Marcos Tamargo: “La pintura es la única fémina que nunca me ha sido infiel”

Por Patricia Dusmet
 
 
 

Marcos Tamargo, 2010

Nos encontramos en un bar-lounge en el Midtown neoyorkino, a la altura de la calle cuarenta y nueve y la tercera avenida, a las cinco de un soleado día de otoño. Marcos Tamargo me recibe con su inconfundible boina de tonos beige y su siempre sonriente expresión. Vestido con un cuidado estilo casual, muy probablemente adquirido en Nueva York, con camisa de cuadros blancos y grises, chaqueta gris marengo y vaqueros.  Nada más verme esboza su primera sonrisa. Buen preámbulo a las dos copas de vino que nos acompañarán.
 
Nacido en Asturias, Gijón, ¿en qué aspectos consideras que este hecho ha podido tener influencia en tu obra?
En todo. Todos los sitios donde he vivido o donde he pasado un tiempo siempre han influido en mi obra. Por ejemplo, en Asturias las tardes de invierno que para mucha gente no son románticas a mí me influyeron con su tempestad, con todo su óxido en el aire. Todo eso tuvo que ver en que haga naturalezas muertas, paisajes de puertos… Lo  mismo me pasó al llegar a Nueva York, donde me vi muy impactado por la ciudad en invierno. El frío de la ciudad, el humo de las alcantarillas, el aire contaminado, me gustaron.
 
¿Existió algún factor determinante que te llevara a pensar con tan sólo once años que lo tuyo era la pintura?
Creo que de niños todos pintamos o dibujamos bien, a veces es el profesor el que te cortaba las alas por no hacer el jarrón de una manera completamente realista. Desde niño siempre me apoyó todo el mundo, se me daba bien y lógicamente me gustaba. Pero no pensaba vivir de ello, fue una cosa que ocurrió más tarde. Primero cursé los estudios y después comprobé que había un camino. Como gustaba mi obra, pues qué mejor aliciente para continuar produciendo.
 
¿Qué significa para ti la pintura?
La pintura es la única fémina que nunca me ha sido infiel (risas). Es algo que me gusta porque aunque esté triste o contento siempre me apetece pintar. Independientemente de cuál sea el estado de ánimo que tenga siempre tengo ganas de pintar.
 
¿Te apoyó tu familia cuando decidiste dedicarte a la pintura?
Sí. Al principio costó un poco porque mi padre es matemático y mi madre profesora, por lo que fue un poco costoso sacarlos de su mundo. Resultó un poco chocante para ellos. Sin embargo a medida que vieron que trabajaba, que era lo que realmente a mí me interesaba, que madrugaba  a las seis de la mañana para pintar y llegaba tarde de pintar… Cuando vieron que vivía la pintura empezaron a apoyarme. Venir a Nueva York no hubiera sido posible sino es por ellos, y es por eso que aún a día de hoy que todavía se lo agradezco.
 
¿Qué recuerdas de aquellos tempranos comienzos en los que tu maestro fue José Ramón Rodríguez?
Primero le mando un saludo esté dónde esté porque falleció el año pasado. Recuerdo de él la sabiduría, no en cuanto a enseñanza técnica, sino a los conocimientos transmitidos verbalmente. Muchas veces sólo con verlo pintar a él aprendía más que pintando yo mismo. Recuerdo también conversaciones que mantuvimos. Todo. Se aprende todo de un creador.
 
Eres diplomado en Ciencias Empresariales por la Universidad de Oviedo. ¿Por qué decidiste estudiar esa carrera?
Porque no sabía cuál estudiar (risas) y vi que Empresariales podría tener salidas a distintos trabajos porque amplía diferentes materias. Pero claro siempre seguí con la pintura, así que lo que hacía era estudiar poco (risas). Lo que estudiaba eran libros de pintura. De la carrera y contabilidad poco.
 
