiente amistad.

A lo que reflexione, que en determinados lares uno tan solo espera de los demás algo de educación, de esa que distingue las personas y atrae por el comportamiento, las maneras, el tacto en el trato, esa que se convierte en una actitud y postura ante la vida de quienes nos rodean. Como digo esto tendría que ser lo mínimo exigible a aquellos con quienes nos relacionamos y por supuesto nosotros ser los primeros en ofrecerla a manos llenas. Sin embargo y desgraciadamente, esto no solo es así, sino que para determinadas personas es signo de debilidad y vulnerabilidad, entendiendo los retos de la vida como una irracional e irrazonable competitividad donde machacar al otro es el mejor de los triunfos.

Lo cual para los que hemos sido educados para ser educados —valga la redundancia— nos resulta del todo infumable e insoportable. Por ello hay que concienciarse que esa mala educación no es nuestra, es de quien la muestra y allá cada cual con lo suyo. Lo nuestro es contener los impulsos de no ponernos a su altura nunca jamás, aunque el cuerpo a veces nos lo pida a gritos. Si alguien quiere un ejemplo, solo tiene que pensar en cuando va en el coche… y no digo más.

También es cierto que puede haber gente muy bien educada, cuya calidad humana quede en entre dicho con sus acciones. Pensemos en el ejemplo de quien siendo educado en sus formas es tan egoísta, que jamás hace nada que no le reporte un beneficio directo y sobre todo material. La calidad humana es un valor que se puede tener con más o menos educación, pero que ésta si nos diferencia del resto y por muchos enteros. Tengo claro que la calidad humana —o lo que entiendo por ello— con algo imagino que se nace, pero sobre todo es en casa donde uno la va forjando con el ejemplo de sus progenitores y empezando a practicarla en cuanto tiene oportunidad.

Ésta cuando la sumas a la buena educación, te conviertes en un perfecto imán, lo cual es maravilloso y también peligroso ya que personajes de muy diverso calado y pelaje entienden que eres una persona susceptible de decir sí a cualquier engaño o maquinación, que te propongan envuelta en lazos rosa o azul (para gustos los colores). Por lo que uno tiene que aprender a decir: no. Eso sí, con educación, diplomacia y contundente asertividad.

Ambas tendrían que enseñarse en casa, en los colegios, universidades, en las empresas, en todo lugar debería reclamarse, ni más ni menos. Estoy seguro que el mundo funcionaría mucho mejor, más engrasado, con menos problemas y conflictos de los que nos toca vivir… no sé porque, pero me temo que hay un poder fáctico que se empeña en que aprendamos todos los ríos y mares importantes del mundo como si fuéramos a ser pescadores, para luego malgastar nuestro tiempo y vida en saber cosas que de nada sirven, como peso y estatura del cantante de moda, y no admito sorpresas, ya que lo vivo más a menudo de lo que me gustaría con personas que se cruzan, aunque sea esporádicamente, sabiendo de todo lo que no sirve para nada. Parecen congraciarse de pertenecer a la universidad de la inutilidad.

Pocos o al menos, menos de los que debieran ser, son los que nos animan y empujan a ser mejores, a que nuestra educación y calidad humana crezcan haciéndonos más humanos y como decía Sófocles con la frase del comienzo: Que tu obra más bella, sea ayudar a otros.

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