‘El jardín de los Finzi-Contini’, de Giorgio Bassani

ÁNGELA M. RAMS.

A finales de los años treinta del siglo XX, se cerraba sobre Italia el puño de hierro del fascismo, y las primeras leyes raciales abrían, poco a poco, el infierno que se desencadenaría más tarde.

“El jardín de los Finzi-Contini” se desarrolla en ese contexto, en la Ferrara de los años previos a la Segunda Guerra Mundial. Como un ruido de fondo, resuenan los ecos de la invasión de Polonia y los avances de Hitler y Stalin. Sin embargo, no es este el tema fundamental de la obra; el fascismo, la discriminación, el antisemitismo y la incertidumbre son objeto de las conversaciones políticas, educadas y cultas, de los protagonistas, pero no ocupan el centro de la historia.

El narrador es un chico judío de clase media-alta que, como consecuencia de las leyes antisemitas aprobadas por Mussolini, se ve expulsado junto a otros compañeros de su club de tenis habitual. A raíz de este incidente, recibe una invitación de los Finzi- Contini, una familia judía de ricos terratenientes, invitándole a jugar en la cancha de tenis de su jardín. La obra despliega ese aire elegante y burgués de la élite intelectual italiana, vestida con jerséis lana inglesa, zapatos a medida y con despachos decorados con hermosísimos muebles de madera tallada. Los personajes hablan sobre arte, literatura y política, y es un placer ser testigo de sus conversaciones; la moda y el estilo de vida de los años treinta impregna cada página. Es una obra melancólica, de pérdida, una ventana a un mundo que ya no existe.

El protagonista, de quien no conocemos el nombre y que muchos han identificado con el propio autor, vive a sus veintitrés años una historia de amor no correspondida con Micòl Finzi- Contini, hija del profesor Ermanno, dueño de la casa. La historia tiene ese sabor amargo y desesperado del primer amor fallido, cuando parece que no queda nada más en el mundo; la gestación de una esperanza y la posterior caída. El fascismo y la discriminación son a veces una cuestión tediosa para el protagonista, para quien el verdadero dolor es su propia pérdida. El amor, la inocencia y la primera juventud quedan atrás, atrapados en el jardín de los Finzi- Contini. El final de la obra es tan tremendo como verdadero, cuando la realidad colectiva se impone sobre la individual y la guerra desborda las vidas de todos.

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