«Tango Club», un encantador homenaje vitalista. Sin nostalgia ni estridencias

Por Horacio Otheguy Riveira

Desfilan 20 tangos en diversos registros, siempre guiados por tres músicos de gran calidad: alma, corazón y técnica de gran pureza. Una antología que empieza con Carlos Gardel y recorre muchos estilos, de la milonga al vals, el tango canción y el tango de arrabal profundo. Un homenaje por el que «la canción triste que se baila» encuentra vibrantes momentos de felicidad que acaba cuando el público ya se dispone a salir de la sala y se escucha a Louis Armstrong, cantando e interpretando con su trompeta, nada menos que El choclo (en la versión de Louis, Beso de fuego —Kiss of Fire—):

Con este tango que es burlón y compadrito

se ató dos alas la ambición de mi suburbio;

con este tango nació el tango y como un grito

salió del sórdido barrial buscando el cielo…

 

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Para los amantes del género popular rioplatense, este Tango Club es un rincón en un gran teatro, un ritual mágico donde poder reencontrarse con los mayores poetas del tango, lo mismo en letras, música o danza. Y quienes sienten nostalgia de un tiempo ya pasado, sabrán disfrutar de una nostalgia dulce que mira hacia el futuro a través de la bellísima bailarina-coreógrafa y su apuesto galán: juntos rinden tributo a la sensual cadencia de un ritmo que cautiva y rejuvenece día a día. Lo mismo que se dice que «Gardel cada día canta mejor», el tango sigue en pie gracias a la vitalidad de los nuevos creadores: artistas que no se postran ante un dios inamovible, inflexible, sino que, momento a momento, lo reinterpretan y nos lo devuelven pletórico de vida, de aliento creativo,  más allá de toda nostalgia y estridencia. De allí que esta producción íntima y cálida vaya a lo esencial, con proyecciones históricas muy interesantes, narrando episodios históricos clave. Suenan La cumparsita, Fumando espero, Volver, A media luz…

 

… Juncal 12, 24
de tarde té con masitas
de noche tango y cantar
los domingos pies danzantes
los lunes desolación
hay de todo en la casita
almohadones y divanes
como en botica rococó
alfombras que no hacen ruido
y mesa puesta al amor.

Y todo a media luz
que es un brujo el amor
a media luz los besos
a media luz los dos
Y todo a media luz
crepúsculo interior
¡Qué suave terciopelo
la media luz de amor!

 

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Se recomienda leer el programa al final, cuando ya se sucedieron las sorpresas. En hora y media hay lugar para el asombro, la emoción y la sonrisa, ya que los intérpretes resultan informales, simpáticos, para hacernos sentir como en casa. Entre amigos, en un verdadero Club tanguero. Y en esas que aparece en pantalla Celia Gámez, muy joven, marcándose un tango, mucho antes de convertirse en una estrella del musical español. Y su sobrina, Valeria Gámez, en escena, la invita a un dúo conmovedor. El pasado se funde con el presente donde Astor Piazzola aparece con Libertango y Balada para un loco.

El universo musical tan amado por los españoles en su tierra y en el exilio porteño encuentra en esta hermosa ceremonia un lugar con fraternal arraigo. Y si faltaba una perla, pues cuando todo se acaba, Louis Armstrong se marca un Kiss of Fire inolvidable.

 

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Una producción de Pablo Rubio

Escrito y dirigido por Fernando Herrera

Dirección musical y piano: Fernando Herrera

Contrabajo: Nicolás Quintela

Bandoneón: Tito Cartechinitango_club-1

Cantante: Valeria Gámez

Bailarines: Silvia Fuentes y John Arbeláez

Bailarines cover: Bárbara Palmer y Guillermo Henao

Diseño de iluminación: Carlos Merino y Sergio Gracia

Vestuario: María Lafuente

Teatro Amaya. Viernes a las 22 horas y sábados a las 18 horas, hasta el 9 de julio de 2016

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