Elvira Navarro entrevista a Milo J. Krmpotic

Por Elvira Navarro

El apellido es croata, pero el autor es español. Milo J. Krmpotic’ (Barcelona, 1974) debutó en 2005 con una más que solvente novela, Sorbed mi sexo. Un trayecto a las vidas de Paul Boissel (Caballo de Troya). En ella dejó claro que sabe muy bien que la literatura se juega, en primer término, en el lenguaje, aunque no sólo. También está eso tan denostado de “tener algo que decir”, y por supuesto va todo junto, pues la separación entre significante y significado, o su desequilibrio, sólo sirve para aplicarse allí donde no hay literatura. O al menos literatura de la que a mí me interesa. Krmpotic’ acaba de publicar su segunda novela. Se titula Las tres balas de Boris Bardin, y repite sello editorial y gusto por las máscaras. Lo digo porque parece un thriller, o una novela negra, o una confesión para machotes, pero no es nada de eso. Tan sólo juega con ciertos códigos para narrar la violencia con la que el género machote se azota y nos azota. Una forma voluntariamente torcida de vivir. Argentina.

1.- ¿Estás de acuerdo con lo que acabo de apuntar? ¿Qué pretendías con Las tres balas de Boris Bardin?

Estoy de acuerdo, y no sólo porque considere que hay que respetar cualquier tipo de  reflejo que la novela pueda provocar en el lector, especialmente cuando se trata de un texto que deja tantas puertas abiertas como éste. Respecto a la pretensión, pienso que va surgiendo, que se va construyendo a medida que escribes, que piensas. El punto de partida –remitámonos a él, por salvar la respuesta- es doble y menos cerebral. Por un lado hay un par de historias en el periódico, una que me emociona en su mezcla de absurdo y tragedia, y que me lleva a desear reproducir tal sensación en el lector. Tiene que ver con el robo de un furgón blindado y la violencia que desata, pero ahí se acaban los parecidos. Fíjate que la historia real ocurrió en China… El caso es que le creo una versión paralela, me alejo de ella con la intención de llegar a idéntico destino. Y ahí aparece el segundo hilo del que tirar, porque la Argentina de la hiperinflación se me antoja de repente el lugar perfecto para ambientarla: un Estado que, a la década de asesinar a 30.000 de sus súbditos, se encuentra en caída libre, proclive a la amoralidad y a algo que me maravilla en el peor sentido, que es la violencia y el dolor que se infligen no por maldad, sino por estupidez. A partir de ahí fluyen mis raíces. Mis padres son argentinos, tengo mucha familia argentina y, de hecho, en 1995, tras varias visitas, intenté establecerme en Buenos Aires, proyecto que se saldó con un fracaso tirando a vergonzoso. Así que comienzo a decorar la historia con esa impronta tan fuerte y tan vital que me dejó el país (al que, por cierto, no he regresado desde entonces). Y derivando por fin en la pretensión… Con estos elementos, los iniciales y los que han ido surgiendo, mi idea es contar bien una historia, llegar al lector. Servirme de las estructuras del género negro para no pasarme de pedante en el retrato de ciertas condiciones humanas. Quitarme de encima algunos… no diré traumas, pero bueno, recuerdos muy intensos. Y, de últimas, reivindicar un poco la emoción en estos tiempos tan cerebrales, literariamente hablando. El lenguaje entonces viene dado, porque como tú creo firmemente en esa adecuación fondo-forma, en esa ligazón significante-significado, y si un personaje sufre el escritor debe sufrir con él.

2.- Tanto en Sorbed mi sexo como en Las tres balas he tenido la impresión de que escribes instalado en el rodeo, y que desde él haces estilo. ¿Me equivoco?

Juraría que no. Quizá “estilo” es mucho decir. Pero el rodeo es importante. Y llego a él desde diferentes vías. Una, por ejemplo, es el convencimiento de que el lector, hoy día, tiene acceso a una gran cantidad de información; de que, para atraparlo, hay que escaqueársela en cantidad y contenido. Yo mismo me siento especialmente atraído por aquellos libros o películas que me esconden elementos, en vez de mostrármelos. Para lo evidente ya están los periódicos y las retransmisiones deportivas. El rodeo es artificio en su doble acepción, arte y disimulo. Porque me aterra la posibilidad de aburrir, acabo sembrando trampas. Y lo hago con tanta naturalidad como inseguridad, ojo. La novela es un contrato y siento gran responsabilidad a la hora de cumplir con mi parte del mismo.

3.- La novela está escrita en argentino, pero con una estructura de frase larga muy ibérica. Te confieso que al principio me chocó, pero que luego me pareció que la mezcla imprimía, por decirlo de algún modo, sello propio. Es decir, que contribuía para bien a la creación de la mascarada. No sé si estarás de acuerdo.

Escribir, qué te voy a contar, es una actividad que requiere de cierta disciplina. Y esa disciplina resulta mucho más llevadera cuando involucra uno o varios retos. El lenguaje, en este caso, fue uno de ellos. Las tres balas… fue redactada en noches de jueves, madrugadas de viernes y sábado, y alguna tarde de domingo. Tuvo ese lado de obligación, pero también del disfrute que implicaba “disfrazarme” de argentino para ver qué pasaba, qué salía. Además era una opción lógica en cuanto decidí ambientar la novela allí, en Argentina, en vez de en Ucrania, la opción de la primera semana de escritura (curiosamente, los personajes mantuvieron la sangre y los nombres eslavos). En cuanto al fraseo largo, me pareció importante para crear un ritmo en espiral, con suerte envolvente, que se viera roto por frases más cortas y directas en los momentos violentos. La historia, como la suerte de los personajes, debía fluir sumidero abajo.

