“Huelga decir”, de Eduardo Milán

Por Alberto García-Teresa.

Después de ofrecer los tres volúmenes de la poesía reunida de Eduardo Milán (bajo el revelador rótulo de Consuma resta), la valiente editorial Libros de la resistencia continúa dejando discurrir el río de la obra del uruguayo con la publicación de su último poemario, también titulado de una manera bien ilustrativa: Huelga decir.

Ambos títulos nos conducen a un mismo paradigma comunicativo: el trabajo hacia la esencialidad en su escritura, la contención, el cribado verbal, la relevancia del silencio y la constatación final de que, en efecto, lo que se dice en el poema ya está en el mundo, fuera del texto (“una prolongación de lo real en ausencia de poder”; “la poesía no existe en la poesía”). Solo hay que saber mirar o agudizar la intuición para percatarse de lo que los versos, sencillamente, señalan: “el poema te lleva a donde no estuviste / o estuviste sin haberte dado cuenta”. También desde un plano de denuncia social (“ni tuvo tanto exiliado uruguayo para el poco tamaño de país”; “la utopía fue enterrada viva”). Esa contradicción entre el impulso de escribir y compartir poemas y la certeza de cierta redundancia en ese acto zarandea al lector y al propio libro: “hace mucho que no hay nada que decir / mucho decir que no hay nada”. Milán sigue apostando, así, por la poesía como estímulo, como búsqueda. Se apoya para ello en juegos de palabras, en el salto entre significados guiados por relaciones fonéticas, en un deslizarse como patinando sobre hielo (espléndida metáfora del autor), alentado por ese “no hay destino, azar sobra” que articula toda su poética.

Con la habitual tensión expresiva del autor, este poemario prosigue el camino de indagación en la realidad, en la reconexión de vínculos y, sobre todo, en otorgarle al lector el papel protagonista a la hora de efectuar (o consumar) el acto poético. Millán sugiere, orienta la mirada, encamina la intuición, pero es el que lee quien debe asimilar las huellas, quien debe coser con unas puntadas únicas los indicios para alcanzar una aprehensión individual del entorno.

En estas páginas, a su vez, cobran peso las composiciones en las que reflexiona, sin solemnidad, sobre el paso del tiempo y la recapitulación de la vida (el escritor supera ya los setenta años), que están siempre tamizadas por ese relativismo que atraviesa toda su producción. De esta manera, vuelve a dejar constancia de la conciencia del espacio fugaz y aleatorio que ocupamos en el mundo y la comprensión trascendente y, al mismo tiempo, desmitificadora de la realidad.

Así, la proyección que lanzan las palabras de Eduardo Milán redimensiona nuestra propia visión de la vida. Para hacerla más intensa y más plena. Para desobedecer la pasividad con la que nos seduce el sistema.

Eduardo Milán

Huelga decir

112 páginas

Libros de la resistencia, 2022

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