Susan Sontag decía que la lectura es un instrumento que nos permite llorar “por aquellos que no somos nosotros y no son los nuestros”, y que ultimadamente en la lectura estaba la libertad. Esta libertad de la que habla la neoyorkina se podría comparar a lo que Franz Kafka concluía sobre el acto de leer: “Un libro debe ser el hacha que rompa el mar helado dentro de nosotros”.

Más que leer por entretenimiento, que sobra decir que tiene sus componentes placenteros, profundamente gozosos que trazan senderos hacia lugares ignotos, habría que considerar leer porque el mundo es más que los hechos del mundo. Porque hay demasiadas cristalizaciones dentro de nosotros –productos de la vida cotidiana y los mecanismos de defensa– que solo un hacha como la lectura íntima y honda podría romper.

Kafka, quien, como apunta Juan Villoro, llevó a las oficinas del mundo a un rango poético, propone una lectura que nos desarme. Su visión demanda de antemano la valentía del lector, que no es algo que se encuentre tan a menudo. Pero, si la lectura es esa manera de experimentar lo que no nos alcanza la vida para experimentar, tanto en los sentidos como en las emociones, ser valientes para recibir ese “golpe en la cabeza”, que nos despierte de un letargo helado, podría salvarnos de algo que ni siquiera sabemos que nos oprime. La lectura, entonces, sería la libertad.

Creo que deberíamos leer sólo el tipo de libros que nos lastimen y apuñalen. Si el libro que estamos leyendo no nos despierta de un golpe en la cabeza, ¿para qué lo estamos leyendo? ¿Para que nos haga felices, como dice tu carta? Dios mío, seríamos felices precisamente si no tuviéramos libros, y el tipo de libros que nos hacen felices son el tipo que escribiríamos nosotros si tuviéramos que hacerlo. Pero necesitamos libros que nos afecten como un desastre, que nos duelan profundamente como la muerte de alguien que quisimos más que a nosotros mismos, como estar desterrados en los bosques más remotos, como un suicidio. Un libro debe ser el hacha que rompa el mar helado dentro de nosotros. Eso es lo que creo.