‘Izquierda y derecha’, de Joseph Roth. [Barataria]

«Poco a poco, Paul fue recuperando un carácter continental que combinaba perfectamente con la ropa oscura y discreta que vistió durante el luto por su padre. Por el momento no había que pensar en volver a Inglaterra. Entendía poco de negocios. No sabía si debía hacerse cargo del banco o seguir estudiando ni tampoco, en ese caso, qué debería estudiar. Su padre había redactado tres testamentos diferentes, pero los tres eran de hacía muchísimo tiempo. Se empezó a sospechar que la casa y el banco de los Bernheim ocultaban algún misterio. Corría el rumor de que la familia podría ser mucho menos rica de lo que se había creído.

Paul nunca decía nada concreto sobre sus planes inmediatos. Seguía hablando del college y, aunque hubiera estado allí unos meses, contaba lo mismo que antes, cuando sólo había visto Oxford en los folletos. Pasaba horas en el despacho de su padre hojeando libros para matar el aburrimiento o hablando con secretarios y viejos empleados. Se sentía atemorizado ante la posibilidad de que alguien se diera cuenta de su desconocimiento del negocio y se aprovechara de ello. Paul empezaba a manifestar algo de la desconfianza de su madre, algo de su cortante frialdad. Nunca habría reconocido su ignorancia ante un empleado. Además, tampoco podía hacer caso de los consejos de su madre y de uno de sus hermanos, con los que el viejo Bernheim estuvo peleado toda la vida y que, poco a poco, empezaban a reaparecer.

Paul se hallaba en esta desagradable situación, cuando la guerra vino en su auxilio. La patria, los caballos y los Dragones le enardecieron desde el primer momento. La señora Bernheim, que estaba convencida de que la muerte sólo se llevaba a los pobres soldados de infantería, volvió a tener motivos para estar orgullosa de su hijo. Lloró cuando se plantó delante de ella en uniforme por primera vez (lucía el uniforme militar, aunque nunca hubiera sido soldado). Lloró, en primer lugar, de felicidad por la belleza masculina que irradiaba Paul; en segundo, porque su marido nunca podría verlo así; y también, porque, desde su juventud, ante un uniforme se sentía siempre emocionada. Siguiendo la tradición del Regimiento de Dragones al que, por cierto, el paso del tiempo y las guerras habían debilitado bastante, Paul se dejó crecer un bigotito cortado a cepillo. Tenía un aspecto más marcial que el resto de sus compañeros. Su habilidad como jinete, su apostura, sus convicciones y su uniforme habrían hecho creer a quien no le conociera que descendía de una antigua familia de oficiales de caballería. Compensaba su origen burgués con la nobleza de su porte. Y, a partir de ese momento, empezó a firmar de manera tan poco clara que igual se podía leer «Bernheim» que «von Bernheim».

Sin embargo, un Reglamento, que le conmocionó tanto como a otros la incorporación a filas, le obligó a abandonar la caballería. A causa de sus prejuicios, el Estado perdió un magnífico oficial, y puede que hasta un héroe. Porque no cabe duda de que lo que había despertado el heroísmo patriótico en Paul Bernheim había sido su vanidad. Este Reglamento le convirtió en un oficial de intendencia.

¡Cuántos se hubieran cambiado por él! Pero, en el mismo momento en que dejó los Dragones, se convirtió en un antibelicista implacable. Pareció abrirse ante él un nuevo camino para darse importancia. Empezó a frecuentar los medios antibelicistas, a escribir en periodicuchos prohibidos por su contenido revolucionario, a hablar en las reuniones secretas de los que se oponían a la guerra. Y aunque no fuera ni un buen periodista ni un buen orador, impresionaba a la gente corriente, a los soldados rasos, a los desertores y a los revolucionarios gracias a su grado de oficial, sus modales burgueses y su aspecto evidente de pertenecer a una familia bien. El brillo de sus insignias, el sonido de sus espuelas (pues aun destinado en intendencia seguía perteneciendo a la caballería), el suave tono aceitunado de su tez y los delicados movimientos de sus brazos y caderas fascinaban a la gente. Y, al ofrecer a los antibelicistas la ración de heroísmo que pensaba haber dedicado a la patria, recibió a cambio la gratitud de los perseguidos. Estaban orgullosos de él, y era un orgullo que brotaba de las mismas fuentes de las que manaba el odio hacia los miembros de la buena sociedad. Siempre se sobrevalora a los transgresores. Paul
aprendió el significado de esta ley en los círculos revolucionarios.» Sigue leyendo