¿Qué te aportó tu experiencia Erasmus en Sheffield, Inglaterra?
Tengo magnetismo hacia estas ciudades en cierto modo decadentes y dedicadas a la industria. Mi región es Asturias, el cinturón industrial español. Nueva York, donde nos encontramos, el cinturón industrial estadounidense y Sheffield, el cinturón industrial británico. Al final todos estos paisajes me han ido marcando hasta definir mi estilo.
 
En 2007 haces la maleta rumbo a Nueva York. ¿Qué esperas de ese viaje?
En realidad no esperaba nada más que trabajar duramente. Mi meta era pintar. Quería vivir por y para la pintura.  Tuve claro desde hace cinco años que la pintura era lo que me gustaba y no me veía trabajando en ninguna otra cosa. Cuando llegué aquí no me encontré con el Nueva York bonito y de las luces que te describe la gente que viene de vacaciones una semana sino algo un poco más duro. Pero con trabajo, esmero y esfuerzo creo que todo se consigue.
 
¿En qué medida se han cubierto tus  expectativas?
He madurado como persona y como artista. El otro día hablando con un amigo José Manuel Ciria, me decía “en  Nueva York debajo hay ratas y arriba tiburones”. Y es cierto que hay tiburones pero también hay muy buenas personas. Ése equilibrio te hace madurar en la vida y saber el camino que quieres escoger.
Vives a caballo entre Estados Unidos y Europa. ¿Qué te aporta cada una?
El pintor debe viajar. Cuanto más viaje más tendrá que transmitir. Al fin y al cabo somos comunicadores, por lo que cuantas más cosas hayas contemplado más cosas tendrás que comunicar.
 
Estudiaste en The Art Student League y de The School of Visual Arts, dos instituciones neoyorquinas de gran prestigio. ¿Qué recuerdas de tu paso por ellas?
Destacaría la calidad y técnica de los profesores. En pocos sitios en el Mundo puedes encontrar en un espacio tan pequeño gente tan profesional. Me acuerdo, por ejemplo, de Hugo Bastida, de Nicky Orbach y de varios profesores de la Student League que influyeron mucho en mi pintura y que siempre me apoyaron.
 
En tus obras neoyorkinas apreciábamos un realismo inusitado que bien podría recordarnos a Edward Hopper ¿Consideras a éste artista influyente en tu estilo?
Sí. También destacaría el tenebrismo de Caravaggio, la pureza de Hopper como bien dices y la fuerza de Francis Bacon. Hopper influyó mucho en esa primera etapa en Nueva York, en la que los rascacielos y todo mi impactó. Él fue un referente para mí en esa época.
 
Del realismo figurativo de la ciudad a la abstracción de los paisajes de campo de El Quijote. ¿Qué dirías que te conduce a esta necesidad de exploración constante?
La pintura es de las pocas profesiones que no son monótonas. De hecho exige que el pintor explore. Eso sí, sin perder su personalidad pictórica, sin desviarse y teniendo claro quién es uno mismo y lo que quiere hacer. En mi caso paisajes abstracto figurativos.
Visiones de El Quijote I

 
¿Por qué el Quijote?
Porque es un personaje, es un loco ingenioso. Intenté fue plasmar cómo él mismo vería los paisajes industriales hoy en día si estuviera vivo. Cómo desde su locura se difuminarían las visiones, que es un poco lo que yo hago, dibujar esos paisajes que subyacen en la mente.
 
¿Qué es para ti la luz negra?
La inventó Petrus en el año 2006 si no me equivoco. Me gustó porque de pocas maneras se puede transmitir un sentimiento de felicidad a la gente a través de una obra. Me explico, la primera vez que una persona ve las obras se le esboza una sonrisa, lo cual es realmente bonito. Sobre todo disfruto cuando le las enseño a niños que de vez en cuando vienen al  estudio en plan excursión o algo así.
Leonard Cohen en luz negra

 
¿Qué ha significado para Marcos Tamargo el poder trabajar con el versátil artista español Petrus?
La verdad es que es una experiencia inolvidable que espero que continúe. Petrus es una artista del que puedes aprender todos los días, tanto como persona como profesional.  Es de esas personas a las que te puedes quedar escuchando dos horas y no te cansa. Además  es ese tipo de artista al que no le importa transmitir sus conocimientos, lo cual también es muy de agradecer hoy en día.
 
