State Of Play, otra impecable historia de la televisión británica

Por Javier Franco.

Haciendo inventario de los estrenos televisivos de este 2011 que acabamos de dejar atrás, resulta curioso ver como entre la hegemonía casi aplastante de las producciones norteamericanas se ha colado un programa nacido al otro lado del Atlántico. Dowton Abbey, serie cuya segunda temporada emite actualmente la británica ITV, demuestra que es posible hacer buenos productos televisivos sin necesidad de lucir en alguno de los canales de la vieja tierra del Tío Sam. Así, mientras las HBO, AMC, FOX y de más cadenas de pago de la televisión estadounidense mantienen su particular pulso por arañar algunas décimas de audiencia (sin menospreciar por ello la calidad del resultado, todo sea dicho), las cadenas inglesas siguen a lo suyo. Sin hacer mucho ruido, haciendo las cosas bien. Por lo menos lo suficiente como para sorprendernos cada cierto tiempo con una nueva serie que nos obliga a apartar la vista de la parrilla americana.

 

Dowton Abbey ha sido la última en cautivar al público y traspasar las fronteras de las Islas. Sin embargo, cualquiera que eche un vistazo hacia atrás verá que no es casualidad que hoy estemos hablando de nuevo de una serie producida por una cadena británica. Y es que si por algo se caracterizan los ingleses es por fabricar programas de impecable factura, que entran por la vista. Quizás no tengan la audacia a la hora de contar historias como un Breaking Bad o un Rubicon, por citar dos series con sendos guiones de lujo; pero nadie puede acusarles de no tener oficio.

 

Así, en el año 2003, cuando el boom de las series era todavía un quimera y a las pantallas europeas apenas llegaba un 1% de lo que se producía en EEUU, la BBC decidió probar suerte en el terreno del thriller político con State of Play, una miniserie en seis episodios. Bueno, más bien, una película dividida en seis capítulos. Tanto es así que, hace un par de años, Hollywood decidió hacer lo propio y convertir el serial británico en un film con uno de esos repartos de lujo (Ben Affleck, Herren Miller, Russell Crowe…) que tanto gustan en la meca del cine. La cinta pasó sin pena ni gloria por la cartelera, sin embargo, hizo que muchos tiráramos del hilo y termináramos probando suerte con la serie original.

 

Decir que fue una sorpresa (para bien) encontrarse con esta historia televisiva es quizás decir demasiado. Ya lo he dicho y no me cansaré de repetirlo. Si ustedes, espectadores, buscan producciones cuidadas, guiones equilibrados y un reparto al servicio de la historia, no lo duden, su cadena es la BBC. Y si ademas le unimos el gancho de un relato como el de State of Play, con la corrupción, el periodismo y ciertas dosis de suspense de fondo, el coctel televisivo está listo para ser servido.

 

Con un primer capítulo trepidante, la historia de State of Play se deja devorar de una sentada; desde los minutos iniciales, con la aparición en escena de dos asesinatos (aparentemente sin relación), hasta esos segundos finales en el que la rotativa del diario The Herald da por concluido el relato. Entre medias, toda una historia de cloacas de la política, de periodismo sin escrúpulos, de búsqueda de un asesino para un crimen que se convierte en telón de fondo.

 

 

Mención especial merece el duelo interpretativo entre David Morrissey y John Simm, que dan vida, respectivamente, al congresista Stephen Collins y el periodista Cal McCaffrey. Los métodos poco ortodoxos del equipo de redacción del Herald -dirigido por Cal y con un excelente Bill Nighy en el papel del editor jefe Cameron Foster- chocarán con la opacidad de una política de despachos y puertas cerradas. Así, lo que en un principio parece un simple asunto de cama se irá transformando en una de esas tramas de corrupción en la que nada ni nadie son lo que parecen y en la que las drogas, el dinero y hasta el petróleo tendrán mucho que decir de un asesinato que parece orquestado por medio parlamente británico. Al menos para una prensa británica tan dada a los sensacionalismos y a los grandes titulares.

 

Las miserias de una prensa en perpetua crisis (sí, por esas fechas las cabeceras ya parecían sufrir su propia tragedia) quedan reflejadas en este historia que nos trae a la memoria esa excelente última temporada de -ya un clásico- The Wire, en el que David Simon ventilaba los entresijos de la redacción del Baltimore Sun. Personajes como Dan Foster (interpretado por James McAvoy, al que muchos conoceréis por su gran papel en el film El último rey de escocia) o Della Smith (Kelly Macdonald, actualmente en el reparto de la serie Boardwalk Empire) nos muestran todo el espectro de un fauna periodística que lucha por sobrevivir en un territorio de viejos lobos y sabuesos. Un mundo en el que, lo que hoy parece noticia, mañana es papel mojado.  

 

Y es que en el universo que nos presenta State Of Play, toda información tiene su precio. Algunos se lo cobran en forma de noticias, otros en votos y algunos traspasan las líneas rojas de la ley y saldan sus deudas con sangre. Aunque ya se sabe, como en toda buena historia contemporánea, aquí no hay héroes, ni villanos, ni siquiera vencedores y vencidos. La maquinaria de la noticia es la única que termina triunfando en esta trama de intereses. Todo sea por un bonito titular en la portada de mañana.

 

* State Of Play se emitió entre Mayo y Junio de 2003 en la cadena británica BBC.

Downton Abbey se emite actualmente en la cadena británica ITV y, en España, en Antena 3

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