Isabel Rodes en una formidable «Gran Cenobia», de Calderón y Luis Sorolla

Por Horacio Otheguy Riveira

El talento de un hombre de teatro de hoy como Luis Sorolla (autor, director, actor) se arma de valor, a la manera de un temerario aventurero, y reescribe a un Calderón muy interesante en torno a la vigorosa personalidad de una mujer siria, reina de Palmira, capaz de enfrentarse al feroz imperio romano. Así nace un texto muy atractivo en aportes de teatro contemporáneo que admiten de buena gana muy ricos giros calderonianos en versos que no deambulan por los conflictos de la fe cristiana, sino que deambulan por el abuso de poder frente a la expansión de la libertad total: económica y filosófica.

El director David Boceta también se anima lo suyo y monta un cirio con ráfagas musicales rockeras, efectos visuales muy bien logrados, poéticos, atmosféricos, cinematográficos. Todo envuelto en blancas telas que  caen cada tanto como trucos de magia para dar lugar a diversas circunstancias: la ardiente pasión entre jóvenes ambiciosos en lugar destacado, así como otras revelaciones de personajes fugaces. Van cayendo estas telas cual vendaje de agonías y esperanzas…

Hay en todo el entramado del texto y la puesta en escena una voluntad de hacer propio el triple salto creativo de épocas diversas. Por un lado la protagonista de los manuales de historia  Septimia Bathzabbai Zainib, más conocida como Zenobia, reina de Palmira tras el asesinato de su marido entre 267 y 272. Por otro, la recreación de Calderón hacia 1625 con inconfundible admiración por el carácter y belleza de «La gran Cenobia», y en tercer lugar, la volcánica necesidad de una revisión de materiales con el fin de que  se exprese aquí y ahora el cuerpo y el alma de una heroína brillantemente guerrera ante la tiranía de Roma al tiempo que autora de un diario «para que mi verdad no se vea oscurecida por la verdad de otros». Bella filósofa que reina, triunfa y fracasa en un mundo de hombres que no soportan ser derrotados, ni meramente cuestionados, por una mujer, dentro de cuyas faldas se encuentran los únicos tesoros dignos de ser atendidos.

Un escenario que tarda en desnudarse, gracias a un proceso muy interesante de juego de telas y estructuras metálicas, todo lo cual facilita un interesante ritmo de thriller atemporal.
Inglés de origen alemán, Herbert Gustave Schmalz, conocido como Herbert Carmichael (1856-1935) pintó esta Zenobia imperial hacia 1888.
CENOBIA: … Por esto escribo mi historia. Para que mi lengua, mis ojos, mi piel y mi voz, evocadas a través de lo que escribo, vuelvan a la vida en algún momento, apareciendo a través del tiempo
y diciendo lo que para mí fue verdad. Para que en mitad de todo este océano de palabras sobre mí, estén también las mías….
José Juan Rodríguez como el emperador Aureliano, después de larga travesía por la derrota, la ambición y el triunfo sobre La gran Cenobia: mirada y voz de alguien muy por encima de su época y su propio reino, interpretada por Isabel Rodes con admirable energía desde el comienzo hasta el impecable monólogo final.

Armas de fuego en lugar de las armas blancas del original marcan una pauta de ágil entramado. Un acierto de la puesta en escena, ya que logra conformar una dinámica verosímil, cuyo anacronismo no solo no molesta sino que enriquece la trama. [En la foto: Cristina Arias e Isabel Rodes].

Diversas corrientes estéticas e ideológicas confluyen en un paisaje de gran armonía. Los diez intérpretes aúnan fuerzas alrededor de la titánica presencia de Isabel Rodes como una protagonista que desde la primera aparición ha de estar en un tono muy alto, logrando matices siempre al margen de una estridencia que podría dañar el alcance de la propuesta. A su altura, la contenida elaboración de un personaje del original que trasciende las fronteras del teatro de la época en esta versión de gran impulso: Astrea, la pitonisa y narradora, a cargo de Irene Serrano, que abre el espectáculo con una serie de diversos ambientes y época. Así, ubica las veleidades de la lucha política en un marco histórico abierto. Tras el prólogo, se convierte en un personaje esencial que oscila entre lo real y lo fantasmagórico, con la disciplina de una actriz ya admirada en empresas privadas [Lear (Desaparecer)] y en la CNTC en diversidad de estilos (La vida es sueño, El desdén con el desdén).