TÍTULO ORIGINAL: Rechts und Links (1929)
AUTOR: Joseph Roth
TRADUCCIÓN: Sandra Chaparro Martínez
EDITORIAL: Barataria
COLECCIÓN: Bárbaros
GÉNERO: Novela
ISBN: 978-84-92979-03-5
PÁGINAS: 208 p.
FORMATO: 16 x 20 cm
ENCUADERNACIÓN:
PVP: 17,80 €

El autor:
Joseph Roth nació en Brody, principado de Galitzia-Volinia, por entonces en el Imperio austrohúngaro y hoy en Ucrania, en 1894, y murió en París en 1939. De familia judía acomodada, estudió literatura y filosofía en Viena, se alistó voluntario durante la Gran Guerra y desde 1923 viajó por toda Europa como corresponsal del periódico Frankfurter Zeitung. Finalmente, huyendo del nazismo, se exilió en París. Enfermo y alcoholizado, murió allí poco antes del inicio de la segunda guerra mundial. Escribió en alemán diecinueve novelas (Hotel Savoy, Job, La marcha de Radetzky, Tarabas, Confesiones de un asesino, El peso falso o La leyenda del santo bebedor, entre otras); seis libros de cuentos (como El espejo ciego o El mercader de corales), y artículos, reportajes y ensayos como Las ciudades blancas, Viaje a Rusia, Judíos errantes o Los cien días. Adscrito genéricamente al expresionismo, sus narraciones son sin embargo tan personales como para situarlo entre los grandes creadores de personajes arquetípicos.

Nota de la editorial (Barataria):
Tres biografías paralelas, una fotografía del poder y de los que lo detentan, una radiografía del dinero y de sus mecanismos de compraventa: una escalofriante novela de Joseph Roth sobre la soledad del hombre moderno implacable, lúcida y brillante.

Izquierda y derecha, publicada en 1929, puede considerarse la culminación de la primera etapa de la obra de Joseph Roth y presenta todos los elementos que han hecho de él uno de los autores claves de la literatura centroeuropea de entreguerras. En Izquierda y derecha recrea el ambiente de la república de Weimar y el hundimiento de una sociedad que asiste impasible al ascenso del nazismo.

La ruina económica y moral de la familia Bernheim tras la Gran Guerra encarna la de la misma Alemania, y la trayectoria de los hermanos Bernheim, en apariencia enemigos irreconciliables, muestra la profunda identidad de clase que los une: Paul, equipado con su orgullo y un variado muestrario de talentos inútiles, acaba resolviendo su ruina económica con una boda ventajosa; Theodor, cuyo resentimiento y cobardía le llevan a las filas del racismo y el nacionalismo radical, no duda en escribir para un periódico demócrata y controlado por los judíos. Frente a ellos, y muy por encima de ellos, la personalidad enigmática de Nikolai Brandeis, un apátrida de poderosa y solitaria inteligencia que maneja las vidas de los dos hermanos, verdaderas marionetas en sus manos.
Roth nos ofrece un cuadro burlesco y amargo del Berlín de entreguerras, marcado por los negocios dudosos y el afianzamiento del nazismo, en el que se entrecruza el destino de los hermanos Bernheim, de las mujeres que les sirven de apoyo y a las que humillan y desprecian, de Nikolai Brandeis, contrapunto de esa descomposición social, un creador, un personaje lleno de valor, inolvidable; de vividores, revolucionarios de salón, jugadores y falsos artistas que se entregan cada noche a su propio espectáculo, como si todo lo que ocurre a su alrededor formara parte de un gran cabaret.

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