¿Cómo definirías el panorama nacional actual en el campo de la pintura?
Tenemos suerte porque por ejemplo aquí en Nueva York da gusto decir que eres de España porque te miran con otros ojos. Creo que los españoles y los japoneses somos los que mejor estamos mirados en cuanto al arte en Estados Unidos. España es tierra prolífica de pintores. Mi región, Asturias, siempre tuvo gran cantidad de pintores, pero podemos encontrar igualmente en cualquier otra un surgimiento constante de nuevos valores.
 
¿Qué significó para ti ser integrante de la exposición colectiva Jóvenes Valores del Arte Contemporáneo que tuvo lugar en la Sala de Arte Van Dyck?
He trabajado con seis grandes creadores españoles, de los cuales he tenido la oportunidad de conocer a cuatro de ellos. Me siento encantado y contentísimo, ya que además de creadores son bellas personas. Y eso además se refleja en la obra. Éramos siete, y los siete con un estilo totalmente singular, pertenecientes más o menos de la misma generación. Es raro que haya un pintor abstracto, otro figurativo, otro surrealista y todos con un estilo tan marcado y tan propio.
 
Colaboras con FICEMU (Fundación para la Investigación de Células Madres Uterinas) y con Artifact. ¿Qué importancia tiene para ti el componente social en el arte?
Creo que es una obligación para el pintor, para el artista en general. Mi aportación viene o bien donando obras o bien colaborando en distintos proyectos. Con respecto a FICEMU se trata de una fundación pequeña con personas absolutamente entregadas. Ése es precisamente en el encanto que tiene, que conozco a todas las personas que trabajan allí y que con su entregan motivan a la gente a hacer algo.
 
Considerado uno de los artistas españoles con más proyección internacional, uno podría decir que la fama se te ha subido a la cabeza. ¿Crees que sigues siendo el mismo Marcos de siempre?  
Por supuesto. Soy el Marcos del barrio de la calzada de Gijón (risas). Y orgulloso de ello. Creo que hay que ser humilde en esta vida y saber que si tienes algo no es por el talento de uno sino porque se lo debes a muchas personas que te apoyaron y que creyeron en ti. Para nada me siento famoso, sino que creo que todavía acabo de empezar un largo camino. Igual cuando esté muerto si me lo podrán decir, pero hasta entonces no.
 
¿Qué inspira en la vida a Marcos Tamargo?
Me inspira todo. Igual suena a topicazo, pero me inspiran sobre todo mi familia y mis amigos. Cuando estoy con ellos es cuando me salen las mejores obras. Llego a casa pienso lo que hice con ellos, en las cosas que vi y ahí es cuando surgen. Otras influencias a parte de la familia y los amigos serian libros, cine, la música. Por ejemplo, no puedo pintar sin música. Depende del cuadro me pongo un estilo de música u otro. Sobre todo jazz, reggae, rock. Hay cientos de cosas que me inspiran para crear.
 
Presentada la serie de retratos de los galardonados con el Premio Príncipe de Asturias 2011, ¿qué otros proyectos te esperan con la llegada del 2012?
Primero me gustaría agradecer a Hoteles Barceló y al Ayuntamiento de Oviedo por haberme encargado este proyecto que he acogido con gran ilusión. Aunque ha sido breve el tiempo para ejecutarlo, he quedado satisfecho con una obra que espero que guste.  Para él próximo año tengo colaboración con Petrus y FICEMU en Estados Unidos. Así mismo acabo de fichar por la Galería Art Angler en Nueva York, dirigida por Jason Dick, la cual a pesar de ser una nueva galería, ha entrado con mucha fuerza. También tengo otra exposición en Burgos con la Caja de Burgos, Jóvenes Valores del Año que viene y más proyectos que irán surgiendo y de los que prefiero no revelar mucho tampoco.
Más información
http://www.marcostamargo.com/

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