ASTREA […] Otra historia que también es verdad: En plenas guerras napoleónicas la familia Rothschild, dueña de uno de los bancos más poderosos e influyentes del mundo, decide apoyar a Inglaterra y a Prusia contra Francia. Gracias a su financiación, Napoleón es derrotado en la decisiva batalla de Waterloo, en 1815. Nathan Rothschild, heredero de la familia, sabe de la victoria inglesa antes de que la noticia llegue a Inglaterra y decide hacer lo siguiente: vender todos los bonos del estado británico que posee.
La bolsa de Londres, al ver a un Rothschild deshacerse de sus acciones inglesas, cree que Napoleón ha ganado la guerra. Saltan las alarmas, todo el mundo corre a vender, y la bolsa británica se hunde.
Es entonces, antes de que la noticia de la victoria inglesa llegue a Londres y cuando el valor de los bonos del estado británico ha caído a precios ridículos, que Nathan Rothschild compra de vuelta todos los bonos que puede. Se dice que ganó más de un millón de libras de la época en menos de 24 horas.
Años más tarde la familia Rothschild visita al Papa Gregorio XVI. Allí donde todos los reyes, presidentes y emperadores habían tenido que besarle los pies al Santo Padre, los Rothschild le saludan con un apretón de manos. […]

Por otro lado, dentro de un reparto de lucimientos constantes, la ardiente pareja interpretada por Marta Guerras (Metálica) y José Luis Verguizas (El desdén con el desdén) juegan con la doble voluptuosidad de su deseo sexual y encendida ambición de poder dentro de la corte, desarrollando una historia con ecos de Macbeth, de entrada los intérpretes han de vérselas con una escena de alto voltaje de la que nunca descenderán, mezclando en un único coctel sus profundos intereses. Logran crear una pareja volcánica y a la vez sumamente ingenua, incapaz de percibir los muchos peligros que corren.

En definitiva, La gran Cenobia de Calderón de la Barca y Luis Sorolla se presenta como un vigoroso espectáculo que hace honor a una visión del clásico llena de ruido, furia y belleza escénica con aparentes pocos recursos que implican mucho más de lo que pueda parecer tras su evidente atemporalidad, dirigida por un actor estupendo con escasa experiencia como director, que aquí transmite profundos conocimientos en la dirección de actores, pues logra una coralidad plenamente integrada en una puesta en escena con muy variadas perspectivas.

Autor Calderón de la Barca 

Versión Luis Sorolla

Dirección David Boceta

Producción Compañía Nacional de Teatro Clásico

Fotografías Sergio Parra

Reparto por orden alfabético: Cristina Arias, Mikel Arostegui, Mariano Estudillo, Marta Guerras, Alejandro Pau, Isabel Rodes, José Juan Rodríguez, Víctor Sáinz, Irene Serrano, José Luis Verguizas

Escenografía Almudena Bautista

Iluminación Víctor Longás

Vestuario Paola de Diego

Coreografía Edu Cárcamo

Dirección musical, música original

y espacio sonoro Antonio de Cos

Videoescena Álvaro Luna

Asesor de verso Alejandro Saá

Ayudante de dirección Vanessa Espín

Ayudante de escenografía Igone Teso Bravo

Ayudante de iluminación Marina Palazuelos Soto

Ayudante de vestuario Guillermo Felipe Señaris

Ayudante de videoescena Elvira Ruiz Zurita

 CNTC EN EL TEATRO DE LA COMEDIA. SALA TIRSO DE MOLINA HASTA EL 6 DE MARZO 2022

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