Expertos apuestan por el cine clásico como escuela de valores

Durante la presentación del volumen Indios, vaqueros y princesas galácticas de David Felipe Arranz el pasado martes en la madrileña Biblioteca Eugenio Trías, varios escritores y expertos apostaron por el cine clásico como una escuela de educación en valores.

El pasado martes, en la madrileña Biblioteca Eugenio Trías, se presentó Indios, vaqueros y princesas galácticas. Los rebeldes del cine (editorial Pigmalión), el último volumen sobre estudios de séptimo arte publicado por el escritor, periodista y profesor de la Universidad Carlos III de Madrid, David Felipe Arranz.

En una mesa en la que concurrieron profesores y escritores y que estuvo moderada por el periodista de TVE Moisés Rodríguez, los padrinos del libro coincidieron en la importancia del cine, especialmente del cine clásico, como herramienta de formación en valores y escuela de educación ética y emocional. “Quiero lanzar por encima de todo un mensaje de lealtad en lo que a muchos amigos nos une: la defensa de la cultura y de los clásicos como escuela de vida y de ética”, quiso señalar David Felipe Arranz. “El séptimo arte no puede deslindarse de otras disciplinas como la música, la literatura, las artes plásticas o la filosofía porque las contiene a todas”, apuntó.

Foto: Maica Rivera

Para Fernando R. Lafuente, prologuista de la obra, el libro de Arranz “es más que un libro de cine: es el reflejo de una personalidad que ha sido cincelada por el cine y la literatura y eso arroja una determinada forma de ser”. El escritor y crítico literario señaló que el autor veía cine clásico desde los cuatro años, “y en ese sentido es autodidacto, ya que lo hacía incluso a escondidas de sus padres”. Destacó su estilo como heredero de Ramón Gómez de la Serna –“Arranz escribe que los libros son la digestión adulta de aquellas películas”–, y lo definió, finalmente, como un rebelde.

Foto: Maica Rivera

Antonio Rodríguez de las Heras, catedrático de Humanidades de la Universidad Carlos III de Madrid y maestro de Arranz, señaló cómo en el libro la erudición no está reñida con la amenidad: “él escoge cada palabra, como la ‘desmemoria’ en lugar de ‘olvido’ cuando habla, por ejemplo, del wéstern y el holocausto indígena de Norteamérica, porque eso implica un plan, que no era otro que el llamado Destino manifiesto. Y David sabe muy bien lo que dice, porque se compromete socialmente con cada palabra”.

Ignacio Díez, catedrático de literatura en la Universidad Complutense de Madrid, hizo hincapié en el sentido del humor del escritor vallisoletano: “a la erudición se une el sentido del humor, lo cual te descoloca porque en mitad de un ensayo académico puedes encontrar un texto como que ‘afortunadamente para sus seguidores Sienna Miller siempre hacía de Sienna Miller’, lo cual no solo es propio de un provocador, que lo es, sino de un heterodoxo que investiga cada texto”.

Moisés Rodríguez, por su parte, destacó los monográficos dedicados en el libro al referente cinéfilo del autor, Maximilian Schell, y los que giran en torno a Robert Redford, Danny Kaye, Jerry Lewis o Basilio Martín Patino. “Ahora el Deutsches Filminstitut Filmmuseum de Múnich le dedica un monográfico a Maximilian Schell y David lo sabía antes que nadie”, concluyó entre risas cómplices, en una presentación marcada por la camaradería, la complicidad y, como le gusta decir a Arranz, la lealtad.

 

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