Todo acaba mañana

Todo acaba mañana. Eduardo Boix. Editorial Verbum.

Por Fermín Caballero Bojart

“Edu ha muerto”. Lo que realmente es una vaga idea, enunciada como una esquela sería menos simple. Pero a Eduardo Boix (Elche, 1980), Edu, se le ha ocurrido desmitificar su propia esquela, ensayarla y reinventar la vida después de morir sin mover su propio cadáver del salón de casa. En un amago de titularla Cartografía de un cuerpo, que parece un título más o menos emparejado con la metáfora de su obituario, se ha decidido por Todo acaba mañana, que no es que sea más apocalíptico pero encaja mejor con lo que ha desarrollado a lo largo de las ciento trece páginas, que narradas en segunda persona, evocan a La muerte de Artemio Cruz (1962) y a Aura, ambos de Carlos Fuentes.

Citar por citar no es mi estilo y es que creo, salvando las distancias, que Fuentes manejó bien el tiempo de narración con el tiempo de ficción. Una novela larga en segunda persona causaría en el lector una deserción prematura, sin embargo una nouvelle autobiográfica, donde el lector se identifique con Edu, sería engañoso no comentarlo, se hace más loable por la lectura fluida que le otorgan los ambientes con fragancia a juventud y niñez. Que nunca cansan por ese buen manejo de los tiempos y de los silencios, salvo contadas excepciones.

Peca de vena familiar en algunos pasajes, a veces algo extensos, pero lo resuelve dando transparencia y naturalidad a las escenas. No así en la lista de suicidados que termina por hacerse pesada. «Podría haber hecho un gran libro de nombres, una macabra enciclopedia de la muerte, de la autolesión y del dolor», que es justo lo que Boix ha evitado en Todo acaba mañana.

Continuando con las citas, me viene a la cabeza Paul Auster y su Diario de invierno.  La voz de ultratumba de Edu, suelta anécdotas a modo de recordatorio, que nos llevan a conocer a su familia, sus amigos, su novia y por supuesto a él mismo. Detiene la estructura cronológica, a diferencia  de Auster en el citado diario en que no la detiene nunca, pero ambos autores no nos pierden en el tiempo y eso es de agradecer.

Y por último no quiero olvidarme de otra cita, «la muerte solo preocupa a los jóvenes», respondió recientemente en una entrevista de Salvador Pániker. Y nos recordó que «Anthony de Mello, decía que es síntoma de que una persona está realizada es que le trae sin cuidado lo que vaya a ser de él después de muerto».

Eduardo Boix ha publicado varios trabajos, destacando sus galardonados poemarios. En Todo acaba mañana, lejos de una oda a la muerte, se percibe claramente una lectura rítmica, ordenada, que permite descansos para la reflexión. La muerte da para mucho más que para escribir una triste esquela, pero no pensé que fuese a dar para una alegre canción de pretensiones testamentarias, donde la prosa bien cuidada alcanza cotas poéticas. Sentí el frío dentro/el frío de los muertos. Incluso el propio título Todo acaba mañana, me deja un buen sabor después de sonreír varias veces pensando que la muerte de uno es cosa de todos.

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