¡Nosotros!

Pero si es muy fácil: nosotros no somos sólo los alborotadores jóvenes, siempre dispuestos a montar jarana, ni los izquierdosos residuales, celosos de su nueva oportunidad, ni las víctimas de la crisis, soliviantadas por el ejemplo africano, somos todo eso pero sobre todo no somos ellos. «Ellos» son los que hacen y deshacen el mundo convenientemente globalizado a su manera, a fin de abrirlo o cerrarlo allí donde circulan sus negocietes, y por eso no existe ciencia económica ni opción política en el s. XXI, únicamente grandes y pequeños negocios, incontrolablemente particulares en su origen y más o menos universales en sus consecuencias. Cómo pactan, cómo se entienden, cómo compiten a veces, eso a nosotros nos podría traer al pairo hasta que nos afecta, o sea, tarde o temprano, en realidad prácticamente enseguida: ellos juegan con nosotros, y nosotros renegamos de ellos, ésta es la dicotomía fundamental en la actualidad. Ya no nos dicen nada las expresiones como «lucha de clases» o «igualdad de oportunidades», cáscaras vacías que encubren la única división relevante: ellos no querrán formar parte, aunque puedan, de todos nosotros, nosotros, que no podemos, hemos perdido todo interés por acceder a los consejos administrativos de ellos. Tanto peso en nuestras conciencias de la pobreza y la miseria de las regiones explotadas, marginadas u oprimidas, tanta servidumbre automática al espectáculo de la cultura barata (no digo popular, digo barata: cara pero pequeña e indolente), tanta experiencia en la banalidad de la información política en la que nadie cree, que mejor nos plantamos de una vez por todas. Pacíficamente, dicen, en el bien entendido de que pueda eludirse la violencia en la confrontación, lo cual depende de ellos, no de nosotros. El siglo XXI comenzó este año 2011, con wikileaks, con anonymous, con las revueltas árabes, ahora con las concentraciones ciudadanas españolas… Se pasó el tiempo en que las sociedades se organizaban conforme a estructuras impuestas por la suerte, los recursos o el grado de dominación de los otros. Hoy, lejos de aquello por los avances tecnológicos y la memoria histórica, que resolvieron vendernos en vez de quitárnolos, el mundo es tal y como queremos que sea, algo que ellos precisamente nos han enseñado con sus sucias prácticas. De manera que ha llegado el momento de la revolución esperada, en nada semejante a las que tomaron ese nombre anteriormente: revolución en la que nosotros, que somos la inmensa mayoría, que estamos formados, que sabemos trabajar y que no necesitamos guías, rompamos el condicionamiento a divertirnos en decorar los límites en los que han decidido confinarnos y hagamos también el mundo tal y como queremos que sea, porque es del todo posible y el que diga lo contrario miente. No es el viejo «o ellos o nosotros», es ensayar un «nosotros por encima de ellos y luego si acaso que busquen su sitio». Es decir, que si no eres de ellos, es que eres de los nuestros, y ahora nos toca a nosotros.

Óscar Sanchez Vadillo.
Gonzalo Muñoz Barallobre.

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