Window Horses (2016), de Ann Marie Fleming – Crítica

 
Por Jaime Fa de Lucas.
Una joven canadiense viaja hasta Irán para participar en un festival de poesía y una vez allí, además de descubrir las bondades del país y relacionarse con todo tipo de artistas, averigua cosas sobre sí misma y sobre su padre, que la abandonó cuando era pequeña.
Window Horses utiliza diferentes estilos de animación, muy interesantes todos ellos, para presentar un viaje de iniciación repleto de pasajes poéticos y momentos oníricos. El problema es que suele sucumbir ante las ingobernables fuerzas del melodrama empalagoso y el didacticismo. Así, lo que empieza siendo una aventura atractiva se transforma en una lección de historia sobre Irán y su poesía, acompañada de un rango de consejos vitales que van desde lo evidente hasta lo pomposo y una misión de autodescubrimiento bastante sensiblera.
En su tramo final, la obra de Ann Marie Fleming consigue remontar ligeramente el vuelo dejando un poco de lado el aspecto histórico y centrándose más en los detalles personales de la protagonista. Aunque este empujón postrero no es suficiente para borrar la sensación de que Window Horses es un trabajo irregular.
 

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