4.- Hay una innegable impronta del cine, y supongo que también de las series.

Sí, sin duda. Estudié dirección de cine, dos años, y muchos de los trucos narrativos que aprendí con Luis Aller o José Luis Guerín los he ido aplicando a mis novelas. Algo más allá está mi pasión por el cine de John Ford, Clint Eastwood, Sam Peckinpah, John Sayles… referentes muy claros para una historia polvorienta y crepuscular como ésta. En cuanto a series, una colaboradora de Qué Leer comentó que el libro le recordaba en estructura a The Wire. Y, porque cuando lo escribí no había visto un solo capítulo y ahora soy devoto de sus cinco temporadas, siento que a esa colaboradora le estamos pagando demasiado poco.

5.- La voz de los monólogos me parece sacada de una tradición muy latinoamericana y muy oral.

La voz de los monólogos es tan “voz” que la trabajé así, leyendo sus capítulos en voz alta una y otra vez en busca de esa musicalidad argentina, de ese ritmo. De nuevo, quería que envolviera, que resultara oral, que el sujeto que va a provocar tanto dolor pareciera estar hablándote al oído y se te hiciera de lo más familiar. Argentina tiene mucho de eso: el policía que te debe proteger es quien te acaba torturando, pero a la vez puede resultar de lo más encantador fuera del calabozo, si te tomas un bocadillo con él en el bar comentando el Boca-River…

6.- Un elemento muy importante del libro es el cuerpo. Las espaldas y los cuellos duelen a menudo; te detienes en las micciones y pintas una mamada con una meticulosidad casi médica.

El dolor de espalda es un guiño personal, recuerdo de una ciática y de mis habituales problemas de cervicales. Pero sí, hay una carnalidad en la novela que se manifiesta a través del dolor y del placer. Es una historia de violencia física, tiene que doler y tiene que doler mucho si es necesario, porque la violencia deja huellas, cicatrices: si la muestras, es irresponsable obviar sus efectos. El sexo puede ser la otra cara de la moneda, comunica por contraste, pero aquí tiene además la función de perfilar a diversos personajes. Cada secuencia de sexo transmite una carencia, un vacío. La mamada a la que te refieres, aún siendo adúltera y escapista, es el interludio erótico más “sano” de todo el relato.

7.- ¿De qué autores te reclamas heredero?

No creo estar en condiciones de reclamarme heredero de nadie. O al menos no es algo que me corresponda a mí señalar. Sólo puedo decir que hay escritores a los que leo y disfruto que me hacen sentir el deseo de conseguir lo que ellos han conseguido, narrativamente hablando. Y es muy improbable que lo logre, pero hay que intentarlo. Si algún día firmo algo la mitad de bueno que Los juegos feroces de Casavella, me daré por satisfecho.

8.- Te dedicas también a la literatura juvenil. ¿Por vocación o por dinero?

Por dinero no creo, porque han sido tres libros publicados en catorce años (más uno “maldito”, que he reescrito tres veces y que sigue sin encontrar quien lo edite, aunque es el que a mí más me gusta) y, mientras que del último aún debo dinero del avance a la editorial, por los otros quizá esté recibiendo unos siete euros anuales de royalties. Así que un poco por vocación y otro poco por accidente. El primero nació como una obra que me pidió una compañera de universidad para su clase de teatro infantil: la vi representada ante los padres, sentí que gustaba y me lancé a novelarla. Y los otros fueron ejercicios narrativos con los que disfruté y aprendí mucho.

9.- ¿Estás trabajando en algún otro proyecto?

Desde Las tres balas… he abandonado dos novelas a las diez o quince páginas. Una decisión correcta, creo, porque no iban por el camino adecuado. Pero desde hace un mes le estoy dando vueltas a un nuevo proyecto. Siento que sería un paso adelante y a la vez sé que es arriesgado, por la mezcla de géneros que implica. Será cuestión de lanzarse.

Muchas gracias.

A ti.

3 thoughts on “Elvira Navarro entrevista a Milo J. Krmpotic

  • el 25 junio, 2010 a las 4:40 pm
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    me encanto y tengo la suerte de haberlo tenido viviendo conmigo en BUENOS AIRES.
    Todo lo que explica es tan real…

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  • el 25 junio, 2010 a las 11:45 pm
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    Me ha emocionado leer este reportaje de mi sobrino Milo….Quizás el que sea pariente directo de el pintor Español Julio Moises,del escritor Hugo Wast,Argentino, y mi sobrino(soy músico,arreglador y compositor) sean las «casualidades»de la sangre familiar…..
    Me ha encantado la nota,y me parece que Milo…..(siempre me pareció), tenía el don de la palabra y los gestos es sus narraciones….Gracias!

    GERMÁN ESCALANTE

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  • el 22 agosto, 2013 a las 2:24 am
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    Dicen que Milo J. Krmpotić se dedica a diseminar odio anti-catalan por twitter con la cuenta @Cataloniawatch

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