Trifulca a la vista

Por Alfredo Llopico.

 

 

Publicada en 1935, en pleno ascenso del fascismo en Europa, Trifulca a la vista satiriza a sus devotos seguidores del Reino Unido. Con ingenio, sentido del humor y el don para resaltar lo absurdo de cada personaje, Nancy Mitford nos desgrana las migajas de una sociedad convulsionada donde la tensión política se mantiene a la orden del día. Una novela ligera de enredo que habla de fiestas y de la conveniencia de lograr un buen matrimonio. Pero también el reflejo de una sociedad que aún veía con humor las salidas de tono de los primeros fascistas de la clase alta inglesa en un momento en el que un Hitler en ascenso todavía emitía la imagen de un líder que podía embaucar a las jovencitas como queda reflejado aquí en la figura de la mimada Eugenia Malmains, una de las muchachas más ricas de Inglaterra, fiel seguidora del capitán Jack y sus camisas tricolores. Le acompañan el cosmopolita Noel Foster y su intrigante amigo Jasper Aspect, que van a la caza de una rica heredera, y Lady Marjorie, junto a su amiga Poppy, que ha huido del revuelo provocado por la cancelación de su boda. Cuando estos personajes se unan a las fuerzas vivas locales de un pequeño pueblo inglés alejado de la capital en una representación teatral, las tensiones entre fascistas y pacifistas explotarán.

 

 

Trifulca a la vista es la tentativa de Mitford de entender un fenómeno que acabaría desgarrando Europa y a su propia familia. De hecho, la historia de la novela enlaza de una forma fascinante con la de su propia familia. Nancy Mitford nació en Londres en 1904 y era la hija primogénita del barón de Redesdale. Sus padres tenían una visión particular de la educación de sus cinco hijas y las únicas clases a las que asistieron en su infancia fueron las de equitación y francés. Eso no impidió que las hermanas Mitford fuesen figuras famosas en la Inglaterra de su tiempo: Nancy empezó a escribir en 1932 y logró ser una de las autoras inglesas de más éxito de su época; Pamela fue una aristócrata rural; Deborah fue la duquesa de Devonshire; Diana era fascista; Unity era nazi y Jessica, que era comunista, se fugó a Estados Unidos con un primo comunista donde terminó convirtiéndose en una prestigiosa periodista.

 

 

Glamurosas y heterodoxas, las Mitford parecían personajes de ficción. De hecho, la fuente de inspiración de esta novela se encuentra en las relaciones que Diana, la hermana de la autora, tuvo con Sir Oswald Mosley, el caudillo de la Unión Británica de Fascistas. Aunque para ahorrarse disgustos familiares, y una posible demanda por libelo, expurgó los tres capítulos donde caricaturizaba a quien terminaría por convertirse en su cuñado, la estocada definitiva al libro llegó en 1939 e influyó en que la novela no volviera a ser reeditada: su hermana Unity, la muchacha que a comienzos de esa década había quedado prendada de Hitler y sus acólitos se pegó un tiro con 25 años tras conocer la declaración de guerra de Inglaterra a Alemania y no poder soportar el conflicto entre sus dos países. La bala no le mató, pero le dejó daños cerebrales y nueve años después murió de meningitis. Era la primera consecuencia en la familia de lo que significó abrazar el fascismo en la febril adolescencia.

 

 

En 1951, el editor de Nancy le pidió volver a publicar la historia. La guerra había terminado y, aunque su hermana Diana no hubiera renegado del fascismo, la situación estaba menos candente que en los años treinta. Sin embargo, en esta ocasión fue la propia Nancy quien se negó. «Han ocurrido demasiadas cosas para que los chistes de nazis puedan considerarse divertidos. Son de pésimo gusto. Queda descartado», le confesó la escritora a su amigo Evelyn Waugh. Después del fallecimiento de Unity, las cámaras de gas y los millones de muertos, el pequeño Führer ya no daba tanta risa.

 

 

A eso se suma que, a pesar de que las hermanas nazis instigaran a la retirada de la novela, los lazos familiares entre ellas y Nancy nunca se rompieron. Unity siempre fue «la adorable» y «encantadora» hermana pequeña cuyo pensamiento se consideró un acto de rebeldía juvenil. Diana nunca dejó de visitar a Nancy, aunque esta sí intentó que no saliera de la cárcel durante la guerra por ser «una fascista ferviente».

 

 

Ha habido que esperar setenta y cinco años para que los herederos de la autora autorizan por fin una nueva edición. Ahora acaba de ser editada por primera vez en castellano por Libros del Asteroide, editorial que ya ha publicado cuatro novelas menos polémicas de esta autora.

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