Prince of Persia: En los videojuegos también se besan

Por Fernando Marañón.

Tenemos un imperio oriental poco conocido, vistoso y exóticamente difuso, intercambiable, prácticamente estándar,  carne de pastiche, o sea, hollywoodiense. Tenemos a un rey con tres hijos, como Lear, pero sin ponernos british (¡por favor!). Tenemos a un Aladdín de mercado y a una princesa de playboy. Tenemos varios cientos de millones de disney-dólares y un videojuego carismático del circuito. En fin, tenemos un taquillazo de cojones, dicho sea como quiera que lo diga el bueno de Jerry Blockbuster Bruckheimer. Y el resultado final es El príncipe de Persia.

Para mí, el problema no radica en que el guión tenga su origen en un videojuego, una atracción de parque temático, un relato por sms o una novela mítica. El reto de la página en blanco y las imposiciones del productor han existido siempre. El verdadero problema es la incapacidad deliberada de todos los implicados frente al reto de construir una historia ordenada, coherente, rica y de intensidad bien modulada, aunque sea inverosímil. Uno se larga a Casablanca y ve 10 personajes principales fabulosamente armados y otros diez episódicos memorables; mira hacia El hombre que pudo reinar y encuentra una peripecia que puede dibujarse sobre el mapa; se fija en Scaramouche y descubre una venganza inevitable y un duelo preciso en tiempo real,…

Para qué seguir. Aquellos héroes pasaron y no volverán. Estamos en la era youtube, donde la emoción se mide en calambrazo-clics, intensos y no necesariamente ligados. Funcionan la adrenalina de la explosión, la cámara ralentizada y el malvado de manual. Funciona el cocktail de golpe en barra y pá dentro, donde ni se plantea el papel del paladar sino la velocidad del efecto borrachera. Bajo el ruido y la furia (nada faulknerianos), subyace un material con posibilidades, con el que un cineasta clásico que se pasara los efectos por el forro (o como quiera que lo dijera el gran Curtiz en una de sus míticas broncas ininteligibles), habría inventado una maravilla para la eternidad. Pero esta Persia no aspira a la alta costura echa de oficio y cineastas sabios, le basta con ser la colección veraniega 2010 de un “Factory”.  Y, desde ese planteamiento, será un éxito o lo es ya. Pero uno se pone Garci y añora a su pesar. Y piensa lo que podría ser La Aventura con los medios técnicos hoy disponibles, si una parte del presupuesto se destinase a guiones cuajados, repartos creativos y voluntad cinematográfica no ejecutiva.

Aunque sabemos que cada tanda del género fue despreciada en el momento de su estreno y ensalzada por la crítica décadas después, y no estaré aquí para envainármela, apuesto a que la fantasía persa en la que Ben Kingsley cobró su mejor cheque no estará entre las recuperadas para la historia del cine. Las arenas del tiempo enterrarán ésta de Jerry, porque entre la caja y la gloria, él ha vuelto a elegir la caja.

Esos sí: Los niños de 12 años aplaudieron cuando la pareja se besaba, como entonces. Puede que a él baste.

One thought on “Prince of Persia: En los videojuegos también se besan

  • el 16 enero, 2014 a las 7:52 pm
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    A mi familia nos encanta esta cinta porque es muy entretenida, me gusta que la historia se ubique en medio de un desierto con varias escenas de acción, una Película con una efectos especiales impresionantes, razón por la que a los fanaticos del cine nos llama la atención.

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