Miguel Hernández en 48 estampas

MiguelHernández_PedroVillarMiguel Hernández en 48 estampas de Pedro Villar – Pedro Villarejo. Amigosde Papel, 2013. Cartoné, 17,5x25cm., 56 pp., 15.60 euros.
 

Por Anabel Sáiz Ripoll.

 
Con toda la sensibilidad que, como poeta, tienePedro Villar se tejen las 48 estampas que formanMiguel Hernández en 48 estampasA la manera de los pliegos de cordel de ciegos, el poeta compone 48 cuartetas octosílabas que desgranan, con valor y emoción, los hitos más importantes del poeta oriolano.
 
El libro está ilustrado por Pedro Villarejo con elegancia, sobriedad y sencillez aparente, ya que, de alguna manera, estas ilustraciones tratan -y lo consiguen- de transmitirnos lo más esencial de Miguel Hernández.
 
La vida de Miguel Hernández y su obra están marcadas por el compromiso más puro y cercano a los orígenes. Poeta del pueblo, poeta de la vida y del amor, marcado por el rayo y por un sino sangriento, Miguel Hernández siempre está vigente. Se agradece que Pedro Villar no nos ofrezca de él una imagen sesgada o almibarada, sino que sea realista y vehemente, como un juglar actual que se atreve a tomar el relevo de la voz que nunca pudo ser silenciada.
 
El poemario se podría acabar con la muerte del poeta; pero no ocurre así, ya quePedro Villar tiene aliento de sobras para seguir evocándolo e implicar a las generaciones actuales, ya que la semblanza de Miguel Hernández adquiere tintes de elegía  porque: «Que su obra no se olvida, / que sus libros permanecen / que solo se irán muriendo / cuando ya no se recuerden».
 
En Miguel Hernández en 48 estampas Pedro Villar se convierte, como acabamos de decir,  en un juglar que, por los caminos de España, va llevando, con voz recia y ronca, el mensaje de Miguel Hernández.
 
Nos parece un acierto que la editorial Amigos de Papel haya rescatado este poemario y lo haya incluido en su colección Voces Amigas. El poemario, así, habrá de perdurar más que si estuviera impreso en un humilde pliego de cordel, aunque la esencia y la cercanía permanecen intactas.
 
El libro, muy cuidado, va destinado a cualquier público. Acaso pueda servir para que, en algún centro escolar, se homenajee de nuevo a Miguel Hernández, cuyo centenario de nacimiento fue en 2010.
 
Publicado en Pizca de papel
 
 

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