Cortogenia 2014

 

Por Alonso Barán.

CortogeniaEl jueves 13 de marzo por la noche, en el cine Capitol en la Gran Vía de Madrid, se celebró la 15ª edición de Cortogenia. Este festival de cortometrajes presentaba una novedad con respecto a ediciones anteriores pues, en colaboración con la Embajada de Bélgica y Wallnoie-Bruxelles Internacional, Cortogenia se abría al panorama internacional con la inclusión de un cortometraje belga entre los estrenos de la velada. Éste fue el motivo por el cual, entre los asistentes a la gala, se encontraba una delegación de la Embajada de Bélgica. Entre ellos, y como miembro más destacado, estaba el Ministro Consejero Michel Bricteux que hizo las veces de anfitrión al dar la bienvenida y las gracias a los que asistimos a Cortogenia. Tras esta sorpresa diplomática inicial, empezó la fiesta de cortometrajes, que este año se componía de cinco películas españolas y una belga, Electric Indigo, invitada especialmente al evento y elegida entre 50 cortos francófonos.

El festival comenzó con la proyección del metraje Patatas, de David Barreiro. Una narración que trata sobre una vuelta a los orígenes, pero que en realidad no iba a ninguna parte. Con la excusa de un funeral, la historia discurre sin rumbo, los diálogos eran insustanciales y te hacían preguntarte a cada momento: ¿el director dispone de medios técnicos y veinte minutos para contar algo y prefiere no decir nada? En fin, los personajes estaban mal construidos y los actores principales eran emocionalmente más herméticos que un bote de mermelada. Personalmente, le di un uno, la puntuación más baja que se podía dar para optar al premio del público.

La noche continuó con el cortometraje Tryouts, de la directora Susana Casares. Una historia sobre una adolescente musulmana que vive en Los Ángeles y cuyo máximo deseo es entrar en el equipo de cheerleaders del instituto. La directora intentó tratar la temática de la rebeldía adolescente dentro del férreo dogma del Islam, y lo mejor que se puede decir es que lo intentó. Debería haberse documentado antes sobre el significado del hyab y lo que representa en los derechos de las mujeres y en la moral islámica antes de tratar algo tan espinoso con frivolidad.  Eso sí, la película estaba rodada con eficacia.

De repente descubrí que estaba sentado en la sala junto a una de las actrices de Electric Indigo, Bana Pérez, con la que compartí mis impresiones sobre la siguiente película que proyectaron: 02:43 del director Héctor Rull. Mi sensación de sorpresa se prolongó al visionar esta ingeniosa película rodada en un plano secuencia. Es digno de mencionar que una historia contada con dos personajes, que mantienen una conversación telefónica, consiga tener tensión emocional de principio a fin. Héctor Rull utiliza con talento la identificación que hace el público con los personajes y sabe sacar partido a algo tan básico como ofrecer a los espectadores más información que al protagonista, interpretado solventemente por el actor Miki Esparbé. Así consigue que el final sea la guinda del “in crescendo” que es la película. Mi enhorabuena al director por su ingenio.

El cuarto cortometraje que nos proyectaron fue Cebra del director Félix Fernández de Castro y protagonizado por Juan Diego. La cosa no pintaba mal por la presencia en la película de tan reputado actor, pero el guión no estaba a la altura ni de su protagonista ni del director. Tras ver Cebra, uno se queda con la sensación de que el guionista podía haber aprovechado mejor los temas de la violencia y el azar sobre los que trataba este film. En este punto, ya empezaba a pensar que quería salir de la sala e irme a un bar a tomar algo, pero la velada me deparaba un par de sorpresas aún.

El quinto cortometraje,  Y otro año perdices, de la directora Marta Díaz De Lope Díaz Martín, está rodado profesionalmente, y esto lo digo como un elogio pues es el trabajo de fin de carrera de una estudiante de la ESCAC. Desde el primer momento sorprende el casting y la dirección de actores. Los diálogos son chispeantes y dinámicos. Las relaciones entre los personajes demostraban la jerarquía lógica que cabe esperar de una historia que trata sobre las relaciones de tres generaciones de mujeres, en el contexto del cumpleaños de la abuela. Una comedia costumbrista, amable y dirigida con pericia. Una grata sorpresa.

Para terminar Cortogenia quedaba lo mejor: Electric Indigo, del director belga Jean-Julien Collette. Una historia que nos presenta a dos hombres heterosexuales que deciden casarse y tener una hija. El director consigue plasmar una visión inteligente sobre el significado del matrimonio y nos recuerda que no trata sobre sexo y género, sino sobre el amor. La narración le hace a uno preguntarse: ¿por qué sólo pueden casarse las personas del mismo sexo si son homosexuales? Esta película da una vuelta de tuerca a la moral que impera sobre el matrimonio (en sus versiones gay y heterosexual) y a nuestras creencias sobre el amor. Destacables son la dirección de fotografía y las interpretaciones de Tony Denman y de la protagonista Christelle Cornil. Tony Denman debutó como actor cuando era un niño en el largometraje Fargo, de los hermanos Coen; y Christelle Cornil, con tan solo diez años, lo hace en Electric Indigo. La coincidencia de estos dos buenos actores en una cinta que también versa sobre la infancia, resulta curiosa porque ambos han empezado sus carreras siendo niños. Cosas del azar. Sin lugar a dudas, Electric Indigo es una película vibrante que no pasa desapercibida.

Bien, hasta aquí la noche de Cortogenia. Es posible que me haya equivocado en mis opiniones, es lo más seguro porque me equivoco unas cien veces al día.

One thought on “Cortogenia 2014

  • el 23 abril, 2014 a las 11:38 am
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    Muy buena crítica, si señor, muy acertada. Oye ese tal Juan Julien Collette me parece un joven con talento, he visto su Electric Indigo y creo que sería fenomenal que lo rodasen en vesión largometraje.

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