Savages, avidez controlada

 

Por Nil Rubió

SAVAGES’ INTENTION IS TO CREATE A SOUND, INDESTRUCTIBLE, MUSICALLY SOLID, WRITTEN FOR THE STAGE AND DESIGNED WITH ENOUGH NUANCES TO PROVIDE A WIDE RANGE OF EMOTIONS. SAVAGES ARE A SELF-AFFIRMING VOICE TO HELP EXPERIENCE OUR GIRLFRIENDS DIFFERENTLY, OUR HUSBANDS, OUR JOBS, OUR EROTIC LIFE, AND THE PLACE MUSIC OCCUPIES INTO OUR LIVES. SAVAGES’ SONGS AIM TO REMIND US THAT HUMAN BEINGS HAVEN’T EVOLVED SO MUCH, THAT MUSIC CAN STILL BE STRAIGHT TO THE POINT, EFFICIENT AND EXCITING. Savages Manifesto #1

SAVAGES + A DEAD FOREST  Sala Apolo 18/02/2014 (organizado por Primavera Sound)

Fotografías: Pablo Luna Chao

Savages (175)RetTras un velo de humo permanente. Allí se encontraban, sin foco individual, en la fugaz penumbra, las cuatro integrantes de Savages, una de las formaciones de moda del último año. Ya las conocíamos de su enérgica, y frustrada a medias, actuación en el Primavera Sound. Con diurnidad y viento arremetiendo, se sacaron, apremiadas por el horario apretado de primeras horas de festival, un concierto veloz, ruidoso y violento, dejando un más que buen recuerdo. En la Apolo ejercían por primera vez en Barcelona de protagonistas de la velada, y con un ceremonial más cercano a este estatus, se apagaron las luces de la sala.

El acoso y derribo presumible el «más punk que post» no fue tal. El contexto, la evolución, escoger uno u otro camino… pero Jenny Beth, la voz cantante, pedía en solitario, modulando un poco harmónico «I need something new in my ears. I need something new». Sus compañeras fueron sumándose con sus instrumentos, construyendo lo que sería el envoltorio del concierto, lento y atmosférico, texturizado con maestría por Gemma Thompson a la guitarra, sosteniendo el conjunto Ayse Hassan y su habilidad al bajo. Seguir con Strife, último sencillo de su único álbum Silence Yourself, tampoco supuso despertar las ansias del público reunido, que más que niebla, pedía arrebatos huracanados.

No los ofrecieron antes A Dead Forest, el grupo de los hermanos Sherry, que con su dúo de guitarra y batería a lo Black Keys, apostaban sin embargo por una aproximación más oscura, casi acústica y aterciopelada, demostrando una habilidad melódica a tener en cuenta. Sin embargo, su esfuerzo encomiable por construir cierta intimidad con la audiencia, basado en la gestión de los silencios, era entorpecida una y otra vez por aquella porción, siempre condenable, de público empecinado en mantener la tertulia de barra del bar, convertida en altisonante murmullo.

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También hay también no puede mantener el móvil en su bolsillo. No para sacar una foto o un breve video de lo que está sucediendo, sencillamente ve lo vivo a través de lo digital. Como un apéndice incorporado a la mano desde el cuál se tamiza toda la percepción de lo que está sucediendo allí enfrente, articulando una constelación de pantallitas que miran de forma catatónica, píxeles que deforman lo que los sentidos de por sí, procesan mucho mejor. Jenny Beth así lo recalcó (como también advertía un cartel en la entrada que para uno pasó inadvertido), que quería «ver menos aparatos digitales y más headbanging«. ¿Presuntuoso? Quizás. Pero en la obsesión por recuperar viejos sonidos (Savages no se esconden en ello), sanas costumbres como ver, oír y respirar un concierto, no pueden ser reprochables los intentos de ser recuperadas. Y es que cuando soltaron las amarras, cuando Thompson sacaba brillo a las cuerdas con estridentes distorsiones, Hassan mantenía un hipnótico ritmo con su bajo exuberante, Fay Milton aporreaba la batería con fruición y Beth danzaba y proclamaba subida en lo que los amplificadores proyectaban, no había alternativa. City’s Full, I am Here, Shut Up, conformaron un primer bloque que ofreció lo que los cuerpos nerviosos querían. Con una ejecución clínica, metronómica, más fría que pasional. De elegante negro, como es el único color que importa.

Tras otra atmosférica bajada de intensidad con Waiting For a Sign y una buena versión de Dream Baby Dream de Suicide, el tramo final sacó a relucir lo más parecido a un himno que tienen con She Will. La niebla se disipó finalmente con No Face, Husbands y Hit Me, que no dieron tregua a unas primeras filas entregadas y a lo más parecido a la comunión que se puede tener con un grupo tan quirúrgico y cerebral, aun con su vertiente más expansiva y contundente. Inmersión quieren, y la consiguen. El final con un tema nuevo, Fuckers, que conjuró la atmósfera con un agradecido crescendo que terminó en catarsis, en el mejor caos que pudieron generar, ácido y punzante hasta el dolor de oídos. Sin opción a bises, terminó el concierto.

Savages, hipérbole mediática a un lado, han entrado con fuerza. Se toman su propuesta, en especial su discurso, muy en serio, y parecen ser honestas con sus intenciones transformadoras mediante su música. Tienen un primer disco destacable y son una potencia en directo, mejor cuando aplican más frenesí, donde despiertan verdadero entusiasmo, que en sus fases atmosféricas, o en un ritmo de concierto a veces desigual. Hecho que con un mayor repertorio que el que actualmente poseen puede aportar más fluidez al conjunto y ver si todo lo positivo que ofrecen se consolida en una larga trayectoria. Falta por ver dónde están (o se ponen) sus límites.

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