"Bioética y cine", Tomás Domingo Moratalla

Por Carlos Javier González Serrano.

Tomas Domingo Moratalla, doctor en Filosofía y profesor de Filosofía Moral en la Universidad Complutense de Madrid, así como profesor-colaborador de Antropología Filosófica en la UNED, publica de mano de la editorial San Pablo y Universidad Pontificia de Comillas Bioética y cine (2010, 264 pp., 14 €). El cine es uno de los grandes «inventos» del siglo XX, productor de sueños y de fascinación. Las películas, en su amplia gama y variedad, constituyen una representación del mundo, nos informan de la realidad, de nosotros mismos; nos comunican experiencias, nos reflejan vidas y mundos. Son un retrato vivo, complejo y difícil del ser humano. Son, por ello, un medio de educación, un camino abierto y aún no del todo explorado en la tarea de educar. Bioética y cine propone un método hermenéutico (interpretativo) en el que se conjuga la narración cinematográfica con la deliberación moral, y que permite una concepción de la bioética más abierta, crítica y vital.

La bioética, nos explica Tomás Domingo Moratalla en este interesante libro, «es una disciplina joven, pero que tiene ya a sus espaldas una pequeña historia que convierte su definición en compleja y, a veces, problemática. […] La bioética es, básicamente y sin ánimo de exhaustividad, la respuesta reflexiva y crítica a los avances científicos y tecnológicos que se han desarrollado sobre todo en el campo de las ciencias de la vida y la medicina». Sin embargo, afirma el autor al comienzo de la obra, la ética no puede ceñirse a reflexionar sobre ella misma, sino abrirse a la vida, de donde aquélla nace y a la que remite. En este sentido, «el cine refleja de alguna manera la vida, ya sea más fielmente o más imaginativamente, por eso el cine es para la ética, para las humanidades en general, una ocasión única para pensar y trabajar».

El subtítulo de Bioética y cine reza: «De la narración a la deliberación». Y es que, en palabras del profesor Domingo Moratalla, «la mayor aportación que puede hacernos el mundo narrativo (en la novela y en el cine) es la posibilidad de ensanchar la comprensión de nuestra facultad racional, y salir de los estrechos márgenes en los que la modernidad ha pensado la razón». Más adelante, aclarándonos en qué consiste la forma de pensar narrativa, escribe que ésta «se preocupa de las intenciones y acciones humanas, y de las vicisitudes y consecuencias del vivir humano. […] El pensamiento narrativo se basa en una preocupación por la condición humana. […] Sabemos mucho de razonamiento lógico y científico, pero sabemos muy poco del pensamiento narrativo. El cine, lo que el cine transmite, forma parte de esta forma de pensar, de esta lógica».

Por tanto, la ética hermenéutica sobre la que se edifica Bioética y cine es una ética de la responsabilidad. «Responsabilidad quiere decir -comenta el profesor en el «Capítulo 2″- que tan importantes como los principios universales y normas abstractas son las circunstancias concretas. No valen los principios y normas que aplicáramos automáticamente a una realidad dada. Para aplicarlos bien necesitamos más precisión y rigor». Podemos preguntarnos: ¿de dónde extraer tales «precisión y rigor»? Líneas más abajo, se nos contesta que «la responsabilidad es en la ética hermenéutica simplemente un ejercicio de sinceridad. […] Necesitamos métodos y recursos que nos den al ser humano «en carne y hueso», en sus sufrimientos y alegrías. […] Por eso acudir a la narración (también bajo su forma cinematográfica) no es entretener, sino ejercitar la responsabilidad, es decir, ayudar «en y para», la deliberación cuyo objetivo no es la certeza en la toma de decisiones, sino la prudencia».

Recomiendo Bioética y cine muy especialmente -aunque no en exclusividad- a los profesores de Filosofía y Ética (y disciplinas afines) en institutos, que encontrarán en el libro un completo capítulo en el que se comenta un amplio elenco de películas particularmente susceptibles de ser analizadas a la luz de problemas clínicos, del trato al medio ambiente, la investigación biomédica o el trasplante de órganos. Los temas se agrupan en seis categorías: problemás éticos de la relación clínica, en relación a la vivencia de la enfermedad, del inicio de la vida, del final de la vida, en la investigación con seres humanos y de bioética global. Algunas de las películas comentadas son John Q, Frankenstein, Gattaca, Million Dollar Baby, Mi vida es mía, A propósito de Henry, Blade Runner o El hombre elefante.

En definitiva, una obra para disfrutar no sólo en colegios e institutos, sino también en compañía de amigos bajo el amparo del buen cine y de un especialista en bioética y hermenéutica narrativa, que intenta abrir la filosofía -como disciplina vital, y no meramente académica- a un público amplio, que seguro pasará mucho tiempo colgado de las discusiones que puedan surgir del visionado de las películas que nos recomienda Tomás Domingo Moratalla: «comprender una película es establecer un diálogo con ella, ser capaz de leer sus claves, de ver el mundo a partir de ella, a través de sus imágenes»…

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